Camilo Dos Santos

Martínez y el trago del verano: ¿amargo o dulce?

El intendente sale a trancar a Adeom y a sintonizar con los ciudadanos

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13 de enero de 2019 a las 05:00

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El verano se respeta salvo emergencias. Ante el inicio de un ciclo electoral largo, los dirigentes políticos sabían que esta primera quincena de enero era el tiempo de descanso para reponer energías. Y, además, que la atención de la opinión pública no está para mensajes políticos, propuestas programáticas ni entredichos partidarios. Es verano.
Interrumpir vacaciones y asomarse en ese espacio de tiempo solamente se justifica por algo demasiado importante. Y así lo hizo el intendente de Montevideo, Daniel Martínez, con un anuncio fuerte, y al que todo el sistema le hará seguimiento: se acabó el juego con Adeom.

La movida del precandidato favorito del oficialismo es arriesgada pero necesaria.
Es arriesgada porque puede fallar como se ha venido fallando durante mucho tiempo, con un gremio que no está para hacer concesiones, dar tregua, ni moderar su accionar. Y si fallara de nuevo, el anuncio habría sido un paso en falso preocupante, porque no se pudo cumplir el cometido, y porque no se logró ejercer autoridad.

Es necesaria porque Montevideo no puede lucir tan sucia, porque la gente está harta de sentirse en calidad de rehén de una disputa que no entiende, ni por el motivo de los paros encadenados en el tiempo, ni por qué no puede haber un arreglo por un tiempo considerable, sin que se reavive cada tanto el conflicto, y entonces los contendores de basura queden desbordados y la mugre arrastrada por el viento.
El jueves 10, Martínez recordó las medidas adoptadas para mejorar la limpieza de la ciudad.

¿Por qué la ciudad estaba sucia en gobiernos anteriores del Frente Amplio? El sindicato hacía referencia a problemas de gestión, y obviamente a la “falta de recursos”, porque eso justifica pedir más recursos.
Sin hacer crítica pública, algunas acciones de esta administración dieron razón a problemas de gestión del período de Ana Olivera y anteriores.

Martínez resumió así lo hecho desde 2015: 
a) se ha “mejorado la infraestructura del servicio de limpieza” mediante la compra de “26 camiones y 6.000 contenedores nuevos”, de adquisición de “maquinaria pesada”, pero también con “reformas en talleres y mejoras edilicias”; 
b) “se ha mejorado la gestión con la incorporación de recursos humanos: mecánicos, electricistas, choferes, auxiliares”, y 
c) fue aumentada “la frecuencia de levante” de residuos, con una nueva planificación “optimizando el servicio”.
Pese a mejoras, el problema subsiste.

Los montevideanos tienen asumido que cada tanto habrá un conflicto entre la intendencia y el gremio, y la ciudad se llenará de basura de nuevo.  Y otra vez…

¿Por salarios? ¿Por más funcionarios? ¿Por seguridad ante accidentes? ¿Por reflejo antiacoso laboral? ¿Por los cementerios? La gente ya no sabe bien por qué, pero sabe que es como la lluvia, habrá sol unos días, cielo nublado otros, pero en algún momento va a llover. O sea, estará todo sucio.

Hay quienes hemos sido electos por la gente para tomar decisiones y lo vamos a hacer”, dijo Martínez el jueves, reafirmando una idea central. Y en su caso, no solo fue elegido para gobernar, sino que llegó al cargo con la expectativa de una franja ancha de frenteamplistas, de que este socialista podría lograr lo que no pudieron hacer el tupamaro Ehrlich, ni la comunista Olivera: una ciudad limpia.
Y eso, viendo su proyección política, también era un desafío en su carrera presidencial, porque una frase repetida tanto entre sus camaradas como entre sus adversarios implicaba una cuestión fundamental: “Si no puede con Adeom, no podrá con el país”. 

Martínez anunció dos medidas, una es la convocatoria a “una reunión con el Ministerio de Trabajo, Adeom y el PIT-CNT para determinar la esencialidad del servicio de limpieza”, la otra es un plan de contingencia privatizado: “ante situaciones de emergencia contaremos con pliegos licitatorios de servicios privados que nos permitan cumplir con nuestra tarea y asegurar la limpieza de la ciudad para cumplir con los ciudadanos”.

En el fondo del caso está el tema del ejercicio de la autoridad, lo que en estudios de opinión pública que manejan las autoridades aparece como una demanda popular. Los uruguayos no se bancan desbordes de autoritarismo, pero sí reclaman autoridad.
Eso fue lo que pareció interpretar el 24 de agosto de 2015 el presidente Tabaré Vázquez cuando en sus primeros meses de esta segunda presidencia, dispuso declarar “esenciales los servicios correspondientes a los Centros de Educación Inicial, Primaria, Secundaria, Educación Técnico Profesional y Centros de Formación Docente”.

La mayoría del Frente consideró que era inaceptable aquel decreto (justo del día de la Noche de la Nostalgia) que estaba basado en la ley de la Coprin (16 de diciembre de 1968) del entonces presidente Jorge Pacheco Areco y sus ministros de Interior, Julio César Espinola; de Defensa, general Antonio Francese, y de Industria y Comercio, Jorge Peirano Facio.

En la sede del partido de gobierno han hablado mucho de este caso: “Una parte del Frente se calentó cuando Tabaré puso la esencialidad a la enseñanza, y otra parte se enojó cuando la sacó, porque apareció cediendo a la otra parte”.
En términos de votos, los que se calentaron con aquella medida fueron los más cautivos del Frente, que podrán enojarse pero que, salvo una minoría muy de izquierda, seguirán votando al FA.

Ahora, los disgustados porque se hubiera cedido al poder sindical, son los de izquierda moderada, los de “centro”, los que en diferente grado se han distanciado del Frente. 

Esa pérdida de voto de centro ha dejado al oficialismo en riesgo de perder las elecciones.

En el último sondeo que maneja el comando frenteamplista, el oficialismo capta solamente 19% del voto de la gente que se define ideológicamente como de centro , que es la amplia mayoría del electorado. Claro que no todo está perdido, porque entre los votantes de esa franja de centro hay 12% que hoy dice que votaría en blanco o anulado, y 19% que no sabe qué votar, o no quiere decirlo. Son esos los votantes que debe tratar de conquistar el Frente.

Sea por su potencialidad de candidato, sea por cumplir con sus metas de gobierno, Martínez deberá dar pasos firmes para cumplir su anuncio. Quedará bajo examen popular, con la última oportunidad de este tiempo político para limpiar la ciudad e impedir que medidas sindicales conspiren contra ese objetivo. No tendrá la resistencia interna que tuvo Tabaré en la enseñanza, porque el tema es esencialmente distinto, pero nada es fácil.

El cóctel de Martínez tiene tres componentes: ejercicio de autoridad, apelación a esencialidad para obligar a cumplir el servicio de limpieza, y reaseguro privatizador con operadores alternativos. Para Adeom no es el trago del verano preferido, pero sí puede ser del gusto de los ciudadanos, tanto en calidad de contribuyentes como de electores. 

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