Los candidatos se ponen nerviosos y empiezan las patinadas

Aquí vamos.

¿Nerviosos? ¿Por qué?

Inés Guimaraens

Casi todos tienen motivos para estar nerviosos. Los números no les terminan de cerrar a ninguno de los tres candidatos más fuertes. El único al que la mayoría de las encuestas le sonríe es a Guido Manini Ríos, pero porque su objetivo realista en este elección no es ser presidente.
 
¿Qué números deberían tener preocupado a Daniel Martínez? 
Si bien en las últimas encuestas marcan un leve crecimiento, producto de que empiezan a bajar los indefinidos, al mirar la película y no la foto la estabilidad es lo que prima.
 
En todas las encuestas realizadas en agosto, el Frente Amplio está por debajo del bloque opositor e incluso por debajo de la suma de blancos y colorados.
  

Esto tiene varias consecuencias. La más importante es la parlamentaria. Un tema muy relevante, y que da para analizarlo en mayor profundidad, es el de las dificultades que tendría un eventual gobierno de Daniel Martínez para aprobar leyes en el Parlamento. Si se confirma en las urnas esta tendencia que marcan las encuestas, el Frente Amplio tendrá que negociar sí o sí con blancos, colorados o Cabildo Abierto.

Ya no alcanza pensar, según la intención de voto de todas las consultoras, con que podría acordar con el Partido Independiente como se especulaba en la anterior elección ante el temor de que el FA no llegaría a la mayoría parlamentaria.

Pero para que se dé ese escenario Martínez tendría que vencer en un balotaje, algo que hoy también luce complicado según Opción y Radar, las dos empresas que publicaron escenarios de segunda vuelta (ver pestaña balotaje en el Monitor de Encuestas).
 

¿Qué números deberían preocupar a Lacalle Pou? 
La semana pasada desarrollamos en profundidad este punto. Podés leerlo acá si todavía no lo hiciste. A modo de resumen: el acercamiento de Ernesto Talvi y el crecimiento de Guido Manini Ríos, si bien todavía no ponen en riesgo la participación de candidato blanco en el balotaje, muestran algunas de sus debilidades.

Una de ellas es la gran pregunta aún sin contestar: qué tan alto es el techo de Lacalle Pou. Cuando las encuestadoras preguntaban antes de junio por la intención de voto para octubre, sin los candidatos definidos, el número que obtenía el Partido Nacional era más alto que cuando los blancos pasaron a tener su candidato definido. Eso muestra una debilidad del líder para retener votantes. En un balotaje puede ser un riesgo, aunque no se vea en las pocas encuestas disponibles sobre escenarios de segunda vuelta.

Al igual que en el caso del FA, el otro problema será parlamentario en caso de ganar en segunda vuelta. El objetivo de Lacalle Pou es transformarse en el líder de una coalición de gobierno que le permita no solo llegar al Poder Ejecutivo sino aplicar su plan de gobierno. Si dentro de esa coalición su bloque –que además será compartido con Jorge Larrañaga y Juan Sartori– tiene poca diferencia con el resto, también deberá negociar y ceder mucho para poder gobernar con tranquilidad.

¿Qué es lo que debe preocupar a Talvi? 
Dos cosas. Una es la percepción, confirmada incluso por la última encuesta publicada esta semana, de que su crecimiento se frenó. Según ese trabajo de Opción, incluso hubo una caída en la intención de voto de 19% a 15%.

El segundo foco es el crecimiento de Manini Ríos. Habrá que ver la dimensión, y sobre todo qué sucede cuando empiece realmente la campaña propagandística en el último mes, en la que por presupuesto es evidente que el FA, blancos y colorados –además de Novick, que ya lo viene haciendo–, tienen mucho más dinero –y minutos gratis– para promocionarse.

Pero como ya lo vimos semanas pasadas, Manini Ríos compite por un electorado muy similar al tradicional colorado. No son los mismos votantes a los que apunta Talvi, pero sí a los que podría conseguir Julio María Sanguinetti y, sobre todo, Pedro Bordaberry. En este caso la pregunta aún sin respuesta es qué tan bien le salió a Talvi la jugada de impedir el retorno del excandidato y eso se verá en octubre. Mi percepción sigue siendo la misma que cuando el episodio aún estaba caliente: en el corto plazo lo ayudó en su estrategia de captar el voto de centro, pero Bordaberry podía ser el dique de contención de votos desde el PC a Cabildo Abierto. Y hoy no hay ningún freno fuerte.

Las patinadas 

Cuando uno está nervioso y cansado por la campaña, es mucho más factible que se equivoque. Hasta esta semana podíamos decir que había algún invicto. Ahora ya no.

Martínez no era justamente el invicto. Por el contrario, venía cometiendo muchos errores. Aquí hay varios de ellos reseñados. Sin embargo, en las últimas semanas, si bien también abrió algunos flancos, empezó a mostrarse muchísimo más prolijo.

Ha enfrentado con mucha valentía un desafío nada simple. Esta debe ser la campaña con la mayor cantidad de charlas y conferencias de diferentes organizaciones a las que van los principales candidatos. Y en una campaña en la que el Frente Amplio quedó tan solo –por responsabilidad propia, luego de 15 años de mayorías parlamentarias en las que ignoró al resto de los partidos–, en todos esos foros las dinámicas fueron 3 contra 1 o hasta 5 contra 1. Y Martínez aguantó la toma con mucha altura y sin zozobrar.

