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El FA sacó a relucir su optimismo con una bandera de 250 metros
“¡Martínez, Martínez, Martínez!”. Desde la arena, la voz aguda de una niña de no más de 6 años repetía el apellido del candidato a la Presidencia por el Frente Amplio (FA), que bailaba desde el borde del muro que separa la playa Ramírez de la rambla de Parque Rodó. Daniel Martínez escuchaba su apellido y saludaba con el dedo gordo para arriba, mientras junto a su esposa, Laura Motta; la candidata a vice, Graciela Villar, y el asesor en seguridad y jerarca del Ministerio del Interior, Gustavo Leal, seguían bailando la “Ola esperanza”, el nuevo jingle del FA.
Miles de frenteamplistas coparon la rambla de Parque Rodó con banderas rojas, azules y blancas en el “banderolazo”, una convocatoria organizada por Redes Frenteamplistas –que no se identifica con un sector en particular– y que tuvo como protagonista a una bandera de 250 metros que desplegó, por ejemplo, la exprecandidata Carolina Cosse.
“Decían que no convocábamos. Somos miles y hasta vienen en barco”, dijo una militante que invitaba al resto a bailar la coreografía de la “Ola esperanza” y señalaba un bote desde el que flameaba una bandera del FA. La “ola” que convocó a miles hizo mover no solo manos y pies de frenteamplistas, sino también su optimismo.
Con encuestas que muestran un contexto un poco más adverso para el oficialismo que hace cinco años, en la coalición de izquierda perciben que la situación empieza a revertirse. Este viernes, la Mesa Política del FA analizó la encuesta de la consultora Radar, en la que el partido de gobierno obtuvo 40,2% de la intención de voto, e hizo también un análisis de los promedios de las demás encuestas que movieron la “Ola esperanza”.
Carlos Coitinho, dirigente del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), dijo a El Observador que el “panorama es ostensiblemente mejor” al de un mes atrás. Si bien reconocieron que se sigue “distante de la adhesión de 2014”, concluyeron que hay “un proceso de crecimiento”, agregó el dirigente.
A mediados de agosto, el sociólogo Agustín Canzani, asesor del oficialismo en estudios de opinión pública, definió al Frente Amplio y la forma en la que crece como “un elefante”. “Es una cosa grande, pesada, lenta, tiene movimientos a veces torpes, y eso no lo discute nadie. Ahora, el día que se mueve se siente. Y es así”, dijo en entrevista con El Observador.
La bandera gigante
El “banderolazo”, como llamaron al banderazo al que le agregaron la “ola” en alusión al jingle, estaba convocado para la hora 15 en la playa Ramírez pero comenzó bastante antes en toda la rambla con pequeñas e imprevistas caravanas de autos que se iban formando y enfilaban hacia el lugar indicado. Dos hombres se tomaron de los brazos y empezaron a girar en la arena con sus banderas debajo de los hombros al ritmo de la música, cuyo repertorio tenía un denominador común: todas las canciones que se escuchaban por los parlantes decían la palabra “ola”.
El jingle de esta campaña sonó una y otra vez mientras varios de los animadores que armaron un escenario en una de las escalinatas que da hacia la playa enseñaban la coreografía. “Yo no la puedo seguir”, se quejó una mujer a las risas mientras otra le mostraba cómo había que moverse. Otra señora luchaba con su bandera para poder sostenerla firme mientras intentaba bailar y una militante le daba a su nieto la suya mientras lo nombraba “abanderado”. “Ya desde chico tenés que militar”, le dijo al pequeño.
“A ver los que están en la arena, bailen”, pedía otro de los animadores a los militantes que eligieron el ambiente más playero. En medio del río de la Plata el bote con la bandera del FA seguía el evento.
Luego de 30 minutos de coreografías, chorizos al pan y muchas, pero muchas banderas, llegó la hora de desplegar el trapo más grande. El rojo, azul y blanco que ocupaba más de dos cuadras. “Por favor, no tiren todos que es de tela y se puede romper”, pidieron desde el escenario. La bandera gigante comenzó a moverse a paso lento gracias a las manos de cientos de frenteamplistas. A Cosse también se le sumaron Mario Bergara, Óscar Andrade y el presidente del PIT-CNT, Fernando Pereira, que prefirió pasarle por un costado.
Los ojos de los militantes se volvieron hacia los juegos del Parque Rodó cuando el ómnibus en el que viajaba la fórmula apareció entre la multitud. Martínez y Villar pudieron bajar escoltados por algunos guardias de seguridad y cruzar la rambla hacia donde estaban los parlantes. Al llegar, se pararon sobre el muro a bailar. A Villar la sostenían desde la cadera y Martínez bailaba junto a Motta, su esposa. Leal, en tanto, se paraba y se bajaba del muro que se había vuelto escenario para dejar pasar a fotógrafos y militantes. A uno de los animadores del evento le pidió al oído que saludara al bote que seguía mirando el espectáculo desde el otro lado. “Saludos a Jorge”, gritó micrófono en mano.
Los militantes seguían bailando, saltando y haciendo una y otra vez la “Ola esperanza” mientras la fórmula imitaba los movimientos de la coreografía. Villar y Martínez eligieron mantenerse en silencio y limitar su presencia al baile y el saludo. Cuando se retiraron, sin decir un discurso, la bandera de 250 metros ya se había guardado, pero apareció otra de color rosa. El “no a la reforma” se leía grande desde la playa y los organizadores explicaron que el fin de la concentración era también manifestarse en contra del plebiscito sobre seguridad pública que impulsa el senador nacionalista Jorge Larrañaga.
La playa Ramírez siguió teñida de rojo, azul y blanco durante unos minutos más en medio de la “ola esperanza”.
