EUA- La bandera a media asta en Washington. Estados Unidos llora la muerte de 20 niños en Newtown
Ricardo Peirano

Ricardo Peirano

Reflexiones liberales

Las armas y la libertad

¿Alguien piensa que servirá como defensa tener un arma en su casa si no la sabe usar, o la usa muy poco, o no es un experto para disparar frente a un atacante? ¿No será más bien un peligro?
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19 de diciembre de 2012 a las 00:00

Las armas y la libertad


A raíz de la tragedia en el colegio Sandy Hook de Newtown en el estado de Connecticut, donde fueron asesinados salvajemente 20 niños de 6 y 7 años, y 7 mayores, un buen amigo me preguntó que pensaba del libre porte de armas por parte de civiles. Buena pregunta cuando uno todavía en estado de shock por la incomprensible matanza del viernes.

Buena pregunta cuando se está despertando en Estados Unidos un nuevo debate sobre el derecho de portar armar supuestamente garantizado por la Segunda Enmienda (aunque hay aquí quizás hasta más de dos bibliotecas sobre lo que se quiso establecer en dicha enmienda).

Buena pregunta cuando uno lee declaraciones de congresistas norteamericanos, sobretodo del Partido Republicano, que sostienen estupideces tales como que si la directora de Sandy Hook hubiera tenido un rifle en su despacho, en lugar de salir al corredor a cara descubierta y ser barrida a disparos por las armas semiautomáticas que portaba Adam Lanza, podría haber matado al asesino y evitado la posterior tragedia.

Buena pregunta cuando otro amigo me envía una nota de The Economist del año 2008 sobre el control de armas pero ilustrada con una foto de un empleado de una cafetería que está preparando comida para los clientes y se ve claramente que en su cinturón lleva un arma de fuego a la vista de quien quiera mirarlo. No sé si los clientes de la cafetería serán gente violenta o si ellos mismos usarán armas de fuego como en los antiguos salones del Far West (donde por cierto se hacía dejar las armas en la entrada), pero la verdad es que prefiero tomarme un café en otro lugar “menos seguro”.

En cuanto a la interpretación de la Segunda Enmienda y el porte de armas, corresponde que hable la Corte Suprema de Estados Unidos. Solo quiero recordar que durante casi dos siglos rigió una interpretación restrictiva de porte de armas por individuos para defensa propia y recién a partir de los años 70 ganó terreno el uso cuasi libre de armas de fuego es algo reconocido como derecho individual recién en esta década. Y que Warren Burger, un conservador nombrado en la Suprema Corte nada menos que por Richard Nixon, describió la interpretación amplia de la Segunda Enmienda como: “Uno de los fraudes más grandes... Repito la palabra «fraude» perpetrado contra el pueblo americano por un grupo de intereses que he visto en mi vida.”

Pero dejemos a los americanos lidiar con su enmienda y con el poderoso lobby de la Asociación Nacional del Rifle, que tiene una influencia increíble sobre el Congreso de los Estados Unidos y sobre los presidentes. El derecho de portar armas, a mi juicio, debe ser aplicado con un criterio restrictivo y solo en casos justificados o por motivos de caza. Es totalmente inaceptable que Uruguay, por ejemplo, sea el noveno país en el mundo en posesión de armas por habitante y que haya más de un millón de armas en propiedad de los ciudadanos. ¿Alguien piensa que servirá como defensa tener un arma en su casa si no la sabe usar, o la usa muy poco, o no es un experto para disparar frente a un atacante? ¿No será más bien un peligro? Para mí, en el tema porte de armas la legislación debe ser restrictiva. Y ello no va en desmedro de la libertad de los ciudadanos como no va en desmedro de la libertad el cumplir la normas del tránsito, el respetar los derechos del otro, el no atacar e insultar a cualquiera que se nos ocurra.

Corresponde al estado la protección de la seguridad ciudadana y en vez de promover el porte de armas para defensa propia, se debe promover una eficaz acción gubernamental. Es verdad que esta acción, por más eficaz que sea, no evita tragedias como la de Noruega donde un lunático mató a más de 70 jóvenes en un campamento. Pero más vale reservar al estado la conservación del orden y de la seguridad, que organizar milicias, bandas armadas o proveer de armas de fuego a quienes no tienen capacidad de manejarlas. Al fin y al cabo, una de las tareas fundamentales del estado es garantizar el orden e impartir justicia. Ello es lo que permite a los ciudadanos el ejercicio de sus libertades individuales y sus garantías personales, desde el derecho a la vida hasta la libertad de expresión. El ciudadano es más libre, si puede transitar por la vida sin tener que portar armas, que suelen ser un peligro más para ellos que para los asesinos. Y eso es deber del estado asegurarlo.

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