CARL DE SOUZA / AFP

Macri se posiciona como líder de la oposición e insinúa una intención de volver

El presidente saliente se apoyó en su militancia para hacer la defensa de su gestión y para disuadir los desafíos a su liderazgo y los intentos de fuga dentro de la coalición de gobierno

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07 de diciembre de 2019 a las 05:03

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Mauricio Macri dejó en claro su principal objetivo político para su etapa de ex presidente: ponerse al frente de la oposición y conservar su capital político de manera tal de ser visto como una opción de alternancia en el poder.

En otras palabras, evitar caer en la irrelevancia, como les pasó a otros ex mandatarios (sobre todo los que terminaron con crisis económicas). Y mantener la capacidad de defensa de la propia gestión, dada la natural tendencia de cada nuevo gobierno argentino a culpar a la “pesada herencia” por los problemas económicos.

De hecho, ya arrancó la llamada “guerra de los relatos” sobre la interpretación del legado que deja la gestión macrista. Con el expresivo título de “Tierra arrasada”, el peronismo expone su punto de vista en un documental que se exhibe en cines y en informes de gestión de diversas áreas del gobierno nacional y provinciales.

Y, en contraposición, Macri respondió con acciones políticas poco usuales en él. Primero, recurrió a un mensaje en la cadena nacional, algo que había evitado durante todo su mandato, justamente para marcar una diferencia de estilo con Cristina Kirchner, a quien se le criticaba su abuso de esa herramienta (en sus ochos años de mandato hizo 121 mensajes en cadena, en los que habló 4.600 minutos).

También grabó una entrevista de tono “intimista” para su difusión en las redes sociales, en los cuales rememora los momentos más trascendentes de su presidencia desde un punto de vista personal.

Luego, convocó a un acto de despedida con la militancia en la Plaza de Mayo, una forma de demostrar capital político y de reforzar el vínculo con sus adherentes. Curiosamente, este hecho lo termina emparentando con Cristina Kirchner, que cerró sus ocho años con una plaza llena, un hecho que se interpretó como un potente mensaje hacia todo el ámbito político.

“No se va, Cristina no se va”, le cantaban sus militantes y ella respondía que, efectivamente, no tenía  la intención de irse sino que se quedará defendiendo su legado político y las conquistas del “proyecto”.

“Yo no me voy a ninguna parte. Vamos a quedar todos los que estamos y todos los que somos”, decía la ex presidenta en su despedida, en una frase para ser decodificada por los militantes.

“Los que somos” representaban al núcleo duro del kirchnerismo, los que no se avergonzaron por las políticas de la década K, y que lejos de la autocrítica ante la derrota electoral, se mostraron más decididos que nunca a reivindicar la gestión y el estilo de la era K.

Un mensaje a la militancia

Ahora, Macri busca replicar esa estrategia. Con una dosis de mística militante, otro poco de datos duros sobre su gobierno y mucho de antiperonismo, espera lograr esa masa de militantes que en los cuatro años que vienen asuman la defensa de la gestión macrista y preparen el terreno para la elección legislativa de 2021.

Lo cierto es que el mensaje que transmitió Macri en cadena estuvo, en gran medida, dirigido al consumo interno de la “tropa propia”. El presidente saliente destacó los rubros en los cuales puede mostrar resultados positivos, como la mejora del sistema energético, que estaba en una situación de colapso hace cuatro años y que motivó el gran tarifazo de los servicios públicos.

Habló también de los avances en la lucha contra las mafias y el narcotráfico, otro rubro en el cual el gobierno puede mostrar resultados y logra el aplauso de su base de votantes.

Y también habló de la economía, con casi nula autocrítica y una serie de argumentos pensados para el debate. Por caso, que el fracaso en la lucha contra la inflación y en la baja de la pobreza se debió a situaciones externas al gobierno.

Según el libreto macrista, el origen de los problemas debe atribuirse en parte a la situación internacional, por el brusco cambio de flujo de capitales. En parte a situaciones climáticas como una sequía histórica que disminuyó la producción agrícola.

