Opinión > COLUMNA/EDUARDO ESPINA

Lluvias de abril, flores de mayo

Abril es el mes que más aparece en canciones y poemas. ¿Por qué?
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28 de abril de 2018 a las 05:00
En el prólogo general a los Cuentos de Canterbury, Geoffrey Chaucer escribió a fines del siglo XIV: "Las suaves lluvias de abril han penetrado hasta lo más profundo de la sequía de marzo y empapado todos los vasos con la humedad suficiente para engendrar la flor". Desde entonces, por razones que la razón no entiende por completo –pero igual se atreve a imaginar–, abril ha sido el mes más citado en canciones y literatura, en todos los idiomas. Es una de las cosas de mayor universalidad que hay. Tan ubicua es la presencia de abril, que el mes favorito de la imaginación protagoniza varias expresiones populares, y quizá la más conocida es la que anuncia: "Las lluvias de abril traen las flores de mayo". Claro, ha sido acuñada en el hemisferio norte, que vive en abril sus primeros días de primavera, pócima curadora tras aciagos meses invernales. Conozco casi 50 dichos populares que mencionan a abril, pero con seguridad son más. Me escribió ayer un amigo de Madrid: "Acá, en tierras castellanas haciendo honor a un dicho popular que no suele fallar: 'en abril: aguas mil'". Sin necesidad de abril la imaginación, abril entra por todos lados.

El verso tal vez más famoso de la poesía moderna dice: "Abril es el mes más cruel". La estrofa completa es la siguiente: "Abril es el mes más cruel: engendra / lilas de la tierra muerta, mezcla / recuerdos y anhelos, despierta / inertes raíces con lluvias primaverales". Lo escribió TS Eliot y pertenece al poema La tierra baldía. ¿Por qué es el mes de mayor crueldad, si la primavera ya hizo su entrada y los hielos del invierno se derriten para dar paso a las lilas de la tierra renaciente, a todas las otras flores que son el jardín de esos días en que la naturaleza resucita? La poesía, la gran poesía, está para presentar enigmas, no para ofrecer soluciones. De cualquier modo, abril es un misterio. Como la propia vida.
Conviene recordar, no obstante, que a fines de la década de 1910, cuando Eliot comenzó a escribir La tierra baldía (lo publicó en 1922 y es el poema de mayor influencia en lengua inglesa del siglo XX), Europa vivía en la desesperanza originada por la primera guerra mundial. La angustia tenía como función aunar. La ansiedad existencial de carácter histórico y cultural había llevado a perder la fe en la razón y en sus dones incompletos. El hombre estaba más solo que nunca, devueltas sus ansias de unanimidad al grado cero de lo tolerable. Hablar de renacimiento y de un nuevo empuje civilizatorio era un sinsentido (una sinsatez).

