Gianluca Pintos

Maxi de la Cruz: "Conducir televisión en Argentina es una de las cosas que tengo pendientes"

Con motivo del estreno de su show Maxi cómico, el actor y conductor habló sobre el espectáculo, la experiencia del Bailando y sus proyectos en televisión

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18 de marzo de 2024 a las 05:00

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Maxi de la Cruz vio la marquesina y sintió el sacudón. Ver su cara y su nombre en la pantalla gigante sobre la entrada del teatro Broadway de la avenida Corrientes de Buenos Aires está ahora en el álbum de memorias imborrables de su carrera.

El motivo de esa presencia fue su primer espectáculo unipersonal en Argentina, Maxi cómico, que tuvo su temporada en la capital argentina —producido además por Marcelo Tinelli, y fruto de su paso por el Bailando 2023—, y ahora llegará a Montevideo, para presentarse en el Teatro Metro el próximo 25 de abril.

En la previa de ese estreno en su tierra natal, el actor, conductor y humorista conversó con El Observador sobre la importancia de ese show en su carrera artística, la experiencia del Bailando, sus proyectos en televisión, y sobre compartir profesión con su padre, el histórico Cacho de la Cruz y con su hija Candelaria.

¿Qué pasó cuando viste esa marquesina con tu nombre?

Fue tremendo. Porque además no era mi primer show en solitario pero sí el primero que tiene un director, que es Diego Reinhold, algo que yo quería también: tener la visión de un director, que siempre es buenísima, suma, es algo distinto. Y después la carga de estar en Calle Corrientes. Es como que te decís “tratá que no se te haga costumbre”, porque es como un sueño hecho realidad, y cada vez que íbamos al teatro venías por Corrientes un par de cuadras antes, se iluminaba la pantalla y lo veías. Era muy loco, una imagen muy fuerte.  

¿Esa carga de estar ahí genera nervios o es otro tipo de emoción?

Yo ensayé un montón fuera del teatro, sobre todo con Reinhold en la casa y en una sala. Pero en el teatro ensayé dos veces con él. La primera vez que llegamos al teatro, la misma semana del estreno, aunque yo ya conocía el lugar porque había hecho Stravaganza ahí, me impactó ver ese cartel, porque además es una marquesina nueva, con una pantalla led que antes no estaba. Y ver mi cara ahí, con la gráfica del show, y en las puertas también, fue impactante. Creo que tengo 300 fotos de eso (risas). Todos los días iba y sacaba una foto nueva, todas iguales. Pero sí, fue tremendo. Y también me impactó que mucha gente pasaba y sacaba fotos y me las mandaba por las redes, eso me encantó también. No solo uruguayos, argentinos también, que lo veían y me mandaban la foto o el video.

Con todo lo que ya pasó y todo lo que le queda al ciclo, me imagino que tiene un significado particular en tu carrera.

Sí, es también como una marca fuerte de lo que venía haciendo, aparte hace mucho que no hacía un espectáculo solo, como hacía antes, salvando lo que son los eventos más chicos, pero así, en teatro y con un espectáculo armado de cero hacía un montón de años. Entonces también tiene como la carga de la vuelta con algo totalmente distinto y con la carga que tiene también esto de haber entrenado allá. Por eso también quería tener un director y quería meter también la parte musical que tengo. Yo como que me dediqué más a aprenderme la letra, a los movimientos, a hacerle caso al director y ahí fusionar un poco las ideas y darle para adelante. Y eso también estuvo bueno, porque como me libró a mí un poco también la cabeza de todo lo demás.

¿Qué te pasa cuando ves que el otro se ríe?

Es lo que estás buscando todo el tiempo. En este tipo de espectáculo, unipersonal, casi nunca haces función de preestreno o de amigos, porque es raro. Y siempre el estreno es el momento de la verdad. Y cuando vas encontrando la risa de la gente y vas viendo y vas diciendo “ah, bueno va por acá, mirá esto funcionó, esto no”, es divino, es lo más lindo que hay. Sentir desde arriba la risa de la gente es una experiencia inexplicable, es una droga, porque a veces cuando no aparece lo buscas todo el tiempo. Y ahí hay que tener cuidado, porque podés meter la pata, quedás desesperado, hay que saber esperar los tiempos. Con este espectáculo pasó eso, le fuimos encontrando el ritmo, cada función le íbamos puliendo cosas. Acá llega aceitado, pero igual tengo que repasarlo porque hace tiempo que no lo hago,  el escenario es grande, tiene una apuesta de luces muy buena, los movimientos acompañan las luces, entonces hay que ponerse a punto.