Sin desconocer que su personalidad evita los enfrentamientos siempre que puede, muestra buena disposición al diálogo y busca por todas las vías no resultar soberbio; puede tener algo que ver en que haya dado el sí a participar en estos eventos, aunque también es cierto que la coyuntura política y los números de las encuestas lo obligan a estar y marcar presencia. A diferencia de elecciones pasadas, el FA no está en condiciones de regalar ningún estrado.

Tal vez el único error de Martínez en estos foros lo cometió esta semana, cuando en la rural del Prado entró él solo en el asunto de los combustibles, aludiendo incluso a una propuesta de Lacalle Pou. Así, dejó la puerta abierta para que el candidato blanco le pegara a un punto débil para el FA: la gestión de Raúl Sendic en ANCAP.

Lacalle Pou es el único de los tres que ya tiene la experiencia de una campaña como candidato a la presidencia con chances de ganar. Y esa experiencia estuvo cargada de errores. Tal vez por eso esta vez venía siendo extremadamente cuidadoso y prácticamente libre de metidas de pata.

Hasta esta semana, cuando en uno de esos foros con varios presidenciables y sin que nadie lo apretara con una pregunta, agregó cuatro palabras a un concepto que ya viene repitiendo. Una de ellas es muy fuerte.

"Es esencial y es sano para las democracias. La democracia se sostiene justamente sobre la alternancia, sobre el cambio de partidos políticos, lo otro es dictadura", expresó.

No necesita mucho análisis de por qué esto es un error grosero de campaña. Si la ciudadanía decide la continuidad de un partido de gobierno, le podrá gustar o no a otra parte de la ciudadanía, pero eso está lejos de ser una dictadura.

Quiero detenerme en por qué creo que este tipo de errores pueden ser caros para Lacalle Pou. Más allá del contenido en sí mismo, le pega en una debilidad que el FA sabe aprovechar muy bien. La izquierda le dice a la ciudadanía que el discurso del líder blanco está maquillado por las elecciones y que si gana, se verá el verdadero Lacalle Pou –lo mismo dicen de Talvi–.

Cuando dice algo que no está alineado con su discurso y sus acciones de campaña, le deja el terreno libre a sus detractores para atacarlo por allí. Y el FA estará decaído en intención de voto, pero no en aparato. Si hay algo que le ha funcionado extremadamente bien en campañas anteriores es tener a mucha gente dedicada a rastrear cada dicho de sus competidores para luego poner en funcionamiento la maquinaria oficialista, potenciada hoy por las redes sociales. Así lo hicieron en este caso y seguramente lo sigan haciendo si hay nuevos errores.

Talvi, al igual que Lacalle Pou, ha sido cuidadoso, aunque no así alguno de sus asesores que lo expusieron a duros ataques. Tal fue el caso de la referente en economía Ana Inés Zerbino, que en una entrevista con La Diaria expresó algunos pensamientos que van más en línea con el Talvi que el FA quiere mostrar que con el que él se define: dijo que el mejor asignador de los recursos es el mercado.

Y en sentido inverso el asesor en seguridad, Diego Sanjurjo, que también en una entrevista con La Diaria dijo que Eduardo Bonomi es “de los mejores ministros” del Interior. Esos dichos le hacen daño en sentido contrario, con los votantes más de derecha que se está llevando Manini Ríos.

Un episodio de la última semana, que si bien no se puede considerar estrictamente como una patinada porque fue realizado a conciencia, le pega muy duro a Talvi en un punto central de su campaña.

Me refiero a la defensa a ultranza que realizó de su candidato a vicepresidente Robert Silva. 

 El exjerarca del Codicen compartió mucho tiempo una doble función en el sector privado y en el público. Ingresó por concurso a la Ursea –donde además mantuvo el cargo en reserva en varias oportunidades cobrando el sueldo de allí por ser el más alto–, y a la vez trabajó para la empresa Teyma. En un período coincidió en los dos lugares y en otros cobró por la Ursea pero trabajaba en el Parlamento y en la empresa privada. Más allá de todo el debate legal de si Silva cometió alguna ilegalidad o no por dos puestos presuntamente incompatibles (algo explicado en esta nota y en esta otra), lo más fuerte está en el plano ético.

Talvi se presentó como alguien que venía “a cambiar la cultura política”. Así lo dijo explícitamente en muchas oportunidades, como por ejemplo en esta entrevista de junio.

Conociendo el perfil de Talvi, viendo cómo ha echado a dirigentes de su sector por cuestiones menos complejas, durante las primeras horas en las que mantuvo silencio luego de la publicación de El Observador, pensé que vendría una movida arriesgada pero alineada con esa ética que quiere marcar. Sin embargo, lo que llegó fue una defensa cerrada y el ataque a los dirigentes frenteamplistas que tomaron el asunto.

Los ataques

Este escenario de nervios y errores, es propicio para algo peligroso: que la campaña se tense y se pase del debate de ideas a la agresión gratuita. Las redes son un motor para eso y algunos ya lo encendieron.

Para peor, los candidatos están entrando en ese juego. Muchos de los cruces entre los presidenciables han sido a través de Twitter. Sin embargo, las veces que se han visto en persona en las diferentes mesas de debate son mucho más cordiales. Frente a un celular o una pantalla los humanos tendemos a ser mucho más agresivos.

Por ahora esto es solo una señal amarilla.

Otras notas de la semana
 

●     La moda en la campaña: ¿siempre formal, nunca informal?  Pía Supervielle fue la invitada de esta semana al podcast La Mesa Chica  de Gonzalo Charquero, para hablar de la vestimenta de los candidatos.

 ●      Para López Mena, Lacalle Pou "es una esperanza muy importante para el Uruguay"

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