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Los inmigrantes que rechaza Donald Trump son claves en Estados Unidos

"Los inmigrantes necesitan ciudades para aclimatarse a una nueva sociedad y las ciudades necesitan nuevos inmigrantes”, afirma Jacob Vigdor, profesor de políticas públicas en la Universidad de Washington.
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20 de octubre de 2019 a las 05:00

Por Emily Badger y Quoctrung Buir
 

A lo largo de su mandato y durante la campaña de reelección, el presidente Donald Trump ha mencionado dos temas de manera recurrente: los inmigrantes a los que describe como “invasores” de su país y las ciudades de Estados Unidos que ha definido como fuera de control.

Con su lenguaje, vincula estos dos temas. Los representa con sus palabras como violentos e infestados y, en un sentido profundo, como contrarios a los valores estadounidenses.

Pero, en la medida en que las ciudades y los inmigrantes presentan desafíos políticos reales —cómo integrar a los extranjeros, qué hacer con los lugares con dificultades—, ambos temas se entrelazan. Históricamente, estos dos problemas mencionados con frecuencia por el presidente han sido la solución uno del otro.

“Existe una relación simbiótica en la que los inmigrantes necesitan ciudades para aclimatarse a una nueva sociedad y las ciudades necesitan nuevos inmigrantes”, dijo Jacob Vigdor, profesor de políticas públicas en la Universidad de Washington.

Una investigación realizada por Dowell Myers, de la Universidad del Sur de California, ha demostrado que los inmigrantes aumentan el valor de la vivienda en los mercados a la baja, y el trabajo de Vigdor a nivel de los condados ha demostrado que la llegada de los migrantes alienta a los residentes nacidos en Estados Unidos a mudarse a esos sitios también, de manera que estimula el crecimiento de la población donde antes estaba disminuyendo.

Otros estudios han demostrado que algunos de los mayores descensos de la delincuencia urbana se han producido en los barrios donde llegan nuevos inmigrantes. Es posible que eso se deba a que los residentes nacidos en el extranjero tienen tasas de criminalidad más bajas que los nacidos en el país, y el crecimiento de su población en vecindarios que antes estaban llenos de propiedades vacías puede contribuir a que haya más ojos vigilando esas calles.

Una de las implicaciones de este fenómeno es que la inmigración puede ayudar a solucionar los problemas de delincuencia y deterioro en zonas urbanas, situaciones que el presidente ha criticado en ciudades como Chicago y Baltimore. Dicho de otra manera, las políticas de inmigración de Donald Trump, basadas en la creencia de que Estados Unidos se ha quedado sin espacio incluso para los inmigrantes legales, amenazan el ciclo de rejuvenecimiento de las ciudades.

Los últimos 40 años ofrecen un vívido ejemplo de cómo ha funcionado esa simbiosis en Estados Unidos. El historiador A. K. Sandoval-Strausz habla sobre ese periodo en Barrio América, un libro publicado en noviembre en el que se argumenta que la inmigración hispana sucedida en esa época ayudó a salvar muchas ciudades de Estados Unidos.

La huida blanca

El aceleramiento de la llegada de inmigrantes hispanos durante la década de 1970 sucedió en un momento afortunado para muchas ciudades. La huida blanca estaba en su apogeo. La Gran Migración de afroestadounidenses del sur estaba terminando.

“En cierto modo, fue un accidente histórico doble”, dijo Sandoval-Strausz, profesor de la Universidad Estatal de Pensilvania.

Debido a las tendencias demográficas internas, las ciudades necesitaban nuevos habitantes (y negocios e ingresos fiscales) justo cuando las nuevas oleadas de inmigrantes comenzaron a ingresar al país, después de la reforma migratoria de 1965.

En Chicago y Milwaukee, los nuevos residentes hispanos redujeron las pérdidas de población. En Boston y Oakland, su llegada ayudó a revertir la disminución de la población. En Los Ángeles y Houston, ciudades en crecimiento, el aumento de la población hispana explica el auge de esas urbes en su totalidad.

Entre los años 2000 y 2010, en 76 de las 100 áreas metropolitanas más grandes del país, los hispanos contribuyeron más que cualquier otro grupo racial o étnico a los incrementos de población de las ciudades o a la reducción de pérdidas de población, según Diversity Explosion, un libro del demógrafo William Frey. Este crecimiento hispano en las ciudades ha sido aún más importante porque los afroestadounidenses se han mudado cada vez más hacia los suburbios.

Sandoval-Strausz dice que actualmente se ha puesto demasiado énfasis en la “clase creativa” blanca con educación universitaria para resucitar a las ciudades centrales. Fueron los inmigrantes hispanos, dijo, quienes reconstruyeron el sector de la vivienda en lugares como el vecindario Oak Cliff, en Dallas, y quienes revivieron al distrito comercial en Little Village, Chicago, pues hicieron que esos lugares fueran más deseables para todos los demás.

De hecho, la “clase creativa” depende de los inmigrantes. Ellos son el personal de los restaurantes, gimnasios, tintorerías, florerías, salones de uñas y cafeterías que han ayudado a atraer a los residentes educados a las ciudades. Proporcionan el cuidado infantil que hace posible que los hogares con dos padres profesionales funcionen y llevan a cabo las remodelaciones y la construcción de viviendas en las ciudades que recientemente se han vuelto a considerar prósperas.

Parece que, durante gran parte de este tiempo, muchos funcionarios de la ciudad no entendieron lo que estaba sucediendo, argumenta Sandoval-Strausz. Se centraron en la construcción de autopistas, estacionamientos, nuevos desarrollos de viviendas y centros comerciales, comodidades de estilo suburbano para recuperar a las familias blancas que se habían ido.

“Las ciudades pasaron décadas intentando averiguar cómo recuperar a esas personas  —dijo —, en vez de preguntar quiénes son estas nuevas personas”.

Sin embargo, se trata de un proceso antiguo. Los vecindarios y empleos urbanos se han reabastecido en repetidas ocasiones cada vez que un grupo —irlandeses, italianos, chinos, mexicanos— llega, prospera y se marcha, para luego ser remplazado por recién llegados.

Los candidatos demócratas a la Presidencia han promocionado este razonamiento respecto de la inmigración, pero es probable que se vuelva más prominente a medida que se acerquen las elecciones generales.

“La única razón por la que South Bend está creciendo, después de años de reducción, es la inmigración”, dijo Pete Buttigieg, alcalde de la ciudad de Indiana, en el tercer debate presidencial. Ha propuesto “visas de renovación comunitaria” para que los inmigrantes sean ubicados en los lugares que más los necesitan.

Este ciclo de renovación funciona, sugirió Vigdor, no solo porque los inmigrantes están dispuestos a hacer trabajos que los estadounidenses tal vez no quieren, sino también porque están dispuestos a aceptar estándares de vida que los estadounidenses jamás aceptarán, en departamentos o vecindarios deteriorados, o en ciudades que empiezan a quedarse vacías.

Si los inmigrantes recientes que Sandoval-Strausz describe también se trasladan a otras regiones, y no hay una próxima ola para remplazarlos, ciudades mucho más grandes y prósperas que South Bend tendrán motivos para preocuparse. 

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