Los incentivos laborales son cada vez más exagerados; ¿realmente son importantes?

Los trabajadores de oficina siempre han parecido mimados en comparación con lo que otros tienen que soportar

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31 de enero de 2019 a las 14:41

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Por Pilita Clark

Uno de mis primeros trabajos fue de cocinera y marinera en un barco camaronero en el norte de Australia.

Esto fue extraño teniendo en cuenta que acababa de terminar la escuela secundaria, apenas podía hervir un huevo y nunca había trabajado en un barco. Pero era una trabajadora barata y más o menos dispuesta, hasta el día en que las redes capturaron a un enorme tiburón. Era tan pesado que el primer oficial, un hombre de baja estatura con un temperamento terrible, decidió que la única forma de deshacerse de él era atar una cuerda alrededor de su cola para poder alzarlo y bajarlo de nuevo en el agua.

Después de un esfuerzo considerable, la criatura finalmente estaba colgando verticalmente de su cola sobre las barandas, su nariz a unos centímetros del agua. Cuando otro marinero estaba a punto de cortar la cuerda para liberar al tiburón, el primer oficial gritó: "No desperdicies la cuerda. ¡Corta la cola!”

Para mi horror, el marinero cortó la cola, justo debajo de la cuerda. El gran pez descendió de cabeza en el mar hacia una muerte segura, dejando un rastro sangriento mientras se hundía.

Claramente las relaciones laborales no mejoraron después de este evento. Pero como estábamos en mar abierto, lejos de tierra, y todos, desde el capitán hasta los marineros, le tenían miedo al primer oficial, no había nada que hacer al respecto. Años después, cada vez que un editor me ha gritado o me he horrorizado por algún error estúpido que he cometido en el trabajo, recuerdo aquel día en el barco y pienso: podría ser peor.

Siempre me ha parecido que los empleados de oficina trabajan en un paraíso en comparación con lo que tienen que soportar millones de trabajadores. Pero recordé cuán grande se ha vuelto el abismo entre la vida corporativa y el trabajo manual o de cuello azul cuando leí un nuevo libro de Dan Lyons llamado “Lab Rats: How Silicon Valley Made Work Miserable for the Rest of Us" (Ratas de laboratorio: cómo Silicon Valley ha hecho que el trabajo sea miserable para el resto de nosotros).

Lyons es un periodista muy chistoso que piensa que los codiciosos barones de la tecnología han arruinado la vida de las oficinas al recortar los salarios y deshumanizar a los trabajadores, sometiéndolos a modas de gestión enloquecedoras y la inseguridad laboral disfrazada de mesas de ping pong y aperitivos gratuitos. Gran parte de su polémica parece cierta. Me gustó especialmente la sección sobre el "infierno" de las oficinas de plan abierto que se presentan como una forma de fomentar la colaboración, pero en realidad hacen que la gente sea gruñona e improductiva, todo para ahorrar en gastos generales.

Sin embargo, cuando llegué al final del libro, donde Lyons escribe sobre jefes sensatos que tratan bien a sus trabajadores, me sorprendió otra tendencia de Silicon Valley: los incentivos exagerados.

Estoy segura de que, en casos extremos, la oficina moderna puede ser un horror, posiblemente peor que un barco camaronero. Pero es útil recordar que en los últimos años, también se ha convertido en un lugar de inaudita generosidad. En su libro, Lyons nos informa que en la compañía de software Basecamp en Chicago a los trabajadores no sólo se les ofrece el paquete normal de membresía de gimnasio, masajes y otras cosas. Para aquellos que trabajan en la compañía al menos un año, la empresa también paga por unas vacaciones anuales de hasta US$ 5.000. Me había enterado de los beneficios de congelación de huevos y reasignación de género en Facebook, pero no de estas vacaciones anuales pagadas mucho más útiles. Probablemente debería haberlo hecho.

Ha habido una "explosión de diversidad" en los tipos de beneficios que las compañías les ofrecen a los trabajadores en los últimos años, según los investigadores en el sitio de empleos de Glassdoor, y no sólo en EEUU.

En UKFast, una empresa británica de alojamiento de datos, los trabajadores reciben un día libre pagado en sus cumpleaños, una semana de permiso para contraer matrimonio, más algo llamado UKFest, un festival anual con bandas en vivo, comida y bebida gratis que se describe como un “mini Glastonbury”.

En Escocia, la compañía de cerveza artesanal BrewDog les ofrece a las empleados con un nuevo perro una semana de permiso para ayudarlos a acomodar a su mascota.

Curiosamente, no está claro si deberían ofrecer estos incentivos. Los beneficios exóticos pueden generar titulares, pero la investigación de Glassdoor en 2016 mostró que sólo tres beneficios son realmente importantes para los trabajadores: seguros médicos; planes de jubilación y tiempo libre. Un estudio más reciente sugiere que el beneficio número uno deseado por la mayoría de los trabajadores es incluso más simple: luz natural y vistas al exterior.

Sinceramente espero que esto sea cierto. Significa que, a fin de cuentas, todas aquellas personas que trabajan al aire libre o en condiciones extremas, en tierra o en el mar sin una membresía de gimnasio a la vista, podrían ser los verdaderos ganadores en el sector laboral.

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