Los músicos también lloran: cuando las canciones sirven para hablar de depresión y ansiedad

La canción René, de Residente, es el ejemplo más reciente de los artistas que usan su obra para contar sus episodios

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15 de marzo de 2020 a las 05:00

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Residente soltó la bomba y tomó a todo el mundo por sorpresa. El pasado 27 de febrero, el rapero y compositor puertorriqueño estrenó su nueva canción, René, e inmediatamente se convirtió en uno de los temas de conversación más populares del ámbito musical. La canción fue un éxito, figura en el puesto 20 de las 50 canciones más escuchadas en Uruguay según Spotify, y en YouTube acumula desde su lanzamiento 61 millones de reproducciones. Pero aunque marca un claro contraste con sus festivas composiciones anteriores, lo más llamativo no fueron sus melodías dramáticas y su ambiente sombrío, sino la letra y la confesión que hace en ella el artista.

“Cuando caigo en depresión, mis problemas se los cuento a la ventana del avión, el estrés me tiene enfermo, hace diez años que no duermo”, entona René Pérez Joglar. “El concierto está lleno pero yo estoy vacío”, recita después. Y en el estribillo suelta: "A veces ya no quiero estar aquí. Me siento solo aquí, en el medio de la fiesta, quiero estar en donde nadie me molesta, quemar mi libreta, soltar mi maleta”.

Con un claro tono autobiográfico, la canción desnuda inseguridades y dilemas de la vida de un artista famoso. Uno de esos que a priori parece no tener ningún problema porque no tiene angustias económicas, viaja todo el tiempo y vive de lo que le gusta hacer. Pero que, como cada vez es más visible, ya sea porque lo dicen o porque lo cantan, pueden padecer problemas y enfermedades mentales como cualquier otro ser humano. A veces, incluso, la fama las hace empeorar.

“Una noche me sentía muy mal, estaba en México, el estadio esperándome, y yo no quería salir del hotel. Llamé a mami porque quería tirarme del balcón y no sabía por qué. Esa noche llegaba un amigo y se quedó conmigo. Al otro día comencé a escribir este tema”, explicó Residente en el tuit que acompaña el enlace al videoclip de la canción, dirigido por él. Aunque al final dio ese show, se quedó con la sensación de que allí tenía una historia para contar, y un mensaje para dar.

Esa historia es la suya propia, y la de todos los aspectos buenos y malos de su vida. En particular, de algunos traumas y duelos no resueltos, que según Pérez se fueron sumando hasta explotar en esa crisis en México, ocurrida hace dos años. “Imagínate, en el mundo hay tanta gente que sufre y yo siempre tenía esa mentalidad de que no me puedo quejar, mira las cosas que tengo buenas. Pero sí parece que había muchas cosas que me habían dolido, la muerte de mi mejor amigo, cosas que yo no lloré nunca y que explotaron a la misma vez”, dijo el artista a The Associated Press, explicando también que cuestiones como las constantes giras y demandas de la industria musical lo obligaban a estar durante mucho tiempo alejado de su hijo Milo.

Residente no ha sido el único músico que habló y cantó sobre su experiencia con las enfermedades mentales, algo que se está haciendo costumbre entre los artistas más jóvenes, que han ido dejando que se pierda el estigma que antes tenían estos padecimientos.

Para el psicólogo y psicoterapeuta Martín Mazzella, los artistas pueden canalizar sus dilemas en canciones como una especie de autoterapia, pero depende de cada uno. “Componer es armar una ficción, y a veces se puede optar por construirla con lo que tenemos más cerca. Algunos optan por eso, por ser viscerales, otros pueden armar un relato según lo que les contaron”.

Mazzella lo entiende porque también está dentro del mundo artístico: es letrista de carnaval, con años en la murga Cayó la cabra y este año en Un título viejo. “En el Carnaval 2018 hice una canción que era muy triste, que daba a entender que hablaba de una pérdida de alguien muy cercano, y todos me venían a preguntar, pero no era sobre mí, era una mezcla de cosas mías pero también ajenas”, ejemplificó.

Y aunque algunos tomen elementos ajenos, otros son más autoreferenciales y públicos con sus problemas. La estrella más flamante del pop internacional, Billie Eilish, ha sido muy vocal sobre las enfermedades que padece, como el síndrome de Tourette, así como sobre sus episodios de ansiedad y depresión. Una lesión a los 13 años le impidió seguir su carrera como bailarina, contó a la revista Rolling Stone. “Ahí fue cuando empezó mi depresión. Me metió en un pozo. Atravesé una etapa de lastimarme, porque sentía que merecía el dolor”.

Casi inmediatamente empezó su carrera musical, a la que la cantante estadounidense le ha agradecido por ser una de las razones de su mejoría. “No puedo irme a llorar por ahí. No puedo salir gritando y estar mal. Tengo que trabajar”, dijo en esa misma entrevista. Aunque su experiencia le ha servido, y se ve reflejada en canciones como Everything I wanted, en la que imagina a todos sus amigos dándole la espalda luego de que se suicida e ignorando su muerte.

Uno de los mecanismos de Eilish es el de llevar de gira un ómnibus repleto de amistades para que le hagan compañía. La que ha recurrido a un método más económico es Katy Perry, que le contó a la edición india de la revista Vogue que entre 2017 y 2018 atravesó el período más intenso de depresión de su vida. Ella habló de la meditación trascendental como una de las cosas que la ayudaron a atravesar los momentos difíciles.

Las críticas mediáticas, el escrutinio constante de parte del público y el ritmo de vida de los artistas de primera línea fueron los causantes, señala la cantante de Fireworks. “Hablamos siempre de nuestros diferentes órganos, pero nunca hablamos del cerebro, que es el que principalmente nos hace funcionar”, dijo la artista.

