Ojivas nucleares en una exhibición militar en Moscú

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Las armas nucleares tácticas rusas desplegadas en Bielorrusia reavivan el fantasma del chantaje nuclear

En la doctrina nuclear rusa se afirma que utilizaría armas de ese tipo en caso de “agresión contra la Federación Rusa con el uso de armas convencionales cuando la existencia misma del Estado esté en peligro”. Esto podría ocurrir si Ucrania retomara o intentara retomar territorios que Moscú considera como propios
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06 de septiembre de 2023 a las 05:04

A mediados de este año, Rusia comenzó a transferir armas nucleares tácticas a su vecina y aliada Bielorrusia, lo que ocasionó inquietud internacional y puso nuevamente en agenda un tema que parecía olvidado desde el fin de la Guerra Fría: el chantaje nuclear, o sea la amenaza del uso de ese tipo de armas para presionar hacia la obtención de logros en el terreno de la geopolítica.

Según se sabe, Rusia tiene el mayor arsenal nuclear del mundo, con 5.889 ojivas, en comparación con las 5.244 desplegadas por los Estados Unidos. Pero el tamaño (o, más exactamente, el número de ojivas) no debería ser importante para el análisis.

La teoría de la disuasión nuclear –con su noción relacionada de destrucción mutua asegurada– debería significar que ningún país quiera disparar primero, ya que eso prácticamente garantizaría su propia destrucción (junto con gran parte del resto del planeta).

Dicho esto, la retórica de los dirigentes rusos desde la invasión de Ucrania planteó periódicamente la amenaza del arsenal nuclear de Rusia. Tanto Vladimir Putin como el vicepresidente de su consejo de seguridad nacional, Dimitry Medvedev, hicieron comentarios amenazantes al respecto.

Ya en septiembre de 2021 Putin había dicho: “Si la integridad territorial de nuestro país se ve amenazada, sin duda utilizaremos todos los medios disponibles para proteger a Rusia y a nuestro pueblo; esto no es un engaño”.

La idea de destrucción mutua asegurada está vinculada al uso de armas nucleares estratégicas –que pueden lanzarse para atacar grandes objetivos, como ciudades– a más de 3.500 kilómetros de distancia y transportar enormes cargas útiles de artefactos de explosivos termonucleares. El RS 28 Sarmat, el más reciente misil intercontinental desarrollado por Rusia, por ejemplo, puede llevar hasta 16 ojivas nucleares.

Pero las armas que Rusia supuestamente está desplegando en Bielorrusia son armas nucleares tácticas (TNW). Se estima que Rusia tiene 2.000 ojivas tácticas en funcionamiento y actualmente no está claro cuántas de ellas terminarán finalmente en Bielorrusia.

Hubo un largo debate sobre lo que significa el término TNW. En 2018, el entonces secretario de Defensa de los Estados Unidos, Jim Mattis, dijo: “No creo que exista un ‘arma nuclear táctica’. Cualquier arma nuclear utilizada en cualquier momento cambia las reglas del juego estratégico”.

La Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN) define un TNW como “cualquier arma que no haya sido clasificada como ‘estratégica’ según los acuerdos de control de armas entre los Estados Unidos y Rusia (Salt, Sort, Start)”. Según la ICAN, estas armas pueden tener explosivos con potencias de hasta 300 kilotones, o 20 veces la fuerza de la bomba que destruyó Hiroshima.

En términos de lanzamiento, tienden a tener un alcance más corto, alrededor de 500 kilómetros, y pueden lanzarse mediante misiles, torpedos o aviones. Están diseñadas para usarse en el campo de batalla sobre concentraciones de tropas y/o grandes instalaciones militares. Se cree que Rusia tiene diez veces más ojivas nucleares tácticas que la OTAN.

La actual doctrina nuclear rusa describe cuatro casos en los que utilizaría sus armas nucleares. Los primeros tres casos, referidos a hipotéticos ataques a territorio ruso con armas nucleares, son actualmente en gran medida inaplicables dado que nadie está atacando o amenazando a Rusia con algún tipo de armamento nuclear, sea táctico o estratégico.

Sin embargo, el último caso da más lugar a especulación. Dice que Rusia utilizaría sus armas nucleares en caso de “agresión contra la Federación Rusa con el uso de armas convencionales cuando la existencia misma del Estado esté en peligro”.

En primer lugar, el concepto de “agresión” significa cosas diferentes para Rusia que para otros países. Por ejemplo, Rusia considera la ampliación de la OTAN como un acto hostil.

En segundo lugar, Rusia tiene una interpretación diferente de lo que implica el territorio ruso, como lo indican los referendos organizados en Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiya ocupados por sus tropas.

Por lo tanto, retomar partes de Ucrania que Moscú ahora considera territorio ruso podría considerarse una “agresión contra la Federación Rusa” según las directrices de su doctrina nuclear vigente.

También hay que considerar la política rusa de “escalar para desescalar”. Básicamente, esto significa que una parte clave de la doctrina nuclear rusa sostiene que para reducir la intensidad de un conflicto no nuclear (convencional), Rusia tendría que intensificarlo primero mediante la amenaza de un ataque nuclear limitado o táctico.

Esto plantea la cuestión de que, si la guerra en Ucrania estuviera en peligro de fracasar por completo, el Kremlin podría interpretar la perspectiva de derrota como una motivación para invocar este principio.

Medvedev expresó esto más claramente en julio cuando dijo: “Imagínese si la ofensiva, que está respaldada por la OTAN, fuera un éxito y arrasaran una parte de nuestra tierra. Entonces nos veríamos obligados a utilizar un arma nuclear de acuerdo con las reglas de un decreto del presidente de Rusia. Simplemente no habría otra opción”.

De modo que la decisión del Kremlin de desplegar algunas de sus armas tácticas en Bielorrusia da a estas preocupaciones una dimensión adicional. El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, advirtió sobre lo que llamó “la rápida militarización de Europa del Este y el aumento de las actividades militares de los Estados Unidos y la OTAN”.

En otra ocasión también comentó “Dios me libre de tener que tomar la decisión de usar esas armas hoy, pero no habría duda si nos enfrentamos a una agresión”. Aunque, en general, se acepta que cualquier decisión sobre el uso de estas armas se tomaría en Moscú y no en Minsk.

Las fuerzas nucleares de Rusia están en “alerta máxima” desde febrero de 2022, días después de que comenzara la invasión. Los líderes del país advirtieron repetidamente sobre la posibilidad de su uso.

El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, dio una indicación bastante clara de sus pensamientos cuando en junio dijo a donantes políticos en California: “Cuando estuve aquí hace unos dos años diciendo que me preocupaba que el río Colorado se estuviera secando, todos me miraron como si estuviera loco. Me miraron como cuando dije que me preocupaba que Putin usara armas nucleares tácticas. Es real”.

(Con información de The Conversation)

 

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