Las trincheras de la primera guerra mundial vuelven a la vida en un estremecedor documental

Peter Jackson presenta "Jamás llegarán a viejos", una realización que colorea y moderniza imágenes inéditas e impactantes del primer gran conflicto bélico del siglo XX

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15 de marzo de 2019 a las 05:04

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Verdún, Ypres, Somme, las tres todavía suenan, aunque cada vez más distantes. Los testimonios, a esta altura de la vida, están todos callados, porque están todos muertos. La tierra de nadie, en tanto, sigue dividida por los cráteres y las trincheras, pero solo como parte de una construcción que permanece únicamente en las fotografías de los libros de historia. Aquel disparo en Serbia, la posterior convulsión europea, la masacre absurda; todo quedó sepultado y eclipsado cuando la humanidad mostró su naturaleza más autodestructiva veinte años después, cuando todo fue más global, masivo, terrorífico y catastrófico. Bajo el peso de su hermana mayor, la primera guerra mundial –la Gran Guerra– quedó sumida en una especie de limbo entre el olvido y la memoria. Cada vez más lejana, perdió pie.

Pero Peter Jackson es uno de los que la recuerda. Por un lado, el director neozelandés es un coleccionista acérrimo de diferentes tipos de memorabilia del conflicto –los vehículos que participaron en ella, por ejemplo–; por el otro –un lado mucho más visceral–, su abuelo formó parte de uno de los tantos regimientos ingleses que se enfrentaron a los alemanes en Francia. Y como sobrevivió, pudo contarle a su descendencia lo que fue vivir aquel purgatorio. 

Por eso, no resulta raro que el hacedor de la trilogía cinematográfica de El señor de los anillos no haya dudado ni un segundo al momento de aceptar un encargo monumental de parte del Imperial War Museum de Londres: restaurar, editar y unificar el enorme acervo fílmico y fotográfico del centro y crear con ese material una producción para conmemorar el centenario del fin del conflicto. Para ello también contaría con el auxilio de la BBC y sus grabaciones y entrevistas a excombatientes británicos, que durante años se fueron acumulando en las audiotecas y videotecas del medio. ¿El nombre del proyecto? They shall not grow old o, como lo conocemos por este lado, Jamás llegarán a viejos.

El documental llegó a los cines uruguayos este jueves. Aunque se estrenó oficialmente a través de la señal BBC Two en noviembre del año pasado, Jamás llegarán a viejos está pensado y creado para la pantalla grande; es una proeza de la tecnología cinematográfica y posibilita un vistazo inédito y emocionante al primero y más olvidado de los infiernos del siglo XX.

Esto es la guerra

Comienza con las filmaciones que todos conocemos. Hombres y mujeres que se mueven acelerados, encuadrados en un formato “diapositiva”, mudos, en blanco y negro, con el ruido de proyector de fondo que se mezcla con la narración. Durante unos quince o veinte minutos todo funciona así: los veteranos de la guerra –a través de las grabaciones cedidas por la BBC– cuentan sus experiencias durante la etapa de reclutamiento sin aparecer en pantalla. De hecho, nunca aparecerán; solo sus voces marcan el pulso de la historia. 

Ellos cuentan el revuelo británico en torno a la guerra, el deseo de ir a enfrentarse a los alemanes, las mentiras que dijeron para enrolarse como menores de edad, el entrenamiento más o menos duro que tuvieron que soportar. Pero, sin aviso previo, aparece el frente occidental. Para ellos, para quienes fueron, el último vestigio de humanidad en la Tierra

En seguida, la pantalla se expande, el blanco y negro deja paso a una coloración hiperrealista y los movimientos acelerados se enlentecen hasta alcanzar la velocidad normal, la nuestra. Y aparece el ruido. Ahora no será el silencio lo que acompañará los testimonios: la melodía de voces estará surcada por los gritos de los soldados, las esquirlas de metal clavándose en los cuerpos, las ratas royendo los cadáveres podridos, el gas esparciéndose entre las trincheras y cegando a los soldados, el agua corriendo, erosionando la tierra y engangrenando las extremidades descubiertas, el alambre de púa rasgando la tela y la piel, los piojos mordiendo cueros cabelludos, pero más que nada, el silencio estará surcado por el sonido de la artillería pesada. El estruendo de los obuses y las minas será incesante y sacudirá, hasta el final, la pantalla, la sala, a los soldados y al espectador. 

El impacto que produce ver Jamás llegarán a viejos en el cine es genuino. Ver esas imágenes reconstruidas con detallismo y crudeza por Jackson y su equipo es estremecedor y hace eyectar la hora cuarenta de su metraje. Pero el documental, además, se sirve de sus recursos técnicos para impulsar una veta por demás emocionante; aun cuando las batallas no están filmadas –no existen registros–, el uso de ilustraciones y efectos de sonido es atemorizante.

Para lograr el veraz artificio que se ve en pantalla, el equipo de producción realizó un trabajo de investigación enorme, que incluyó varios detalles que encumbran más el producto final. Por ejemplo, la cuestión de que viajaron a cada uno de los puntos que muestran las filmaciones para captar el color real de la zona mediante fotografías, o que se contrataron lectores de labios profesionales para intentar reproducir con voces actuales lo que decían los hombres registrados. Así, los discursos de la infantería reviven y la alegría fluctuante, el tedio y el miedo de los hombres en el frente se hace palpable.

A grandes rasgos, Jamás llegarán a viejos es un recorrido por la participación del Inglaterra en la primera guerra mundial, algo que puede parecer ajeno y poco empático en los papeles, básicamente porque el conflicto tuvo muchas más capas y pliegues. Sin embargo, este foco particular logra conectar con la emoción más visceral, y lo hace bien terrenal el prescindir de cualquier testimonio profesional para dar contexto. Sentado en la butaca, uno escucha simplemente a un puñado de hombres, un pelotón que sintió, pensó, temió y encaró voluntariamente uno de los peores escenarios que vio la historia universal. 

En ese sentido, si alguna vez pensó que la Gran Guerra fue un mero calentamiento en comparación con lo que vino después, Peter Jackson tiene algunas estrategias para convencerlo de que no fue tan así. Después de todo, queda claro con su documental que el infierno no es patrimonio de una única guerra; cada conflicto sabe desangrar a su manera, a sus tiempos y a su escala.

Otros vistazos a la 1a GM
Cine: La patrulla infernal
Usualmente pasada por alto por formar parte de la etapa temprana de Stanley Kubrick, La patrulla infernal (1957) es una de las grandes películas del director. Una alegoría a la paz en medio de una guerra sin cuartel con un enorme protagónico de Kirk Douglas y una escena memorable en las trincheras. Se puede ver en Qubit.
Literatura: Adiós a las armas
Ernest Hemingway conoció los horrores de la primera guerra  conduciendo una ambulancia en el frente de batalla italiano. Fue herido y en tratamiento se enamoró de una enfermera. En todo eso se inspiró para escribir la historia de Nick Adams en Adiós a las armas (1929), una de sus mejores obras.
Cine: Caballo de guerra
Steven Spielberg retrató como nadie la segunda guerra mundial en Rescatando al soldado Ryan, pero también abordó la Gran Guerra de manera destacable en Caballo de guerra (2011). En ella, la historia de un muchacho rural y su caballo se entrecruzan con un conflicto enorme que los incluye. Está en Netflix.
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