Diego Battiste

La simpleza de Gutiérrez para resolver los problemas de Nacional

En una semana cambió el equipo, desde la cabeza a los pies; le quitó presión a los jugadores, les hizo volver a sonreír, les dio confianza e hizo del fútbol lo que es: un simple jueg

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25 de marzo de 2019 a las 05:03

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El golpe de timón que dio Nacional con la llegada de Álvaro Gutiérrez para encauzar el rumbo de un equipo grande que andaba a la deriva (cinco partidos sin triunfos y último en la tabla del Apertura), encontró un estratega que estrenó en su primer partido los pergaminos que lo transformaron otra vez en bombero.

Con naturalidad, movimientos simples y sin estridencias, entrenando a puertas abiertas, evitando los misterios y recurriendo a convencer a los jugadores de que eran capaces de ganar, Nacional venció a Plaza 3-0 en la sexta fecha del Torneo Apertura, logró el primer triunfo y se sacó de encima el peso que cargaba la mochila que dejó el argentino Eduardo Domínguez.

Gutiérrez lo hizo bien simple. Desde el primer día -en el que le puso alegría a los entrenamientos-, y mucho más este domingo en el Parque Central, donde los hinchas llegaron a su templo esperando un milagro.

Ganó Nacional por primera vez, y sería injusto con Gutiérrez afirmar que un milagro del nuevo entrenador fue la solución a los problemas.

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Esta vez en el Parque Central lo milagroso fue bien terrenal: un técnico que conoce el medio, que sabe lo que dan algunos de los jugadores que tenía en el plantel, los distribuyó en el campo en lugares diferentes y logró lo mejor de cada uno. Disipó la ansiedad de los jugadores. Los movió a todos, en la defensa, y les descomprimió la presión.

Su gran acierto fue establecer movimientos claves en la formación, con la cuota de fortuna que tienen que tener todos los éxitos. Recurrió a Guzmán Corujo como zaguero. Al juvenil lo conocía de su pasaje por el club y el zaguero lo convenció en una charla que tuvieron en la semana cuando le preguntó cómo estaba para jugar. Corujo le dijo que estaba listo, que ya había hecho dos partidos completos en Tercera. Así decidió mandarlo a la cancha con Felipe Carvalho, y los dos le dieron una consistencia diferente a esa defensa. Esa modificación le permitió recurrir a Rafael García como volante, en un lugar del campo que conoce bien, en una posición en la que necesitaba ordenar el funcionamiento. Ese doble cinco junto a Gabriel Neves, dotó al mediocampo del equilibrio que necesitaba el equipo.

Diego Battiste

En esa propuesta, hasta los cuestionados laterales (ayer Cotugno y Viña) salvaron sin dificultades la prueba.

Ahí estuvo el secreto. Ni línea de 3, ni de 5. Ni cuatro volantes. Seis para defender, con cuatro defensas y dos volantes, y cuatro para atacar, con delanteros muy solidarios que sumaron su aporte estratégico para cubrir los espacios en su cancha.

Diego Battiste

Equipo aguerrido en la defensa y magia y velocidad en el ataque con Santiago Rodríguez, Amaral y Gonzalo Castro. Todo dicho. Asunto arreglado. Simple y sencillo. Tan fácil como la explicación que Gutiérrez brindó al final del partido. “Había que sacarles presión y tratar de marcar nuestras pautas, nuestros conceptos. En la semana intentamos darle alegría, meter juegos lúdicos y luego que se dio el primer gol tener el partido más a nuestra disposición. Pasó por ahí”.

El fútbol es un juego y no solo se juega con la los pies, sino con la cabeza, y Gutiérrez lo empezó a ordenar por el lugar en el que estaba más a mano debido a los pocos entrenamientos que tuvo para poner en práctica su idea, desde la motivación.

Diego Battiste

Ahora viene otra responsabilidad. Seguir construyendo el nuevo Nacional, como ya lo hizo en 2014, pero con una ventaja, lo hará con el bálsamo de los triunfos, la seguridad de que tiene la suerte de su lado (Domínguez no pudo utilizar a Carvalho en la medida que pretendía, por lesión, y en su primer partido Gutiérrez ya lo tiene de titular y se destaca) y, porque los grandes miran de reojo siempre lo que hace su rival, que Peñarol no es el cuco que arrancó el campeonato, también es terrenal y deja puntos.

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