Diego Vila

Los actos de antes y los de ahora: partidos combaten la apatía en el final de la campaña

Dirigentes y analistas coinciden en que hubo una caída de la movilización; partidos buscan inyectar fervor a su militancia y el FA exhibe su optimismo

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24 de septiembre de 2019 a las 05:04

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La imagen de miles de banderas frenteamplistas inundando de rojo, azul y blanco la rambla de Montevideo fue una postal excepcional en una campaña signada por la baja participación. Los propios dirigentes oficialistas que se hicieron un lugar en la cita confesaban que la concurrencia había sido mayor de la esperada y hasta el candidato Daniel Martínez dijo emocionado que la concurrencia había “superado las expectativas”.

El contraste era evidente con el resto de una campaña en la que tanto políticos –de todas las tiendas partidarias– como analistas advertían una escueta movilización y fervor ciudadano. “Claramente viene siendo medio un suplicio para los dirigentes políticos. Cada vez que organizan un acto siempre está el fantasma de que no se llene”, dijo a El Observador el director de opinión pública de Factum, Eduardo Bottinelli. 

El fenómeno no es nuevo. Los analistas hablan de décadas de decaimiento en las movilizaciones de masas y los dirigentes de mayor experiencia dan fe de ese proceso cada vez que se enfrentan a un acto en cualquiera de sus recorridas por el interior. 

Para explicar el detrás de esa tendencia, Bottinelli recurre a dos procesos que han corrido en paralelo. Por un lado, las “nuevas formas de organización”, que “exceden a la política” y que se materializan por ejemplo en la participación vía redes sociales. “Es cada vez más difícil generar instancias donde un conjunto de personas se nucleen en un mismo lugar, al mismo horario, para una misma actividad”, comentó.

En simultáneo, agregó el politólogo, existe un largo proceso de caída de la identidad partidaria y un “escepticismo” cada vez mayor ante la política. La suma de ambos factores, aseguró Bottinelli, genera un "combo" que atenta contra la congregación de multitudes. 

Néstor Da Costa, sociólogo de la Universidad Católica, menciona los mismos motivos a la hora de analizar la baja participación, aunque revierte el orden de prevalencia. “Yo creo que el proceso de largo plazo es la baja en el nivel de participación de los individuos en grupos sociales estructurados”, afirmó. 

Según Da Costa, se trata de un fenómeno que aplica tanto a la política como a otras esferas, como la religiosa o la intelectual. “Salvo excepciones puntuales, con casos muy marcados, cuesta más ver movilizaciones masivas”, señaló. A su juicio, esa retracción en la participación política se debe a que antes “se le atribuía un lugar mucho más central” como “única vía posible para construir otras cosas”. En cambio, hoy en día se percibe “una mayor preponderancia del individuo” que restringe las convocatorias masivas al lugar de lo excepcional. 

La emergencia de las nuevas tecnologías, argumentó Da Costa, no hace más que sumar a esa tendencia que viene “desde hace décadas”. “Influye pero en algo que venía de antes”, resumió el sociólogo.

En los últimos años, sin embargo, hay ejemplos notorios de movilizaciones masivas que lograron conglomerar a personas por un fin político o social. En materia política nada movilizó tanto en los últimos quince años com la primera victoria electoral del Frente Amplio. A nivel social, las marchas por los derechos de las mujeres han convocado a miles a las calles, mientras que en el plano deportivo hubo una salida masiva luego del cuarto puesto que logró la selección uruguaya en el Mundial de Sudáfrica 2010.

Pero en tiempos de campaña la percepción de los dirigentes políticos es que cada vez se hace más difícil convocar a militantes a actos tradicionales en los que el candidato y dirigentes hacen discursos. 

Un mes de movilizaciones
Diego Vila

Conscientes de ese fenómeno de largo plazo, los comandos de los principales partidos buscan reforzar la militancia y fomentar la participación en el último mes de la campaña. "Por más que hoy tengan su peso las redes sociales, vos para generar el entusiasmo necesitás mostrar lugares colmados, porque la multitud y el movimiento tiene un efecto de fervor y contagio", resume Bottinelli.

Parte de ese entusiasmo es lo que encontraron los dirigentes frenteamplistas en la actividad del domingo, que a juicio de los líderes del oficialismo podría oficiar como una inyección de ánimo hacia octubre. El banderazo (denominado "Banderolazo" para hacer un guiño a su jingle "La ola esperanza") fue organizado por las Redes Frenteamplistas y reeditó la actividad que tuvo lugar exactamente cinco años atrás en el mismo lugar. En 2014, la jornada reunió a unos 5 mil militantes y contó con la presencia del entonces candidato a vicepresidente Raúl Sendic.

El Partido Nacional, por su parte, no tenía un acto de masas este fin de semana pero también desplegó su militancia en la capital (con actos en el Buceo y en el Cerro), aunque con una menor concurrencia que la de la coalición de izquierda. Los blancos saben que su fuerte no está en Montevideo (de predominancia frenteamplista) pero aun así buscan levantar el fervor entre sus partidarios, especialmente en un momento en que el oficialismo comienza a mostrar señales de optimismo y recuperación en las encuestas. Los colorados, en tanto, quieren retomar el entusiasmo que cundía en sus filas hace poco más de un mes, cuando amenazaban con disputarle el segundo lugar a los nacionalistas.

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