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27 de noviembre 2023 - 5:00hs

Fernando López Iervasi nació en Buenos Aires y comenzó su vínculo con la tecnología en la escuela secundaria. "Construía mi propia radio y sistema de alarmas, la radio era de tan mala calidad que bloqueaba a toda la gente que miraba televisión", confiesa a Café & Negocios el líder de Microsoft para Sudamérica Hispana en su primer visita a las oficinas de la empresa en Montevideo. Estudió en la universidad pública de donde egresó en 1998, pero volvió a la tecnología recién 10 años después de un paso por grandes empresas de consumo masivo donde tuvo la oportunidad de lanzar la primera lamparita led del mundo. "En Irlanda retorné a la senda tecnológica cuando empecé a trabajar para Google". Tiempo después desembarcó en Microsoft en pleno auge de la nube y ahora le toca liderar a la región "en una nueva era", como define a la inteligencia artificial generativa.

Vivió en siete países y sus tres hijos son de distintas nacionalidades, "la única que puede ser presidenta de Argentina es mi hija menor que nació ahí, los otros son argentinos por elección, uno nació en España y el otro en Holanda".

 La filosofía del nuevo asistente de inteligencia artificial de Microsoft—Copilot— que se basa en que la tecnología sea efectivamente un copiloto para las personas caló hondo en en su vida diaria y reconoce que no usa notificaciones, ni siquiera para WhatsApp. "Lo importante es que yo use la tecnología, no que la tecnología me use a mí", dice al cierre de la dinámica entrevista que mantuvo con Café & Negocios. A continuación, un resumen del intercambio con el presidente de Microsoft para Hispanoamérica, Fernando López Iervasi.

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¿Cómo comenzó su vínculo con Microsoft?

En el año 2016 estaba manejando la operación de Chile para Google y ese año hubo una visita de Satya Nadella (CEO de Microsoft). En ese momento la compañía se estaba refundando hacia la nube. Tuve la oportunidad de ir a escucharlo en un grupo reducido y fue muy impresionante. Me invitaron a participar de un proceso y terminé volviendo a Argentina con toda la familia después de muchos años y me sumé a Microsoft. Ahí arranqué en la dirección comercial de Argentina en un momento de muchísima transformación. Era un momento en el que todavía la gente se cuestionaba si tenía que invertir en tecnología o no, o si tenía que invertir en la nube o seguir teniendo su computadora de escritorio con todo ahí. Parece que pasó mucho tiempo, aunque no pasó, pero sí hubo muchísima evolución en el medio.

En el 2020, en plena pandemia, me dan la oportunidad de manejar la operación de Argentina así que estuve prácticamente un año armando equipo y construyendo una agenda de forma virtual. Fue un momento alucinante porque la pandemia aceleró todo lo que era la digitalización. Ahora en 2023 entramos en una nueva era donde se acelera todo lo que es la agenda de Inteligencia Artificial (IA) Generativa con un cambio que es comparable a la aparición de internet. En el medio entre la aparición de internet y lo que estás haciendo este año apareció el teléfono celular. En este contexto el teléfono celular es una innovación más, no es un cambio de plataforma asi que lo que estamos viendo ahora es un cambio realmente muy importante.

Asumió un nuevo rol en Microsoft como presidente de Sudamérica Hispana, ¿cuáles son sus ejes de trabajo en esta posición?

Siempre van surgiendo oportunidades. En este año 2023 mientras toda la industria tecnológica se está transformando también surgió la oportunidad de armar una nueva región y me dieron la oportunidad de presidirla. La región es Sudamérica Hispana y son ocho países, entre los que está Uruguay. 

La primer misión que tenemos es generar un lenguaje común. Si bien toda la región habla el mismo idioma, todos hablamos castellano, es importante generar un lenguaje común internamente, para el cliente y para el mercado apalancándonos de todo lo mejor que tenemos en el mundo. Después, sacar lo mejor de cada país para que sea utilizado para la región y para el resto del mundo, y Uruguay tiene muchísimo para aportar en este contexto.

¿Cuál es su visión con respecto al posicionamiento de Uruguay en materia de tecnología?

