La película es una "respuesta cinematográfica" a la novela homónima, escrita por el argentino Pedro Mairal

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La Uruguaya: la película con dos mil productores, un bestseller y una comunidad detrás

La película basada en el libro del argentino Pedro Mairal terminó de rodar en Montevideo y avanza en Buenos Aires
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30 de octubre de 2021 a las 05:03

Las banderolas tienen una característica que puede ser considerada una cualidad o un defecto: sólo se puede ver por un espacio apaisado, alargado, horizontal. Y, generalmente, para lograrlo hay que elevarse sobre las puntas de los pies. Es un lunes de octubre particularmente caluroso y la ventana banderola, con vidrios esfumados, está abierta. Y atrás, entre los perfiles de hierro se adivina el rostro de una mujer, una vecina, que mientras lava los platos del almuerzo mira con atención hacia la calle en busca de algún indicio que satisfaga su curiosidad.

En frente, donde se cruzan Eduardo Acevedo y San Salvador, se instaló un equipo de rodaje. Están haciendo una película. Están reconvirtiendo un éxito literario. Están ensayando una nueva forma de hacer cine.

Parecía una locura. Hace tres años atrás Christian “Chiri” Basilis y Hernán Casciari estaban en Ramallo, una localidad de la provincia de Buenos Aires, cuando esbozaron la posibilidad de hacer una película. “Una película chiquita”, recuerda Basilis en diálogo con El Observador. Una película que les diera la oportunidad de entrenarse en el mundo del cine. Casciari tenía otra idea: hacerla con la Comunidad Orsai y diseñar un sistema para recaudar fondos.

“Antes de pensar en La uruguaya pensamos en el sistema”, sostiene Casciari en una conversación telefónica entre las dos orillas. Cuenta que tenían un proyecto que los seducía, pero era sobre un cuento suyo y no querían empezar Orsai Audiovisuales de una manera tan autorreferencial. “Estábamos esperando un proyecto bueno que no viniera desde las entrañas de Orsai, que no fuera un cuento mío, y cuando Pedro Mairal sacó esa tremenda novela supimos inmediatamente que lo íbamos a hacer con La uruguaya”. La novela, que se convirtió en un éxito en ventas tras su publicación, cuenta la historia de Lucas Pereyra, un escritor cuarentón, casado y padre de un niño, que viaja por el día a Montevideo a buscar dólares y así evitar las restricciones cambiarias impuestas en Argentina. Pero en medio del trámite se encuentra con Magalí Guerra, una joven veinte años menor que conoció hace un tiempo en un encuentro de escritores en Valizas y en la que no ha dejado de pensar, aun dormido.

¿Por qué La uruguaya? “Primero porque es una novela que nos encanta, después porque es de un amigo nuestro, y casi en primer lugar porque la vimos muy adaptable. Y es muy lindo, por otro lado, hacer un proyecto que funcione en las dos orillas al mismo tiempo: Uruguay y Argentina”, explica Basilis, jefe de guion. Para Casciari, por otro lado, fueron “ocho millones de razones” además de la historia, que encontraron muy cinematográfica.

Pinta a un grupo de machirulos de nuestra generación muy bien y eso nos encantó, porque la idea que tuvimos desde el principio no era reproducir la novela sino responderle cinematográficamente, y por eso elegimos un equipo no femenino, sino directamente feminista, para llevar a cabo esa respuesta”, sostiene el escritor.

Una vez que encontraron la historia que querían contar establecieron un presupuesto: tenían que recaudar US$ 600.000. En enero lanzaron una convocatoria para que el público pudiera comprar bonos de US$ 100. Cada bono convertía automáticamente a su poseedor en un productor de la película, lo que implica que podrían tomar decisiones estéticas y artísticas durante todo el proceso y, como cualquier inversión, beneficiarse de sus ganancias. Podían hacer cine. 1937 personas se asociaron en menos de dos meses.

“Hay una cosa que sí esperaba y otra que no”, sostiene Casciari, nueve meses después de que se abriera la convocatoria. "Esperaba la respuesta económica. Después de tantos años ya tengo un timing con la comunidad, sabía que iba a ser muy bien recibido. Lo que no tenía la menor idea, o por lo menos no con tanta fuerza, era el componente de diversión y de aprendizaje que realmente está transitando el productor asociado, y me incluyo. Yo no sabía que iba a aprender tanto de cine, ni que me iba a divertir tanto en medio de este aprendizaje. En la teoría estaba bueno, pero en la práctica es mucho mejor. Mucho más interesante”. 

