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La tenacidad paga

¿Hasta cuándo la persistencia de un ser humano por alcanzar un objetivo se justifica?

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08 de agosto de 2017 a las 04:55

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¿Hasta cuándo la persistencia de un ser humano por alcanzar un objetivo se justifica? Hasta siempre, cabría responder. La historia, en diferentes profesiones y disciplinas, está llena de ejemplos, y siempre aparece uno nuevo.
Algunos casos sirven para destacar a la tenacidad como una de las cualidades que mejores recompensas puede traer. Ronald Reagan, por citar un caso conocido, hizo varios intentos fallidos antes de convertirse en presidente.

Incluso cuando allegados y encuestas le decían que mejor sería dar un paso al costado, siguió hasta conseguir su objetivo de llegar a habitar la Casa Blanca. Ejemplos hay no solo en política, sino también en las artes, en los deportes, en lo que sea.

Hay escritores que han publicado infinidad de libros sin que nadie le prestara atención, y recién al final de su vida reciben reconocimiento. Hay futbolistas que nunca ganaron nada, y que justo en el año de su retiro consiguen un campeonato. El sábado, el atletismo aportó un nuevo y sorpresivo ejemplo. Justin Gatlin ganó el oro en los 100 metros llanos y se convirtió en el nuevo campeón mundial.

El caso sorprende no solo porque el velocista tiene 35 años, sino porque pasó varios años de su carrera alejado de las pistas, pues fue suspendido en dos ocasiones por haber usado sustancias prohibidas en atletismo. En 2001 lo suspendieron dos años tras dar positivos por anfetaminas, aunque luego se le redujo la suspensión a uno.

En 2006, lo suspendieron nuevamente por haber usado testosterona. La pena, que en principio iba a ser de por vida, terminó siendo de ocho años, pero luego se la rebajaron a cuatro. Debido a la suspensión consideró abandonar el atletismo y dedicarse a otro deporte, pero como la velocidad lo seguía llamando, continuó, aunque le tocara en forma constante perder con el más grande de la historia, Usain Bolt.

Como si fuera un gato con más de siete vidas, y cuando todo el mundo creyó que ya se había acostumbrado a ser el segundón eterno del jamaiquino, Gatlin se encontró recompensado en grande por no haber nunca abandonado lo que más le gusta hacer en la vida, lo único que justifica tantos años yendo contra viento y marea, guiado solo por una persistencia infinita.
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