La nueva coalición: ¿será efectiva para perdurar y tener logros?

Y el Frente Amplio está convencido que el malestar social por el cambio de gobierno se hará visible pronto, y que antes de lo pensado, los uruguayos extrañarán a la izquierda en el gobierno.

Punto dos: Lacalle Pou siente que la coalición que armó con varios partidos es más firme de lo que parece, que son injustas las consideraciones que hacen analistas políticos y económicos, sobre la solidez de la alianza política. Esas advertencias sobre riesgos de disfuncionamiento han figurado incluso en informes de agencias extranjeras, pero el gobierno electo entiende que eso reproduce, sin analizar seriamente, lo que dicen algunos analistas locales, bajo la influencia del prejuicio.

Y el Frente Amplio siente que la coalición multicolor es un tembladeral y que no precisará hacer mucha fuerza para debilitarla, porque esa “orquesta” comenzará a desafinar en poco tiempo. Siente que se juntaron solo para ganarle y no tienen un “proyecto concreto común” real, y que además conllevan una debilidad de integración por apetitos políticos sectoriales y personales.

Esas apreciaciones no son de discurso ”para afuera”, sino lo que unos y otros transmiten en conversaciones privadas, fuera de micrófonos.

¿Cuál estará en lo cierto?

A fin de año, todos podrán seguir manteniendo lo mismo, porque cada “bloque” político no sólo piensa distinto sobre diagnóstico y soluciones, sino que mira la realidad política con diferente cristal. Pero los hechos y los sondeos de opinión pública sí mostrarán quien estuvo más cerca de lo cierto.

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Este sábado comienza la 49ª Legislatura de la historia uruguaya con un mapa parlamentario inédito:

(a) Nunca hubo tantos partidos con representación en las cámaras.

(b) Nunca hubo un oficialismo expresado en una coalición de las actuales características, tanto por integración como por formato de arreglo programático.

(c) La oposición es fuerte, sabe hacerse oir y meter “ideas-fuerza” en la agenda pública con su sesgo, y tiene una amplia red de aliados en organizaciones y gremiales que se expresan en forma sincronizada, aunque no coordinada, y logra efecto ampliado.

O sea que en cada debate, aparte de los pronunciamientos del oficialismo (y sus sectores parte), y del Frente (y sus sectores coaligados), se suceden también dirigentes de sindicatos obreros, gremiales estudiantiles, supuesta asociación de jubilados, federación de cooperativas, y decenas de “colectivos” para cada tema puntual.

Hay un gobierno de amplia base popular expresada en el voto de octubre, que determinó la integración de las cámaras, pero hay una oposición con buena votación pero además el poder movilizador y declarativo de esa vasta red que ya piensa en cómo ayudar al Frente a volver al gobierno en 2025.

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¿Cómo arranca el juego del poder 2020? Aunque la izquierda tenga esa potencia de resonancia y movilización, el poder es el poder; y eso lo tiene Luis Lacalle Pou, que ya dejó claro que es un líder que planifica, que lidera y manda.

El presidente electo tiene buenos operadores políticos, tanto en Presidencia como en Parlamento, pero él llevará el mando de la negociación. Tendrá en Torre Ejecutiva el “monitor” de votación, banca por banca, y no descuidará detalle.

Lacalle Pou no busca tomar necesariamente la decisión óptima si eso pone en riesgo lo muy bueno, por eso es posible que acepte dejar alguna propuesta por el camino o tolere alguna disidencia puntual, siempre que eso no afecte la esencia de su proyecto de reformas.

Sobre el “punto uno”, la oportunidad de Lacalle Pou está en una opinión pública que espera cambios fuertes en seguridad, pero nada de maravilla económica, al menos en corto plazo.

Los logros esperados podrían venir por el lado de seguridad pública, y de alguna manera el área social. No precisa una baja drástica de delitos de un día para el otro, que no es viable, sino que necesita mostrar una actitud diferente y efectividad en algunos planes. Y revertir la tendencia del delito.

En lo social, un trato humano con la gente que está en la situación de calle, simultáneo a la defensa de derechos de vecinos de recuperar espacios públicos y zaguanes ocupados; más otras acciones puntuales en atención a hogares pobres, pueden abrir carta de confianza.

En economía las expectativas de la gente son bajas: UPM2 y obras pendientes pueden ayudar y no hay tanta exigencia por logros concretos. La última encuesta de Equipos es clara sobre qué esperan los uruguayos del nuevo gobierno.

Como Lacalle Pou está confiando en mejorar la seguridad, está convencido de que el “punto uno” de logros, podrá ser satisfactorio.

¿Y la coalición? ¿Funcionará?

Hay una opinión generalizada de que la alianza es débil, que deriva de analizar la “coalición multicolor” con lo ocurrido en gobiernos anteriores. Pero esto es diferente y nuevo, porque para los socios políticos, el “incentivo político” es a quedarse y no a mirarse de reojo para ver quién se desmarca primero.

Manini y Talvi quieren ser presidentes y saben que no hay 2024 sin 2020, ni 2021, ni 2022 … Para enfrentar a la izquierda en la próxima elección, cada uno precisa del otro. El incentivo es el de ser buen socio, leal, unitario, sin mensajes ofensivos para otros miembros de la coalición.

Ninguno podrá ganarle al Frente en solitario; y para conseguir apoyo de todos, no puede mostrarse generoso en 2024, habiendo sido pícaro antes.

Lacalle Pou tiene una oportunidad para 2020 y va a tratar de aprovecharla: puede que no sea fácil, pero tampoco es imposible ni tan difícil.