Marcelo Umpiérrez

Lacalle buscará oxígeno en gestión de Larrañaga mientras procesa otros cambios

En la coalición consideran que el cambio de “actitud” en el combate al delito puede ser transmitido más rápidamente a la gente que el de otras áreas del Estado

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07 de diciembre de 2019 a las 05:03

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Borges había firmado tantos ejemplares de sus libros que, decía, a su muerte tendrían un gran valor aquellos que no llevaran su rúbrica. Salvando las planetarias diferencias, lo mismo se puede decir de la cantidad de selfies que se ha sacado el presidente Luis Lacalle Pou con sus seguidores en los últimos meses. Son multitud las personas que tienen su autorretrato con el presidente electo y confirman que, más que luna de miel, lo que el presidente blanco está protagonizado con buena parte de los uruguayos es un romance. Si se compara el fervor que su triunfo sembró a lo largo del país con pasados festejos electorales posdictadura, solo se asemeja a la algarabía provocada por la llegada al gobierno del Frente Amplio en 2005. Ni siquiera el regreso al poder del Partido Nacional tras treinta años en la oposición, de la mano de su padre Luis Alberto Lacalle, despertó una ola visible de esperanza semejante.

La esperanza es un sentimiento que surge, mayormente, de una desesperanza anterior, de una frustración o de una circunstancia que nos lleva a poner la ilusión en otro lado. Pero suele tener fecha de caducidad.

Entonces, ¿cuánto puede durar la confianza en el próximo gobierno? ¿qué pasará cuando las selfies ya no sean tan abundantes? ¿qué medidas urgentes puede tomar el futuro presidente para que, a corto plazo, la gente sienta que de verdad hay un cambio? Al menos esta última interrogante tal vez la pueda responder el futuro ministro del Interior, Jorge Larrañaga, ya que en la coalición de gobierno creen que si se cierran rápidamente alguno de los flancos que dejó abierta la izquierda en el asunto de la seguridad pública, el gobierno ganará oxígeno antes de que empiecen a dar frutos, si los dan, los otros cambios previstos por Lacalle Pou.

Desde la futura administración sostienen que, a diferencia de otras áreas donde los resultados no son tan evidentes, las cosas que suceden en las calles están a los ojos de todos y en el caso de la policía la gente se dará cuenta si asume una “actitud” diferente a la que ha tenido hasta ahora.

Leonardo Carreño

En la entrevista publicada por El País el domingo 1°, Lacalle Pou dijo que el tema de la seguridad pública“tiene la mayor urgencia". “Homogeneizar las urgencias es un tanto complejo. El que hoy está pensando en que la semana que viene cierra su comercio, está pensando en un tema económico que no aguanta más. Entonces, a veces tendemos a unificar la acción de un gobierno diciendo primero es seguridad, después economía. No. El gobierno por algo tiene 13 ministerios. Creo que en términos de sensación pública lo más urgente y lo más factible es el tema seguridad: que se noten los cambios”, afirmó.

Fuentes nacionalistas dijeron a El Observador que la actitud del gobierno en el tema seguridad será la punta de lanza en los primeros meses de gestión.“Eso nos puede dar oxígeno para empezar a acomodar las cosas en otras áreas del Estado. Los cambios en seguridad no van a ser fáciles, pero la gente nota cuando hay otra actitud”, dijo a El Observador un experimentado parlamentario blanco.

Desde la futura administración sostienen que, a diferencia de otras áreas donde los resultados no son tan evidentes, las cosas que suceden en las calles están a los ojos de todos.

Otro legislador muy cercano a Lacalle Pou coincidió acerca de que aunque los asuntos de la seguridad pública son de los más arduos en una gestión de gobierno, también “pueden ser los más visibles ya que involucran la vida cotidiana de la gente”.

En tanto, en el entorno del expresidente colorado Julio María Sanguinetti también creen que la pelea contra la delincuencia es una “carta importante” que se puede presentar en el inicio del juego.

De esta manera, el gobierno de la coalición “multicolor” ganará tiempo para intentar, entre otras cosas, un ahorro de US$ 900 millones por año –que pretenden que repercuta en las tarifas públicas–, la recuperación de empleos, la mejora de la productividad estatal y privada, y la reforma del sistema de seguridad social.

Los blancos ya manifestaron su decisión de declarar una rápida “Emergencia Nacional” en seguridad para aprobar la legítima defensa presunta en el accionar de la policía y reforzar con más personal a las comisarías barriales, entre otros asuntos.

Allegados a Larrañaga reconocieron a El Observador que esa expectativa le agrega una presión extra a la gestión del líder blanco quien ya ha transmitido a los suyos que se preparen para un trabajo que estará en el centro de la atención de aliados y adversarios. “La policía no puede retroceder ante la delincuencia. No se trata de sacar pecho pero hay cosas que no se van a tolerar más y a la delincuencia hay que aplicarle la ley”, dijo en una reunión con sus colaboradores.

Los blancos ya manifestaron su decisión de declarar una rápida “Emergencia Nacional” en seguridad para aprobar la legítima defensa presunta en el accionar de la policía y reforzar con más personal a las comisarías barriales, entre otros asuntos.

También se refirió a los episodios de violencia ocurridos en Pocitos Nuevo en la madrugada del domingo 1. “Lo que pasó en Kibón es inaceptable. Ya se había prendido un alerta en las redes sociales sobre lo que iba a pasar y nadie lo vio. Es inexcusable”, se quejó el futuro ministro.

Larrañaga estuvo en la zona de los incidentes el sábado 30 pero participar de los festejos del triunfo blanco, y allí se sacó decenas de selfies con nacionalistas que le manifestaron su esperanza de que la situación de inseguridad mejore a la brevedad.

“Basta de impunidad”, repitió como una letanía Larrañaga recordando una frase que le escuchó a Lacalle Pou y que, dice, aplicará para tratar de enfriar el hierro caliente que a partir de marzo le caerá en las manos.

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