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Los mismos rehenes de siempre

En los últimos tres meses siete menores de edad fueron asesinados o heridos gravemente por balaceras destinadas a matar o “asustar” a narcotraficantes
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03 de marzo de 2024 a las 05:00

La ficción casi nunca es peor que la realidad. Si estás viendo Griselda, uno de los últimos mega éxitos de Netflix, y vivís en el Uruguay donde hace pocos días un niño de dos años fue asesinado a balazos, sentado en un auto junto a tres más que no sobrepasaban los ocho años, te darás cuenta que la realidad supera todo el horror que se vea en una serie basada en hechos reales, sobre una de la grandes narcotraficantes de la historia. 

En los últimos tres meses siete menores de edad fueron asesinados o heridos gravemente por balaceras destinadas a matar o “asustar” a narcotraficantes. ¿Qué impacto tiene una bala de alto calibre en un cuerpo de dos años? ¿Cuánto hace falta para matar a un bebé? Hace falta una guerra narco, adultos que -según indica la investigación- transportaron a esos niños en el auto en el que iban a cobrar deudas relacionadas a la droga para usarlos como “escudos”, padres y madres que son parte de una movida narco que ya no distingue entre víctimas ni por la edad, y asesinos de bandas enemigas que tampoco se detienen ante pequeños cuerpos y vidas truncadas. 

Esta semana, el Ministerio del Interior convocó a seis organismos públicos relacionados a la niñez, salud y educación para coordinar acciones que intenten proteger a los niños que viven en entornos de violencia, sobre todo, por conflictos de drogas. Esta semana, la directora de la ONG El Paso, Andrea Tuana, describió como en el trabajo social que realizan ven como muchos padres que consumen drogas dejan a sus hijos como “garantía” cuando no pueden pagar. “Niños que son dejados en una boca porque no hay plata para pagar. El niño es dejado ahí, y lo van a buscar cuando tienen el dinero para poder saldar la deuda”, dijo. 

En estos días parece que todo lo que se plantea (o no se plantea) tiene un retrogusto electoral, pero tanto la reunión convocada por el Ministerio, incluso si “solo” es para coordinar, como las manifestaciones de otros actores relevantes de la sociedad civil, entre ellos también la Sociedad de Pediatría, son alertas fundamentales para intentar parar lo que ya es una realidad: niños muertos y heridos por la violencia narco. 

Hasta hace poco, los niños que llegaban hasta la emergencia del Pereira Rossell heridos de bala habían sufrido un disparo accidental, casi siempre por manipular armas de adultos que deberían haber estado fuera de su alcance. Pero eso ha cambiado; un estudio del Departamento de Emergencia Pediátrica confirmó que cada 15 días la emergencia de ese hospital atiende a un niño o adolescente herido de bala. Y no son accidentes.

La discusión de si los niños son o no usados como escudos, de si hay denuncias, de si esto sucede de tal o cual manera, es absolutamente inútil, porque no se necesitan más pelos y señales para entender que muchos están en peligro y que hay que hacer algo, incluyendo las siete medidas aconsejadas por el Ministerio del Interior. En este contexto no hay, no debería haber, espacio para la politiquería desde ningún lado.

Me resulta vomitivo pensar que en Pinar del Norte, dos adultos, incluyendo al padre del niño de dos años que fue asesinado, más el resto de los mayores de edad responsables  -hombres y mujeres- decidieron usar niños para intentar detener un ataque, en vano. Esa noche del horror, dos hombres de 22 y 44 años (el más joven, padre del niño asesinado, también terminó muerto) fueron a una boca de venta de drogas acompañados de niños 2, 3, 6 y 8 años. Incluso pensaron en llevar a un bebé de ocho meses. 

En la madrugada del miércoles 23, el conductor se bajó supuestamente a vender droga, aunque todo indica que estaba allí para cobrar una deuda. Mientras hablaba con una mujer, una ráfaga de balas disparadas acribillaron el auto. Era una emboscada y en ella fueron asesinados un niño, un adulto y dos niños más terminaron heridos.

Lo que sucedió en Pinar fNorte no es moneda corriente pero tampoco una excepción. El 18 de enero otro niño fue asesinado en medio de una balacera relacionada con narcos. Tenía ocho años, iba llegando a su casa en Malvín Norte y le dispararon en el pecho. El imputado fue un hombre de 18 años que pertenece a la familia rival de la del niño. Los Suárez de Villa Española se cobraron una nueva víctima, esta vez la de un nene cuyo único error fue el de pertenecer a una familia con apellido Albín, la otra que tiene a ese barrio conmocionado a pura droga y violencia. 

Hay más casos, de muerte y de heridas que, aunque sanan, quedarán grabadas en las psiquis de estos niños y adolescentes víctimas del narco. Por eso es importante que el Ministerio haya dado una señal y haya pedido coordinación entre organismos, primero para detectar quiénes son los menores que corren peligro y, ojalá, para evitar que terminen siendo carne de cañón. Y por eso es importante declaraciones como las de Tuana, porque ya viene siendo hora de que todo estemos horrorizados por lo que sucede, y de que exijamos que se haga todo lo que se pueda hacer.

El fuego cruzado político es menos dañino que el narco en cuanto a vidas humanas, pero igual de dañino a la hora de horadar la confianza en las instituciones y al final, en la democracia. Luego de que Tuana dijera lo que dijo, no es necesario que desde el Inau o desde el Ministerio del Interior se salga a aclarar que no hay denuncias o que no se han detectado casos de niños usados como escudos, porque la realidad nos está indicando algo muy distinto. Como bien expresó Tuana, estos temas son vistos por la opinión pública cuando llegan a “un punto extremo” como el de Pinar Norte.  

Ya estamos en el punto extremo y aún así hay tiempo para hacer todo lo humanamente posible para que no nos acostumbremos al horror, que es lo que pasa en las sociedades en que el narco pervade todos los niveles, en las que prevalece la ley de la selva y la de que es mejor sobrevivir que denunciar.

Hace bien que el presidente Luis Lacalle Pou exprese, como lo hizo hace unos días en Salto, que siente “enorme bronca, indignación e impotencia” por lo que pasó con el nene de Pinar Norte. Y también hace bien que la Red uruguaya contra la violencia doméstca advierta que "están masacrando niños, niñas y adolescentes" víctimas de "la violencia narco" y que, por eso, denuncia “la irresponsabilidad del gobierno actual y el incumplimiento de las obligaciones asumidas en los tratados regionales e internacionales firmados, al no proteger a los niños, niñas y adolescentes de los crímenes violentos, los asesinatos, la violación, la explotación sexual y la captación por grupos de delincuencia para servir a sus intereses”. Hace bien que seamos conscientes de que ahora son niños que tristemente viven en el “sistema narco” pero que pronto pueden ser los niños que corren frente a tu casa. Que no suceda.

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