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Los desafíos de Mosul luego de haber derrotado a los yihadistas

Restaurar infraestructura y viviendas costará US$ 707 millones
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06 de agosto de 2017 a las 05:00
Después de ocho meses de combates contra el Estado Islámico (EI), la ciudad iraquí de Mosul, convertida en un campo en ruinas y con casi un millón de desplazados, se enfrenta al gigantesco desafío de la seguridad, la reconstrucción y la reconciliación.

La Ciudad Vieja, joya de Mosul, quedó devastada. El minarete inclinado Al Hadba ("el jorobado"), emblema de esta localidad pulverizada por el EI, no es más que un recuerdo estampado en los billetes de 10.000 dinares iraquíes.

Las ruidosas callejuelas milenarias se convirtieron en un dédalo silencioso de piedras y hierros, jalonado por montañas de escombros, cráteres y armazones de coches de los que se desprende el olor pestilente de los cadáveres.

"El precio de la libertad es muy alto", afirma Omar Fadel con un suspiro. "Perdimos nuestras casas, nuestro dinero y sobre todo a las personas, a los seres queridos", lamenta este empleado de los servicios de salud municipales que hace un mes volvió a su barrio.

"Mosul constituye el mayor desafío de estabilización que afronta la ONU debido a su escala, su complejidad", explicó, en declaraciones a la AFP, la coordinadora humanitaria de las Naciones Unidas para Irak, Lise Grande.

Según distintas evaluaciones preliminares, de 54 barrios residenciales, 15 fueron "destruidos", 23 sufrieron "daños moderados" y 16 "leves". En ocho meses de combates, 948.000 personas huyeron de sus casas.

Como Fadel, algunos ya volvieron. Pero 320 mil siguen en los campos de desplazados y 384 mil en casas de conocidos o en mezquitas, según la ONU, y viven gracias a la ayuda humanitaria y a la solidaridad local.

La ciudad fue declarada "liberada" el 10 de julio, pero la amenaza aún no desaparece. Hay yihadistas que se colaron entre los civiles que huyeron de los combates.

Por falta de medios, "la Policía local no puede, actualmente, mantener el control", estima Mohamed Ibrahim, encargado de los asuntos de seguridad en el consejo provincial de Nínive.

La seguridad podría quedar a cargo, inicialmente, de una "fuerza conjunta" compuesta por unidades regulares, afirma un oficial estadounidense que asesora a la Policía federal.

Además, se creó un centro de inteligencia provincial, algo iné-dito en Irak, para "localizar a las bases terroristas y las células sobrevivientes, detener y llevar sospechosos ante la Justicia", recalca Mohamed Ibrahim.

En los barrios liberados comenzaron las tareas para quitar los escombros –dejando a la vista los cadáveres de cientos de civiles sepultados– y el desminado de los explosivos colocados por los yihadistas. Más tarde comenzará la reconstrucción de lo que fuera parte de la ciudad.

Según la ONU, la primera fase de "estabilización" (infraestructuras, vivienda, educación, Policía) costará al menos US$ 707 millones. La restauración de las redes de agua y de electricidad y la construcción de viviendas llevará meses o años.

Por el momento, se recaudó menos de la mitad de los fondos necesarios para 2017. "Los iraquíes arrebataron estos territorios al EI para todos nosotros; ahora hay que ser solidarios", exhorta Lise Grande.

Más allá del aspecto financiero, los habitantes de Mosul no quieren que la reconstrucción recaiga sólo en las autoridades iraquíes, a las que consideran corruptas y distantes.

En Bagdad, "se piensan que todo Mosul es Dáesh", protesta el joven Isam Hasan, usando un acrónimo árabe del EI.

Todos temen que "se nombre a corruptos y a ladrones en cargos importantes", que "los grupos armados se multipliquen" de nuevo y que se retrase la reconstrucción y el restablecimiento de los servicios públicos", afirma el politólogo Ziad al Zinjari.

El frente anti-EI se fisura y resurgen las rivalidades. "Si no se declara a Mosul como zona siniestrada (y no se implican organismos internacionales), habrá más asesinatos en las calles por los conflictos políticos", advierte Majed al Huseini, activista de la sociedad civil.

"Las milicias chiitas se instalan en la ciudad, lo que la mayoría sunita ve como una provocación, los kurdos quieren zonas disputadas" y hasta hay "conflictos entre políticos sunitas", describe.

Los años de permanencia del Estado Islámico en la ciudad también crearon fracturas. Al parecer. algunas tribus que juraron lealtad a los yihadistas negocian actualmente el pago de "compensaciones" financieras a otras tribus que apoyaron al gobierno para recuperar su lugar en la ciudad.

"La principal prioridad es la reconcilición nacional", estima Lise Grande.

Clases abarrotadas

La vigilante con túnica negra y velo blanco anuncia el fin del recreo. Las adolescentes del centro de enseñanza Trablus de Mosul vuelven sonrientes a las aulas en las que se hacinan 90 por clase. Situado en el barrio Al Jadida, fue el primer colegio para chicas en reabrir en el oeste de la ciudad; otros siguieron sus pasos. En tiempos de Estado Islámico había 27 alumnas. "Hoy contabilizamos 650", explica Nihad Jasem, una responsable del centro.

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