En la misma esquina un hombre canoso pasea un bulldog francés y nota algo diferente. Algo no está bien. Se detiene y le pregunta a una de las extras que está esperando la señal que le indica que tiene que empezar a caminar: "¿Qué están haciendo?". Dos de las extras que fueron citadas al set ese lunes son, también, socias productoras. Gisella Dellature es odontóloga y nunca pensó que en algún momento participaría del mundo del cine pero cuenta, antes de pasar por la carpa donde la esperan para peinarla, que sigue a Casciari “hace mil años” y, naturalmente, “todo lo que él dice es ‘sí’”. Cuando el escritor y director de Orsai propuso el proyecto, Gisella ya estaba adentro. “Es una oportunidad de aprender. Me encanta desde muy chica, pero nunca me metí en nada de esto y es como hacer un curso”, comenta, y explica que ya es la tercera vez en la que participa como extra de la película. “Siento cierto orgullo de poder ser parte de esto, una revolución"

Unos minutos más tarde, camina junto a Julieta De Gregorio por debajo de la ventana banderola. “Hago teatro desde chica, ahora empecé en una escuela de teatro donde también hacemos algo de cine. Estar acá me permite aprender muchísimo desde adentro”, explica la joven actriz, y cuenta que no conocía a la comunidad hasta que su tía le dijo que estaban preparando el proyecto y compró un bono para cada una. “Una genia mi tía”, dice entre risas. 

“Casting abierto para actriz y actor protagónicos”

Los socios productores también participaron de la elección de los protagonistas. Se lanzó una convocatoria abierta para actrices uruguayas y actores argentinos. “Célebres o desconocidos, nos da igual”, puntualizaba el llamado. Se postularon más de 750 personas.  A partir de allí se desencadenó un proceso de casting encabezado por la directora de actores, María Laura Berch.

“Tenés que ser la actriz que haga de Guerra, la uruguaya del libro La Uruguaya de Mairal que va a llevar al cine Hernán Casiari y Orsai. Deberías contactarte....y leer el libro si no lo hiciste. Saludos”, escribió Natalia Berterreche, una socia productora, en la sección de comentarios de un reel que Fiorella Bottaioli subió a YouTube. Era febrero. Para julio, cuando le confirmaron que el papel sería suyo en una transmisión por streaming, ya sentía que era Guerra. “Básicamente invertí todas mis sesiones de terapia en esto. Fue un trabajo interno muy grande, largo, de resiliencia y mucha paciencia”, dice. 

“Eran escenas desafiantes. Es un guion que tiene muchos matices porque son ellos dos quienes sostienen toda la historia, entonces había de todo un poco para trabajar. Había que más que nunca mirar en uno y confiar", dice la actriz que ha participado de películas como Tan frágil como un segundo y Ojos grises. "Hasta el día de hoy sigo sin dimensionar lo que este proyecto conlleva".

¿Quién es Magalí Guerra? “Me parece que es una mujer que está un poco sola en la vida", cuenta la actriz que la interpreta. "Falleció su madre, su padre no le da mucha pelota y es bastante avasallante, guerrera. Es una mujer feminista que no se come ninguna, pero también esconde detrás de todas esas capas una mujer muy sensible y muy sola”, explica.

Sebastián Arzeno ya había trabajado con la directora de la película, Ana García Blaya, en Las buenas intenciones y le adelantó de qué se trataba el proyecto. “Ella tenía la convicción de que yo lo podía hacer. Yo no creía que eso pasara, pero conociéndola es muy intuitiva, apuesta mucho y cree mucho en las cosas. Me empezó a agarrar miedo porque si Ana cree que lo puedo hacer, probablemente pueda ser que suceda”, recuerda el actor. El proceso de selección fue largo y colaborativo. Los casi dos mil socios productores votaron para elegir a la pareja que interpretaría. 

¿Quién es Lucas Pereyra? “Me parece que es un personaje ideológicamente muy castigado, con esto de que viene y quiere tener sexo enseguida con ella, más en los tiempos en los que vivimos, y me parece bien. Creo que internamente cargás un poquito con esa culpa, pero es un personaje que está destruido, que ha dejado correr cosas en su vida que no eran buenas y que una persona que con dos dedos de frente se hubiera replanteado. Son cosas desprolijas que lo hace una persona que está desequilibrada”. 

Basili, en tanto, encabeza un grupo de escritores que debieron adaptar el libro a el lenguaje audiovisual. "Es un libro que parece muy fácil de adaptar, es un libro que vos leés y decís 'ya está, esto es una película', pero en realidad cuando empezás a hacer el traslado te das cuanta de que la trama, lo que cuentan los dos personajes en movimiento, es poco, queda corto. La novela tiene una gran potencia verbal, tiene mucha imagen, tiene pequeños ensayitos, mucha poesía, que la completan un montón; entonces había que suplir toda esa abstracción, bajarlo a trama y hacerlo concreto, visible, dramatizarlo. Ese fue uno de los grandes desafíos de la adaptación". El proceso también tuvo muchos recorridos. "Poco a poco fuimos descartando cosas, se fueron decantando otras, hasta llegar a lo que creo que es una versión muy parecida a la novela. La estructura viene muy en paralelo con la estructura que armó Pedro (Mairal)", sostiene.