Primero hablar de talento y del ecosistema. Nosotros vemos en Uruguay un país que puede aportar mucho para el resto de los paises, no solo en el mercado doméstico que también es importante. La tipología de talento que tenemos y el tipo de empresas de tecnología que hay en Uruguay realmente nos abre las puertas para poder innovar para el resto de la región. En el laboratorio de innovación (inaugurado por Microsoft a mediados de este año en el LATU) nuestra intención es que realmente sea un faro y un punto de aceleración para proyectos que van mucho más allá de Uruguay. Es una prioridad que tenemos de negocio. Aparte están dadas las condiciones para poder atraer no solo talento, sino tecnología de Uruguay para el resto de la región y del mundo.

¿Cuáles son los primeros resultados del laboratorio de Microsoft en Uruguay?

Lo que vemos nosotros es que ha superado todo tipo de expectativas. Atrae una cantidad de proyectos significativos. Ya tenemos resultados en proyectos, por ejemplo Grupo M que mide la efectividad de anuncios publicitarios apalancandose en lo último en tecnología.

Hoy tenemos más de 60 proyectos y hay todo un calendario realizado, estamos pensando cómo hacemos para tener mayor capacidad y seguir colaborando con el gobierno para que esto suceda.

¿Todos los proyectos son uruguayos?

La prioridad son proyectos para Uruguay, estamos pensando en cómo lo escalamos. No tenemos escrita la letra chica de cómo se va a apalancar, pero obviamente es un proyecto que está en Uruguay, que está financiado en gran parte por el gobierno local, por lo que la prioridad es que tenga un impacto fuerte para el ecosistema local. Estamos viendo la forma de poder expandirlo más allá de Uruguay, pero todavía nos falta bastante trabajo.

¿Hay algún sector de actividad en particular que se haya volcado a buscar soluciones en el laboratorio?

Vimos distintos sectores. Desde proyectos  que sirven para medir temas relacionados al desarrollo de software hasta proyectos de publicidad. Es transversal a varias industrias en un contexto en el que la pureza de industria no existe más. Hoy hablamos mucho de la interseccionalidad de industrias, por ejemplo la industria de la banca ya no es pura, está atravesada por otras industrias, la industria del retail ya no es pura.

 La idea del laboratorio es que pueda impactar en varias industrias, obviamente hay algunas que tienen cierta prioridad como proyectos de sustentabilidad u otros de altísimo valor agregado como software; la interseccionalidad creo que es algo que vamos a ver en la variedad de proyectos que están dentro de este laboratorio.

¿Se acercan tanto grandes empresas como pequeñas y medianas?

Sí, lo que estamos pensando y todavía no está resuelto es qué hacemos con empresas muy grandes de fuera de Uruguay que quieren ser parte. Ya van a venir más detalles sobre eso, lo estamos elaborando. Hay que llevarlo a la realidad pero tenemos que ser justos para todas las entidades que apoyaron a que esto suceda en Uruguay. La prioridad es que esto sea justo para todos los participantes del laboratorio, incluido el gobierno de Uruguay obviamente.

Es todo bastante nuevo. Uno de los grandes cambios de Microsoft es que pasamos de ser una compañía que lo sabía todo a una empresa que lo aprende todo; es un proceso de aprendizaje puro y duro.

¿Qué tan revolucionaria es la inteligencia artificial?

El 2023 realmente es un año de un cambio de plataforma muy fuerte. Se puede hacer un paralelismo con lo que fueron los años 90' con la irrupción de internet. 

Internet se genera en los 60´ en proyectos militares y se democratiza en los 90´con la aparición de lo que eran los navegadores y la conectividad.

La inteligencia artificial nace en el 50´con el código enigma con Alan Turing, ese es el primer momento donde aparece la IA. 

En el camino suceden varias cosas. Por ejemplo en 2017 aparece la base computacional para que suceda lo que hoy está sucediendo. Se logra que la computación emule bastante en la forma de procesar los datos al cerebro humano. Aparece lo que se llama deep learning que genera las bases para que se empezaran a desarrollar modelos muchos más poderosos de IA.

