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La Toscana y sus pueblos medievales

Italia lejos de las grandes ciudades: la vida rural, a otro ritmo y para disfrutar a pleno de la historia, la arquitectura, los paisajes, el arte y la gastronomía
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19 de mayo de 2015 a las 17:33

Italia es uno de los países crisol del mundo. Su riqueza cultural y paisajística es tan amplia que invita a recorrerla toda de norte sur y este a oeste. Pero como en general no es posible hacerlo en un solo viaje de vacaciones, sugerimos un tema y una región: La Toscana y los pueblos medievales (algunos de los muchos que tiene). Es la vida rural de Italia, lejos de las grandes ciudades, a otro ritmo y para disfrutar a pleno de la historia, la arquitectura, los paisajes, el arte y la gastronomía.

Recorrer las villas y pueblos italianos es una manera de volver a la esencia, y para muchos, en estas latitudes, llegar hasta las raíces. Se ve en la gente del lugar, su andar pausado, su mirada tranquila, la simpatía italiana. Las calles empedradas, las edificaciones que nos llevan a la época de los Medici, alguna película que nos lleve hasta ese lugar soñado y la degustación de maravillas culinarias que lograrán la felicidad inmediata. Así se viven estos pueblos, sin apuro, sin teléfonos, en paz. En particular la región de la Toscana es una de las más visitadas por viajeros del mundo y de la propia Italia. Su gran patrimonio histórico y cultural, además de su privilegiada geografía (y la cinematografía que ha ayudado en el imaginario colectivo) vuelven sin cesar a sus pueblos y su gran ciudad, Florencia, objetos de deseo.

Civilizaciones como los etruscos y el arte renacentista son propios de estas tierras toscanas y, afortunadamente, se conservan vestigios de ambos por todas partes. En esta zona existen por lo menos seis lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, como el Centro histórico de San Gimignano, el Centro histórico de Siena, el de Pienza y varios más. Otros lugares de los preferidos son las villas de los influyentes y preponderantes Médici.

Estas villas son verdaderos complejos arquitectónicos rurales que formaron parte de las posesiones de la familia entre los siglos XV y XVII, son verdaderos palacios y se encuentran en Florencia y varios puntos más de Toscana.

Montepulciano

El medioevo y el renacimiento pululan en Montepulciano. Las calles intrincadas de piedra y las puertas de madera nos llevan a la época medieval, y el toque artístico lo aportaron los renacentistas, brindando una mezcla que funciona a la perfección, como si hubiera sido planificada de antemano. Lo que otrora fue un fuerte etrusco, más adelante, en la Edad Media fue motivo de disputa entre Florencia y Siena (los poderosos). La disputa la ganó Florencia en el siglo XV y trajo a grandes arquitectos de la época para realizar nuevas edificaciones y esplendor a la ciudad. Il Corso es la calle (vía) principal de Montepulciano, en ella se pueden apreciar iglesias y palacios renacentistas. El punto más alto está en la Piazza Grande, con el duomo y el palazzo comunale, y este lugar se volvió famoso entre los fans de la saga Crepúsculo, donde se rodó una de las escenas principales. Una de las vistas más famosas de Montepulciano es la panorámica del Val di Chiana. Y un clásico es el Caffé Poliziano, del siglo XIX.

Pienza

Se conoce por ser la ciudad renacentista más pequeña del mundo, cuya población se reduce a 2000 habitantes tan solo. Visitar su centro histórico los fines de semana puede ser complejo por la cantidad enorme de turistas que lo hacen, en parte desde que se declaró patrimonio mundial, por el espacio urbano de la Piazza Pío II y los edificios que la rodean: todas joyas renacentistas, como el Palazzo Piccolomini, la catedral (desde donde se puede obtener una de las mejores vistas sobre el valle D’Orcia), o el museo Diocesano. Otra gran atracción de Pienza es la iglesia de Pieve di Corsignano, del siglo X, con un campanario circular con ocho ventanas arqueadas. Y para sentir y ver una de las imágenes clásicas de los campos de trigo de Toscana, en la Crete Senesi se puede disfrutar de hermosas colinas con dorados paisajes de ensueño.

Montalcino

Montalcino es uno de los mejores secretos guardados. Su castillo es lo que siempre uno quiso ver, con sus murallas y su planta pentagonal y con basílica incluída. Pero además, en este maravilloso pueblo se produce uno de los mejores vinos del mundo: el Brunello di Montalcino.

Este pueblo es el lugar ideal para los amantes del vino, para recorrer bodegas y enotecas, disfrutar de degustaciones y maridajes. Vale la pena visitar la Fortezza, subir a las murallas y obtener fotos panorámicas. También lo vale la Abbazia di Sant’Antimo (donde incluso se puede hospedar y escuchar los cantos gregorianos de los monjes), iglesia románica en un valle bajo el pueblo de Castelnuovo dell’Abate.

San Gimignano

Se le llama de una manera curiosa: el Manhattan de la Toscana. Y su apodo se debe a que a medida que se asciende por la colina desde el este, las 15 torres de este pueblo forman un skyline que recuerda al de la Gran Manzana pero medieval. Este es uno de los pueblos medievales preferidos por los turistas, por sus maravillosas vistas de la Toscana y por su estética perfecta. San Gimignano era ruta de paso para los peregrinos europeos desde Canterbury hasta la Basílica de San Pedro, en El Vaticano. El tránsito trajo prosperidad y las familias ricas construían torres para demostrar su poder y riqueza. De ahí surge este skyline.

Ver la Piazza della Cisterna, la Piazza del Duomo con la catedral y el Palazzo dei Podestá es un verdadero privilegio. Para quienes gustan del arte deslumbra la Pinacoteca del Palazzo Comunale, repleta de obras de las escuelas sienesa y florentina de los siglos XII al XV (Filippino Lippi, Benozzo Gozzoli…). Y la Gallería Continua posee una de las mejores colecciones de arte contemporáneo en Europa. San Gimignano es conocido también por su azafrán (zafferano), el que se puede obtener en el mercado de los jueves por la mañana, muy recomendable. En el Museo San Gimignano del 1300 hay una recreación en cerámica de la ciudad medieval. No debe dejar de ser degustado el vino Vernaccia (el blanco de San Gimignano, en el Museo del Vino), que aparece en la Divina Comedia.

Fiesole

Ideal para quienes visitan Florencia pero también quieren conocer algún pueblo y no tienen mucho tiempo. Fiesole se encuentra a 9 kilómetros al noreste de Florencia: olivares, las villas de estilo renacentista y alucinantes vistas de la llanura. Además tiene el plus de haber sido reducto de intelectuales y famosos, como Marcel Proust, Gertrude Stein y Frank Lloyd Wright. En Fiesole se realiza cada verano un festival clásico de Italia: el Estate Fiesolana que no solo es relevante por este factor sino porque se realiza en un anfiteatro del siglo I antes de Cristo. Como atracciones se puede ver un pequeño templo etrusco y baños romanos, la Piazza Mino con sus cafés y restaurantes es el lugar ideal para distenderse, y donde los domingos hay un mercado de antigüedades.

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