Abril, "mes de los poetas", es asunto antiguo. Viene de antes y va para largo. Dos siglos atrás era ya tema de interés periodístico. Al mes "que posee el secreto íntimo de las fecundaciones", Eduardo de Lustonó (1849-1906) le dedicó una crónica de cinco páginas. Lustonó, caído hoy en el olvido –el peor de los pozos donde caer– escribió un artículo, "El mes de abril", publicado –vaya intencional casualidad– en abril de 1905 (Año VI, No. 123) en la revista ilustrada española Por esos mundos, editada en Madrid entre 1900 y 1926. Escribió el autor madrileño: "En la antigüedad el mes de Abril estaba dedicado a Venus (mensis venesis), y durante él se celebraban las fiestas de la diosa". En su "largo artículo" (tal como lo cataloga el propio Lustonó) cita a José Selgas y Carrasco (1822-1882), novelista y poeta murciano caído en el mismo pozo que su compatriota, quien dijo: "En el mes de Abril se encierra la historia del género humano. Si suprimís a Abril, el mundo no tiene principio, porque es la primera época del tiempo, el primer momento de la incubación universal, el primer instante de la vida".
Abril es el mes más cruel, aunque quizá no lo sea, o tal vez lo sea solo para unos pocos, aquellos que lo asocian con la muerte o una derrota del espíritu, por lo que Eliot debería haber empezado diciendo que "para algunos abril puede ser el mes más cruel", pero él lo dijo en inglés y dirigido a todos ("April is the cruelest month" suena con énfasis superior que su traducción al castellano). A decir verdad, y para no polemizar con el muerto, autor del poema, en abril pasaron cosas trágicas: el asesinato de Abraham Lincoln (otro magnicidio tendría lugar también en este mes, el de Martin Luther King), el hundimiento del Titanic, las muertes de Charles Darwin, Franklin Delano Roosevelt, Charles Chaplin, Cantinflas, María Félix, Idea Vilariño, Albert Einstein y Benny Hill, los nacimientos de Charles Chaplin, Hitler, Lenin y Rudolf Hess, el gran terremoto que tiró abajo San Francisco (1906), el comienzo del genocidio armenio por parte de los turcos (1915), el bombardeo de Guernica (1937), el primer bombardeo sobre Tokio (1942), el comienzo de la guerra de las Malvinas (1982), la explosión en la planta nuclear de Chernobil (1986), el comienzo del genocidio en Ruanda (1994) y el ataque terrorista en Oklahoma City que mató a 168 personas (1995). Es, además, el mes elegido para conmemorar el Holocausto. En abril han muerto, mucho tiempo antes y después de que el mes fuera cruel, gran cantidad de escritores que hasta ese momento estaban vivos.

Tan ubicua es la presencia de abril, que el mes favorito de la imaginación protagoniza varias expresiones populares, y quizá la más conocida es la que anuncia: "Las lluvias de abril traen las flores de mayo"
Abril rima con mil y barril, con añil y marfil. Por su fácil acomodación rítmica, sea como juego prosódico o razón de ser de un sonido con significado, la palabra abril se ha prestado a la fábrica lírica. Muchos han sido los compositores ("para abril o para mayo", la tradicional canción de los hermanos Carrión –la rima es mía–, "esta luna de abril", de Ana Belén, "¡Te acordás, hermano, qué tiempos aquellos!/Veinticinco abriles que no volverán", el tango con música de Francisco Canaro y letra de Manuel Romero, de 1926, "Era en abril el ritmo tibio de mi chiquito que danzaba", de Juan Carlos Baglietto, Minas y abril, de Santiago Chalar, Como esperando abril, de Silvio Rodríguez, etc.) y poetas que recurrieron a la musicalidad de la palabra abril. En la obra del Arcipreste de Hita, siglo XIV, aparece ya referida: "Allá en Talavera, en las calendas de abril" ("Cantiga de los clérigos de Talavera").

También en Uruguay encontramos poetas que han recurrido al mes de abril. Cito de memoria. Julio Herrera y Reissig: "Abril, el sagrado Rey de los rituales [...] / Abril, el sagrado Rey de los olivos [...] / Abril, el sagrado Rey de los Calvarios" ("Canto de los meses"). Juana de Ibarborou: "Con menta y con llantén llega el Otoño, /nuestro Otoño del Sur: verdes limones, /gravidez del naranjo, Abril bisoño, /últimas uvas dándose encontrones" ("Otoño del Sur") y "mis mañanas de Abril, alucinantes" ("Resurrección"). Mario Benedetti: "acaso cuando llegue/un veintitrés de abril y abismo" ("A la izquierda del roble"). Marosa di Giorgio: "A veces, entraban las nubes, el viento de abril, y se los llevaban" (Magnolias). Hay más, ¿pocos, una cantidad, cuántos? No lo sé. Posiblemente. Hay poemas y canciones de y sobre abril por todas partes y en cualquier idioma. Dadas las circunstancias, quizá no sería una mala idea organizar todos los años un certamen, más no sea, para que abril siga siendo no solo un mes.

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