Alan Kuperman, profesor en el Proyecto de prevención de la proliferación nuclear en la Universidad de Austin, Texas

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Los riesgos de la difusión comercial de material nuclear promovida por los Estados Unidos

En lugar de apuntar contra la oferta de material fisionable, la administración Biden promueve el comercio de materiales nucleares como moneda de cambio en la negociación de cuestiones políticas
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08 de septiembre de 2023 a las 05:03

Muchas veces, la información sobre la proliferación de armamento nuclear no llega al público hasta que se estalla la crisis, como en los casos de Irán y Corea del Norte. La no proliferación efectiva debería comenzar mucho antes, no sólo exigiendo y negociando la supresión de armas nucleares sino restringiendo y controlando el suministro de los materiales fisionables y la tecnología necesarios para construirlas, según informa en The Bulletin of Atómica Scientists Alan Kuperman, profesor del Proyecto de prevención de la proliferación nuclear en la Universidad de Austin, Texas.

Para construir armas nucleares, primero se debe obtener el ingrediente clave: plutonio o uranio altamente enriquecido (UME). Así, a medida que crece la demanda de armas nucleares en Asia, Oriente Medio y Europa, la administración Biden, en lugar de restringir el acceso a esos elementos, pareciera estar haciendo todo lo contrario: promover el comercio de materiales nucleares como moneda de cambio para negociar cuestiones políticas.

Según Kuperman, el aumento de la demanda de armas nucleares fue impulsado por varios acontecimientos clave ocurridos en las últimas dos décadas.

En 2003, una coalición militar encabezada por los Estados Unidos invadió Irak y derrocó al régimen de Saddam Hussein, que había abandonado su programa nuclear una década antes. La lección sobre la disuasión nuclear no pasó desapercibida para otros países, incluida Corea del Norte, que probó su primera bomba atómica apenas tres años después. Desde entonces, la rápida expansión y mejora de su arsenal nuclear por parte Pyongyang impulsó la demanda en Asia. En Corea del Sur, por ejemplo, una abrumadora mayoría está ahora a favor de adquirir armas nucleares, y el presidente Yoon Suk Yeol dijo recientemente que eso podría suceder.

En otro hecho que tuvo consecuencias en la exacerbación de la demanda, en 2011 los países de la OTAN bombardearon y ayudaron a derrocar al régimen libio de Muamar Gadafi, quien había renunciado voluntariamente a su programa de armas nucleares ocho años antes. El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, observó acertadamente que Gadafi había “envuelto todas sus instalaciones nucleares, las empaquetó en un barco y las entregó a Occidente”. Como señaló poco después un experto iraní: “A juzgar por eso, nuestros líderes consideran que el compromiso no es útil”.

La posterior expansión del enriquecimiento de uranio por parte de Irán, tanto antes como después del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) de 2015, y las revelaciones de su programa secreto de bombas, estimularon la demanda entre sus vecinos. En 2018, el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed Bin Salman, declaró: “Sin lugar a duda, si Irán desarrolla una bomba nuclear, haremos lo mismo lo antes posible”.

Más recientemente, la situación de Ucrania después de entregar su arsenal nuclear soviético y el despliegue de misiles nucleares por parte de Rusia en Bielorrusia alimentaron la demanda de proliferación incluso en Europa. Polonia solicitó recientemente que se desplegaran armas nucleares en su territorio, en lo que sería la primera expansión del intercambio nuclear de la OTAN en más de seis décadas.

Kuperman indica que, pese a los peligros que entraña la posibilidad de que la difusión de material nuclear acelere y expanda la posibilidad de su uso bélico, la administración Biden tomó medidas que paradójicamente potencian la eventual proliferación nuclear.

En primer lugar, el presidente de los Estados Unidos está financiando empresas de su país, como Oklo, que quieren reprocesar el combustible usado de los reactores (separando el plutonio de los desechos nucleares) y luego implementar su tecnología de reciclaje de combustible “a escala global”. Esto revertiría casi medio siglo de política bipartidista estadounidense de oposición a dicha actividad en el país y en el extranjero, que logró restringir su reprocesamiento comercial sólo a dos países, Francia y Rusia, que ya tienen armas nucleares.

Otra medida es que se está proporcionando un subsidio de US$ 2 mil millones a Bill Gates para desarrollar reactores nucleares “rápidos”, que originalmente fueron diseñados explícitamente para aumentar los suministros de plutonio. Terrapower, el startup de energía nuclear de Gates, promete no utilizarlos de esta manera, pero los reactores son tan caros que los países que los importan podrían citar razones económicas para justificar su conversión en fábricas de plutonio.

También se está promoviendo la construcción de un reactor de investigación civil en los Estados Unidos utilizando combustible UME apto para armas por primera vez desde la década de 1960, amenazando así con socavar décadas de progreso en la deslegitimación de este peligroso combustible a nivel mundial.

Finalmente, la Casa Blanca acordó exportar toneladas de uranio apto para armas (una cantidad suficiente para cientos de bombas nucleares) para alimentar los próximos submarinos de propulsión nuclear SSN-AUKUS para Australia, que se construirían en colaboración con el Reino Unido.

Este anuncio ya llevó a al menos otro país, Irán, a sugerir que también podría producir UME para combustible naval, una conocida puerta trasera a las armas nucleares. Los submarinos australianos probablemente podrían rediseñarse para utilizar uranio poco enriquecido que no es apto para armas nucleares, pero lamentablemente la administración Biden canceló recientemente la financiación del programa de ocho años de duración para desarrollar dicho combustible naval resistente a la proliferación.

La administración Biden parece creer que puede impedir la proliferación únicamente anulando la demanda (usando el palo y la zanahoria para persuadir a los países de que no busquen la bomba) a pesar de la evidencia de lo contrario. Por lo tanto, se siente libre de relajar las restricciones de oferta en los regateos políticos internos y externos.

Por ejemplo, para persuadir a los legisladores a apoyar la energía solar y eólica, está financiando no sólo investigaciones nucleares razonables, sino también gastos desmesurados para ampliar el uso de plutonio y combustible de UME.

Para asegurar el apoyo militar estadounidense al acuerdo trilateral Australia-Reino Unido-Estados Unidos (AUKUS), está accediendo a la insistencia de la Marina en utilizar combustible de uranio apto para armas, incluso en submarinos que tengan como destino la exportación.

El profesor Kuperman estima que la estrategia de supresión de la demanda buscando detener los programas nucleares de países que intenten desarrollarlos por sí misma no sería una solución viable al problema sin cambiar el rumbo y dejar de promover la difusión comercial de materiales y tecnologías nucleares que aumentan el riesgo de que finalmente la demanda encuentre el camino hacia una nueva oferta en el mercado de las armas de destrucción masiva.  

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