"Una respuesta feminista"

Pedro es consciente desde el principio que está generando esta incomodidad del cuarentón que necesita una pendeja para reivindicar algo que nunca se sabe bien qué es. Y que está todo el tiempo ahí con la lengua afuera, tratando de cogerse a la mina”, dice Casciari, y destaca que esa dinámica está muy bien trabajada en la novela. “Me parece que si no presentábamos lo audiovisual como respuesta, corríamos el riesgo de que no se entendiera qué queríamos responder justamente. Me parece que con un director hombre, un guion masculino o con la cotidianeidad del rodaje masculino no íbamos a conseguir eso. Eso lo puede conseguir una mirada femenina”.

Así eligieron a Ana García Blaya, una directora argentina y feminista, que estrenó su ópera prima en 2019 y pasó por los festivales de Toronto, San Sebastián y Mar del Plata. “Me causó mucha ternura que me hayan llamado a pesar de tener una sola película y les dije que obviamente contaban conmigo”, dice la directora, que también es parte de la comunidad Orsai. “Nunca había firmado ni hecho nada que no fuera escrito por mí, así que ese era el desafío principal: apoderarme un poco de la historia que quería contar y de la manera en la que quería contar la historia”, explica Blaya a El Observador, sobre esta historia escrita por un autor varón que habla de un protagonista varón. “Que le hayan puesto en manos de una directora mujer me pareció muy muy novedoso”

García Blaya se propuso echar luz sobre las mujeres que aparecen en la historia. “Iluminar un poco la historia de Guerra, lo que le pasa que no está a veces tan mencionado en el libro. También Cata, la esposa de Lucas Pereyra, la importancia de lo que a ella le pasa y cómo termina. Era importante que las mujeres que se fueran encontrando en el camino", comenta. Se trata, de alguna forma, de tirar de los hilos que el libro deja esbozados. Completar el relato. 

La directora juntó a su equipo, un staff en el que muchas mujeres son las cabezas de los departamentos. "Acá están trabajando las mejores, que también son mujeres", sostiene. "Es un seleccionado del cine, son genios del cine. No estamos experimentando en ese terreno, estamos experimentando en un terreno de logística y de producción, pero no de creatividad. No nos estamos haciendo los locos en este sentido", remarca Casciari.

El miércoles 27 de octubre filmaron las últimas escenas en Montevideo. Ahora deberán rodar el comienzo y el final de la historia en Buenos Aires. Luego empezará la etapa de postproducción, donde todo toma forma. El 28 de diciembre a las 19:00, el Día de los inocentes, se va emitir el primer corte de la película, en simultáneo, en un cine de la Mercedes de Argentina –la ciudad de Casciari–, en Montevideo y a través de un enlace oculto para socios productores. "Es el día de los ingenuos que creemos que las cosas buenas pueden ocurrir", cuenta el director de Orsai. En esa fecha, también, se inauguró la revista Orsai en el año 2010. Inmediatamente después de la emisión de ese primer corte, en la aplicación en donde los productores votan, se les harán seis preguntas respecto a la edición: la voz en off, la música, el final, una pregunta sobre algo que ocurre en el clímax, y una pregunta general sobre lo que sintieron al ver el primer corte. De acuerdo a los resultados podrá volver a edición o salir al mercado.

"No era un experimento hacer la revista Orsai sino una manera nueva, e intentamos que perdurable, de comunicarnos gráficamente con los lectores. Sigue siendo así. Nunca es un experimento y nada más, siempre es cruzamos los dedos y hacemos todo lo posible para que el producto final sea excelente independientemente de su gestión. Me parece que muchas veces pasa que hay gente que pone como excusa el modo en que lo hizo para decir 'no fue tan bueno, pero mirá cómo lo hicimos, mirá lo que nos costó'. Esa excusa a mi me parece inmadura", dice Casciari. 

Alentados por el éxito de la fórmula aplicada a La Uruguaya, el equipo ya comenzó a preproducir el segundo proyecto. Canelones será una miniserie de seis capítulos que se va a filmar el año que viene. Es aquella historia que les parecía demasiado autorreferencial para que fuera la primera. "Es una historia que referencia a un cuento mío que se llama Canelones, pero no es que es una adaptación, sino que el cuento es un disparador de algo espantoso que le pasó a mi mamá en 2015 y que me permite contarlo en formato de miniserie", explica el escritor. A diferencia de La Uruguaya, que empezó con un presupuesto fijo, Canelones tiene un presupuesto abierto y recibe productores hasta el 31 de diciembre de 2021.

"El 31 de diciembre no entra ni un peso más ni entra un socio productor más, pero la cantidad de dinero que tengamos ese día será la caja de producción: va a ser una superproducción o una producción más austera dependiendo de la cantidad de plata que hayamos conseguido". Al cierre de esta edición llevaba US$543.300 aportados por 2.868 socios productores, que ya decidieron que los protagonistas serán Verónica Llinás y Darío Barassi.

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