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De lo masivo al "mano a mano" y al revés: las diferencias en los actos de Martínez y Lacalle
De un lado, parlantes, escenarios, pantallas gigantes, plazas públicas colmadas de militantes con sus banderas. Del otro, pequeñas reuniones, apretones de mano que dan lugar a largas conversaciones y manos sin micrófonos. Así como se enfocan en mostrar dos modelos de país para el próximo quinquenio, Luis Lacalle Pou y Daniel Martínez también marcan sus diferencias en la manera en la que están cerrando la campaña electoral.
El candidato nacionalista pasó de lo micro a lo macro. Martínez, en tanto, hizo lo inverso. Contrariamente, a lo que se pudo ver en la campaña previa a octubre, cuando los frenteamplistas realizaron actos masivos como los "banderolazos" que coparon la rambla de banderas y autos, en esta oportunidad van a buscar el mano a mano, con recorridas por localidades en las que el candidato oficialista se encuentra con dirigentes de la oposición para intentar conquistar sus votos. En tanto, los blancos optan por despedir la campaña en las capitales y principales ciudades departamentales con actos multitudinarios, en los que a veces hay más banderas de partidos socios de la coalición que del Partido Nacional, como se pudo ver este domingo en el Molino de Pérez de Punta Gorda, donde cuatro de los socios de la coalición se sacaron la foto conjunta.
“Estoy esperando a Luisito porque mi hija no pudo agarrarlo, ni sacarse foto ni darle un beso”, le dijo una militante blanca a otra en un local sanducero de Juan Sartori, al lado de la camioneta del candidato. El acto en Paysandú había terminado hacía más de una hora pero Lacalle Pou seguía sin poder irse porque sus brazos todavía estaban hacia arriba agarrando celulares para sacar selfis. En los nueve actos que la fórmula blanca realizó desde el martes pasado, los organizadores calculan que se acercaron entre 2.000 y 3.000 en cada uno.
La imagen aérea es bastante diferente a la de principio de año, cuando Lacalle Pou salió como precandidato a recorrer las 90 localidades más pequeñas del país, en lo que llamó construir “la geografía humana”. Algunos integrantes de su equipo suelen reírse al recordar que en aquellas salidas llegaron a ser más los dirigentes y organizadores que los militantes que se acercaban a escuchar al, por entonces, precandidato.
Como candidato de todo el partido, Lacalle Pou salió a recorrer el país junto a su compañera de fórmula, Beatriz Argimón, y juntos visitaron localidades pequeñas, algunas de menos de 200 habitantes. Los tramos hacia el 30 de junio y hacia el 27 de octubre fueron largos y dieron la chance de combinar actos donde bastaba alzar la voz para que el escaso público escuchara a los dirigentes, con otros en clubes de capitales, donde abundaban bombos y platillos, aunque en la mayoría de los casos no se trataba de actos masivos. El recorrido hacia el balotaje es diferente. En el comando de Lacalle Pou priorizaron la masividad.
Con Martínez sucedió lo opuesto. Para su comando lo ideal en esta etapa era dejar atrás los actos masivos y concentrarse en el “voto a voto”. “Sabemos que podríamos hacer actos multitudinarios en ciudades grandes, pero sería hablarle solo a los frentistas”, dijo a El Observador uno de los integrantes del comando sobre esa estrategia.
Por eso, el comando del candidato coordina reuniones de antemano con votantes que aún no decidieron a quién apoyar el próximo 24 o con visitas a casas con un auditorio reducido.
Los auditorios reducidos, en cambio, forman parte de la historia en la campaña de Lacalle Pou, que pasó de estar en plazas casi vacías a perderse entre cientos de militantes luego de tirarse del escenario.
