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La pandemia pone a "los populistas" en el banquillo de los acusados

Parecidos en la forma de encarar el combate al coronavirus, los resultados en propagación del contagio e impacto letal coloca a estos líderes bajo el escrutinio público
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14 de junio de 2020 a las 08:54

Los países liderados por populistas están en la cabeza del ranking de la pandemia. Son las naciones con más casos confirmados de contagio y donde se han producido más muertes. Están perdiendo la batalla, ¿también "la guerra", a la que tanto apuestan y tanto tiempo dedican?

Estados Unidos, al frente de la tabla, pasó de los 2 millones de casos registrados y más de 113 mil decesos. Le sigue Brasil con más de 800 mil contagios, aunque en tercer lugar, por poco, en muertes: 40.919 contra 41.364 del Reino Unido. Bastante más abajo en la propagación de la infección está México, con algo más de 133 mil casos, aunque en el top ten de fallecimientos al rozar los 16 mil. De acuerdo al registro, hasta el viernes, de la Universidad Johns Hopkins.

A Donald Trump, Jair Bolsonaro, Boris Johnson y Andrés Manuel López Obrador, más allá de las cifras, los junta un comportamiento parecido frente a la pandemia: desprecio inicial al impacto del coronavirus, respuestas tardías, oposición a medidas de confinamiento y su prolongación y, con matices, la confrontación con el conocimiento científico, expertos, instituciones y con representantes parlamentarios y gobernantes estadales. 

Comparten también la promesa de rescatar a sus naciones, antes y más allá de la pandemia. "Hacer América grande otra vez", el buque insignia de Trump que apunta contra la clase política, las élites, en nombre del pueblo, en esa persistente dialéctica de amigo-enemigo. Por la nación. Y que cada quien, en sus propias palabras, adapta a su realidad. Para Bolsonaro es "Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos".

No son estos los únicos referentes  —sí los más sonados— de ese "fenómeno universal del populismo", como lo identifica Loris Zanatta, ensayista y profesor de historia en la Universidad de Bolonia. Una expresión política reflotada, apunta Zanatta, a partir de los años ochenta del siglo pasado que se reclama como "la verdadera democracia" a pesar de los riesgos que comporta para la democracia liberal constitucional. "Para quienes se sientan excluidos, el populismo le da un canal alternativo a todos”, destaca Zanatta.

Por allí también asoman su cabeza el primer ministro húngaro Viktor Orbán y, en un escenario más próximo, Nayib Bukele, que acaba de cumplir un año de gobierno en el sufrido país centroamericano de El Salvador, al que, sin embargo, las cifras de la pandemia  —68 muertes en 6,4 millones de habitantes, poco más de 10 decesos por millón—  están lejos de calificarse de desastre.

Bukele, valga el detalle, ha expresado su admiración por Donald Trump, dejando atrás, o quizás no tanto, sus inicios políticos en el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). 

¿Hay, entonces, una correlación entre populismo y mala gestión de la pandemia? y, si la respuesta fuera afirmativa, ¿se erosionarán estos gobiernos, perderán esas bases de apoyo convencidas  —fanatizadas, para algunos—, que, aún con las medidas de distanciamiento social, salieron a las calles a apoyar lo que sus líderes pregonan?

Francis Fukuyama, el renombrado autor de El fin de la historia y el último hombre (1992), profesor de ciencia política en la Universidad de Stanford (California), en conversación con el diario catalán La Vanguardia está convencido de ambas cosas: de la mala gestión populista de la crisis sanitaria y de que esa "ineptitud" se pagará.

"Estados Unidos y Brasil, por ejemplo, tienen líderes populistas que no hacen caso de los expertos. Creen que la economía es más importante que la salud y han aplicado políticas desastrosas, muy perjudiciales para sus países. Creo, por tanto, que la pandemia puede castigar a los líderes populistas por su ineptitud para gestionarla", asienta Fukuyama.

Andrés Velasco, excandidato a la presidencia de Chile y exministro de Hacienda, decano de la Escuela de Políticas Públicas de la London School of Economics and Political Science ubica a los líderes populistas, tanto de izquierda como derecha, en esos primeros puestos de incompetencia durante la pandemia, pero difiere de que pasarán a ser sus víctimas políticas, como se suele afirmar. 

"Puede que esto solo sea una ilusión", dice, y añade que "el virus es letal e implacable, pero por si solo no aplanará la curva de contagio populista", se lee en el portal Prodavinci.

Velasco explica que en la era del covid-19, el peso de las noticias falsas y de la política impulsada por la identidad —que está en el núcleo duro del populismo, al margen de su signo de proveniencia— no esté en descenso sino en aumento. "Trump culpó a China por el virus y prohibió la entrada de migrantes a Estados Unidos, lo que su base aplaudió. Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, ha seguido el mismo guión, afirmando que la crisis del coronavirus es una triquiñuela de los medios de comunicación.

Suponer el descalabro de estos liderazgos es una tentación. Vistas las cifras de la pandemia, el hondo impacto de la economía y la crisis política que generan a su alrededor.  También puede resultar un apresuramiento.

Bolsonaro salió de dos ministros de Salud,— por destitución uno; prematura renuncia el otro—, opuestos a sus ideas de combate del coronavirus, también se quedó sin una figura emblemática de su gabinete, Sergio Moro, su ministro de Justicia que encarnaba como ningún otro la lucha contra la corrupción después de comandar la operación Lava Jato y sobre el mandatario llueven las peticiones para un juicio político. Pero, aún cuando los sondeos de opinión reflejan la caída de su popularidad, mantiene una base dura de apoyo.

Donald Trump acaba de pasar dos frenéticas semanas de protestas raciales luego del asesinato del afroamericano George Floyd mientras estaba bajo custodia policial. Sin embargo, su actitud y declaraciones atizaron aún más las manifestaciones, hasta el punto de suscitar serias fricciones con los mandos militares —incluido el general de más alto rango del Ejército estadounidense— que The New York Times consideró como "la división más profunda entre el mando civil y militar desde la Guerra de Vietnam", hace medio siglo.

¿Es posible tensar aún más la cuerda, o han cruzado Trump y Bolsonaro las líneas rojas?, ¿O de eso se trata, de una sociedad en permanente antagonismo?

Alberto Vergara, profesor e investigador en la Universidad del Pacífico, en Lima, en un artículo para la edición en español de The Nuew York Times  —"Los líderes del pensamiento mágico", se titula—  lamenta que "la muerte, la carestía y el miedo que esta pandemia generarán pueden ser suelo fértil" para el tipo de proyecto que encarnan estos líderes que pertenecen, según él, "a una vieja tradición de la política antiracionalista". 

Incluye, por supuesto, a Trump y Bolsonaro, para también a Daniel Ortega y a su esposa Rosario Murillo, en Nicaragua; a Jeanine Añez, y a Andrés Manuel López Obrador, en México. "Una tendencia que combina impulsos antiilustrados  con una forma de actuar atada a instintos  y misticismo", subraya, y llama "a estar prevenidos".

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