En general los artistas no suelen hacer referencia explícita a los tratamientos médicos que utilizan para abordar las distintas problemáticas que padecen, ni la medicación a la que recurren con indicación de psiquiatras especializados en el tema, pero su participación en la mejoría y en poder sobrellevar los episodios de depresión o ansiedad es fundamental. De la misma forma que las terapias con psicólogos indicadas para cada patología.

En contra

Así como para Billie Eilish empezar de joven fue positivo, para Justin Bieber fue todo lo contrario, y al igual que en el caso de Perry, la exposición constante le jugó en contra a su salud mental, según reveló el canadiense en 2019.

"A los 13 años, salí de un pequeño pueblo para ser halagado de izquierda a derecha por el mundo, con millones diciendo cuánto me querían y qué genial era", dijo. "Escuchas esas cosas de niño y realmente empiezas a creértelo. Todo el mundo hacía todo por mí, así que nunca aprendí los fundamentos de la responsabilidad", explicó en Instagram. A los 18 tenía una cuenta bancaria llena de millones y el mundo a sus pies, pero se había criado en una fantasía irreal. A los 19, ya estaba en un espiral de drogas, abuso y depresión.

"Es difícil levantarse cada mañana cuando sientes que viene un problema tras otro", escribió en un posteo de redes sociales. "A veces puede llegar el punto donde ni siquiera quieres vivir más. Sientes que nada va a cambiar". En su caso, la religión, su matrimonio con Hailey Baldwin y el respaldo de su familia lo ayudaron a salir del pozo y reencausar vida y carrera, concretado con su nuevo disco, publicado en febrero.

A medidados de 2019 lanzó una canción junto a Ed Sheeran, I don’t care, en la que el eje era la ansiedad social, uno de los grandes fantasmas que enfrenta el pelirrojo cantautor británico. “No me gustan las grandes aglomeraciones de gente, lo que es irónico porque en mis shows toco para miles de personas”, comentó Sheeran al diario inglés The Sun.

Ser filmado y fotografiado pone incómodo a Sheeran, que afirmó sentir ansiedad “todos los días”. Lo ha comparado con sentirse un animal de zoológico, o como alguien que no es humano. El inglés dijo que esa situación lo ha llevado a mudarse fuera de Londres, dejar de usar celular, o reducir su círculo de amistades a solo cuatro personas en las que confía plenamente. En su canción junto a Bieber, están incluidos los versos “Con toda esta gente alrededor, me bloquea la ansiedad, pero me dicen que es donde tengo que estar”.

Usar las canciones como descarga, grito de ayuda o forma de contar al mundo lo que le pasa a un artista en un momento complicado no es novedad. Ya en 1994 lo hizo Green Day con Basket Case. El vocalista, guitarrista y compositor de la banda, Billie Joe Armstrong, contó que ese hit nació de su experiencia con la ansiedad y los ataques de pánico. “La única forma de saber que me estaba pasando era haciendo una canción”, dijo el músico.

Pero en los últimos años su presencia ha crecido, y eso puede estar asociado con la edad de los nuevos artistas, que pertenecen a las generaciones clasificadas como millennials y generación Z, caracterizadas por el incremento en los trastornos de ansiedad y depresión, y señalados por la escritora y periodista estadounidense Anne Helen Petersen como “la generación del burnout (agotamiento)”.

Mazzella explica que “antes se definían esas enfermedades de otra forma, ahora son categorías que calaron hondo y que definen algo de lo que pasa, porque se han hecho masivas. Después definir a qué refieren exactamente es parte del trabajo del análisis”.

Irritabilidad, miedo, pensamientos suicidas, incapacidad de confiar en otros, falta de apetito, dolor en el pecho, la sensación de estar solo aún cuando se está con gente, tristeza, problemas para dormir. Algunos de los síntomas que Kanye West repasa en su canción I feel like that, una de las distintas en las que ha mencionado su lucha personal con las enfermedades mentales.

Una estadística del sitio de análisis de letras musicales Genius refleja que en el rap, las palabras “depresión” y “ansiedad” han despegado en su uso durante la última década, reflejando una mayor apertura y tratamiento de estos temas.

Así lo resumió Residente, después de publicar René. “Yo estaba acostumbrado a sacar lo que sentía pero pensando mucho en la gente, pensaba más en la gente que en mi. Creo que este es un buen mensaje para la gente a la que se le hace difícil sacar sus sentimientos: que empiecen a hablar sobre eso, y eso fue lo que pasó, todo el mundo comenzó a llorar con el tema, yo no me lo esperaba”.

Mazzella considera que este tipo de canciones tienen un impacto positivo porque colaboran a la visibilización de estos temas y a que se pierda el estigma. “El caso de René es exitoso porque se logra una identificación. Ese es un proceso que los artistas buscan y que funciona como una calle de doble vía: ellos la quieren y la gente a su vez quiere verse reflejada en ellos. Pero a su vez, a mi no me importa si René está deprimido, porque me convence con lo que cuenta, y eso igual tiene su valor, porque logra ser genuino”.

Más allá de esa consideración particular sobre un aspecto que reconoce que es discutible, para él también es una forma que los artistas tienen de mostrar que su vida no es idílica, y que también son humanos. “Si no son humanos y no se muestran como tales no podrían generar la conexión con el público”.

No solo músicos
En los últimos tiempos, no solo las figuras de la música han expresado públicamente sus roces con la depresión. El futbolista español Andrés Iniesta y la actriz de Game of Thrones, Sophie Turner, han relatado sus conflictos, en parte provocados por vivir como personalidades públicas.
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