En 2018 Microsoft hace una inversión en Open IA de US$ 1.000 millones, en 2019 de US$ 2.000 millones, y durante todo ese periodo hasta noviembre del año pasado se entrena un modelo generalista. Para ponerlo en lenguaje sencillo, nosotros estamos aquí interactuando y  recibiendo distintos parámetros, nuestro cerebro lo procesa en tiempo real y no nos damos cuenta de que estamos incorporando 5.000 parámetros. La IA generativa que se publicó por primera vez en noviembre del año pasado y que sale con el ChatGPT en todas las noticias incorporó 175 billones de parámetros. Básicamente fue entrenado con todo internet de forma generalista.

Hasta el 2022, hace un año, los modelos de IA se entrenaban para resolver un problema puntual, y ese es el gran cambio. Ahora esto permite utilizar lenguaje natural y el modelo va a dar una respuesta bastante certera. 

La gran transformación es que nos deposita en un mundo de super productividad, donde a partir de hablarle en lenguaje natural a la máquina vamos a tener una asistencia en tiempo real sobre temas que antes llevaban dos o tres semanas. Por ejemplo los bots existen hace cinco años pero ahora lleva un par de horas ponerlo en marcha y en tres semanas el nivel de precisión de aprendizaje del 70%. Eso antes llevaba un mes para ponerlo en marcha y un año para que aprendiera. La tecnología que hay detrás permite que todo sea mucho más rápido y mucho más productivo, esa es una transformación enorme que está sucediendo a partir de este año.

La gran cuestión es cómo nos va a cambiar la vida

Es un tema central. Nosotros como Microsoft la creamos con el espíritu de que la tecnología amplifique tu capacidad, que sea tu copiloto.

No queremos que sea un piloto, sino que ayude a las personas a hacer mejor sus cosas.

Un ejemplo es el proyecto que lanzamos en Colombia para detectar en tiempo real cambios de diversidad en la Amazonía, prevenir la deforestación y para ayudar al gobierno a que tome medidas en tiempo bastante real. Usamos diferentes fuentes de datos, no solo imagenes satelitales, sino cámaras trampa que se ponen en la selva para detectar animales. 

Un efecto colateral muy importante es que en el mundo hay 1.2 millones de biólogos, en proyectos como la Amazonía el 80% de su tiempo se iba en asegurar que la foto de determinado animal era de ese animal, en curar la calidad de los datos. Hoy en día eso lo resolvemos con tecnología, entonces pueden dedicar su tiempo a proponer cambios en políticas públicas o a proponer cambios en tiempo real que pueden ser de mucha más utilidad.

¿Qué pasa cuando la disrupción no se usa con buenas intenciones?

A mi me gusta decir que hay que mirar las cosas con distintas lentes. En momentos de disrupción hay tres lentes, se puede mirar con el lente ético, con el lente legal y con el lente de negocios. En general, en este orden cronológico, los problemas éticos de hoy, son los problemas legales de mañana y los problemas de negocios de pasado mañana.

Hoy en día cuando la regulación viene detrás, el lente ético prima. Nosotros tenemos principios éticos muy estrictos y escritos sobre qué queremos hacer con respecto a inteligencia artificial. En todo lo que hacemos lo primero que hay que hacer es respetar los principios éticos. Dado el nivel de disrupción la responsabilidad de las compañías tecnológicas tiene que estar en un parámetro muy, muy alto porque somos los que estamos creando la tecnología.

¿Cuáles son sus perspectivas a futuro?

Hoy en día estamos muy involucrados en resolver los grandes problemas del mundo. En alimentación, en el 2050 vamos a tener que alimentar a 8.000 millones de personas en un mundo que es finito, con una superficie arable que ronda el 45% del planeta  y que no hay más. Del 45% de superficie arable hay que producir más alimentos y aparte hay que hacerlo de forma sostenible y sustentable porque sino el mundo no es vivible. Hoy cumplir esa función sin tecnología no es posible. 

Los objetivos que tiene el planeta de sustentabilidad para el 2050 hacen que el 60% de la tecnología necesaria para lograr eso todavía no haya sido creada. La tecnología tiene un rol central.

Para el 2030 el 10% del PBI mundial se va a gastar en salud, y probablemente eso va a permitir atender bien a 1.000 millones cuando hay 7.000 desatendidos. ¿Cómo hacemos desde la tecnología para democratizar y que la gente esté mejor atendida? Estamos involucrados en solucionar los principales problemas del planeta, y dada la magnitud de los problemas y los tiempos cortos que tenemos, sin tecnología no se puede hacer.

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