Y también habló de cómo influyeron las expectativas, en el sentido de que muchos indicadores que venían mejorando, empeoraron de golpe luego de las elecciones primarias. Es un argumento peligroso, que ya le jugó en contra porque algunos lo interpretaron como que transfirió culpas a los votantes.

En definitiva, el mensaje de Macri es que en su gestión hubo reformas estructurales, de tal forma que ahora la economía argentina tiene mejores bases para crecer.

Con la lupa sobre los “tránsfugas”

El liderazgo de la oposición es un destino muy diferente al que muchos habían imaginado para Macri. Se hablaba de un eventual retiro y hasta de una mudanza a Madrid, para tomar distancia de la vorágine argentina y disfrutar de su familia y su fortuna. O acaso de un regreso a la administración del conglomerado industrial del grupo Socma.

Pero tuvo poderosas razones para no elegir ese destino. El primero es personal, casi de amor propio. El relativamente buen resultado de la elección y las demostraciones de movilización masiva que logró en la campaña del “sí se puede” lo convencieron de que no es alocada la idea de volver al poder en 2023.

Y la otra razón, explicada con detalle por los veteranos de sus propias filas, es que debe mostrarse políticamente activo y “presidenciable” para sortear mejor parado la segura andanada judicial que lo espera, luego de las decenas de causas por corrupción y lavado de activos que le iniciaron operadores judiciales kirchneristas. Paradojas de la Argentina, otro aspecto en el cual Macri se termina pareciendo a Cristina.

Dada la situación, Macri se fijó el objetivo de consolidar su liderazgo en la coalición Juntos por el Cambio, donde ya había varias figuras dispuestas a tomar la posta, entre ellas el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y varios dirigentes de la Unión Cívica Radical.

Esto refuerza la necesidad de Macri de mostrarse como un líder con carisma personal y un nivel de adhesión popular importante. No sólo para disuadir las amenazas a su liderazgo sino para mantener cohesionada a su bancada parlamentaria ante las múltiples tentaciones de traición.

Macri se mostró particularmente irritado por el caso de los tres diputados electos por su coalición que, antes de asumir, pactaron con el peronismo para irse a un bloque parlamentario cercano al oficialismo.

El temor de Macri es que el ejemplo de los “tránsfugas” cunda en su propia tropa y pierda más representantes. Por eso reclamó públicamente que los diputados que se pasaron al adversario deben devolver sus bancas.

En realidad, su actitud no sólo expresa el enojo con los tres parlamentarios sino que también es un mensaje para la UCR. En las últimas semanas hubo señales de Alberto Fernández en el sentido de acercarse a dirigentes radicales que fueron críticos de la gestión macrista. Y muchos recordaron que esa fue la estrategia usada por Néstor Kirchner, cuando conformó un grupo de radicales aliados, liderados por el ex vicepresidente Julio Cobos, quien terminó peleado con Cristina.

 

Alberto y el frente interno
Para Alberto Fernández, mientras tanto, cada vez es más evidente que la oposición de la que más debe preocuparse no está representada por Macri sino por los propios aliados dentro del peronismo.
Las encuestas indican que hay un bajo nivel de expectativa de la población respecto de cómo será su gobierno: de un 48 por ciento, contra el 70 por ciento que disfrutaba Macri hace cuatro años. Pero acaso eso no sea una mala noticia para Fernández, que en las últimas semanas se concentró en, justamente, bajar el nivel de expectativas sobre una recuperación de la economía.
En todo caso, los analistas afirman que Alberto tendrá una “luna de miel” corta y que sus votantes le exigirán señales de recuperación de la economía en cuestión de pocas semanas. Ya hubo algunas insinuaciones de parte de sectores sindicales y piqueteros en el sentido de que habrá una tregua pero sin garantía de continuidad en el largo plazo.
Como siempre, la verdadera oposición está marcada por la opinión pública y el mercado financiero. Otro tema del cual puede dar fe Cristina Kirchner, que luego de haber arrasado en las urnas con 54 por ciento de los votos, se enfrentó a cuatro años agitados con manifestaciones de protesta permanentes.
 
 
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