Gianluca Pintos
Maxi de la Cruz

¿Qué te hace reír a vos?

Yo me río de todo. Me gusta el humor de situación, me gusta el gag, me gusta lo espontáneo, me gusta que ahora en redes hay mucha información y capaz que me rio más de un blooper o de algo que pasa que de un sketch armado. Pero después tengo mis referentes del humor, que ves mil veces y sentís que nunca pasa el tiempo, me siguen haciendo reír muchas cosas que ya vi mil veces. Y me veo muchas veces a mí, porque soy muy autocrítico. Me gusta verme y corregirme, y también reírme.

¿Cómo fue la experiencia del Bailando?

Bueno, ahí no me gusta verme mucho (risas). No, la verdad que al pasar raya fue muy positiva, por todos lados. La exposición, obviamente, fue positiva; cómo quedamos parados el equipo y yo ante el jurado y ante el público fue positivo. Artísticamente me ayudó un montón, porque el baile forma parte de lo artístico que a mí me gusta, y si bien había hecho cosas con baile con Flavio Mendoza y con Aníbal Pachano, nunca había cambiando los estilos tanto y tan seguido en el tiempo. Fue un ejercicio re lindo, me encantó, la pasé re bien.

O sea que si te llaman de vuelta, volvés.

Sí, de una. Ya entendiendo la carga de ensayos y entendiendo un montón de cosas que las fui descubriendo en el momento. Al final fue tremendo. De hecho, creo que si hubiese avanzado un poco más, la iba a sentir, eran casi cuatro ritmos en una semana. El final del Bailando es más para el bailarín, para el que vos le podés dar una coreografía hoy, y mañana otra, y las aprende de un día para el otro. Yo no tengo esa capacidad y lo iba a sufrir.

Maxi en el Bailando

¿Cuál fue el mayor aprendizaje de la experiencia?

Aprender de la dinámica de laburo de una producción así. Yo estaba viendo todo el tiempo todo. Me acuerdo que la coach decía “hay que ver el vestuario que vamos a usar, vamos a mandar las fotos del vestuario” e inmediatamente pensaba, “somos nosotros más otras 29 parejas, o sea, casi 60 personas, con un pedido distinto de vestuario para cada uno, y en el equipo de vestuario eran varios, pero igual. A eso sumale la música, editarla, que uno te pide una tarima, otro un micrófono, era una locura de producción. Y todo funcionaba, con quilombo, con cosas, pero todo funcionaba. Me encantó estar ahí y ver eso, la dinámica de laburo también de Marcelo Tinelli, ver cómo se maneja ahí. Estaba con un ojo en el concurso y otro sacando apuntes. Lo miré mucho, aprendí mucho y me sirvió artísticamente, y también para exponerme, presentarme ante gente que si bien yo hice mucho teatro, la televisión es la televisión.

¿Conducirías televisión allá?

Sí, claro. Es una de las cosas que tengo pendientes. Me encantaría que se dé en algún momento. Esta obra es un paso también para que suceda.

¿Vuelve Quién es la máscara?

Sí, vuelve. No sé la fecha, seguramente en la segunda mitad del año, pero sí. Es un programa que la gente adoptó en seguida y pasó algo 360°, con las redes, la gente, la familia, los grupos de WhatsApp que juegan, se generó algo increíble, que es difícil que se genere hoy con un programa de tele. Así que por lo menos para una más, volvemos.

En las últimas semanas sumaron más días a La culpa es de Colón, un programa de humor. ¿Qué lugar considerás que tiene el humor en la televisión uruguaya ahora?

Me parece que somos solo nosotros los que estamos haciendo humor, al menos un programa puntual y entero de humor. Hay sí participaciones dentro de otros programas, pero de humor 100% me parece que somos nosotros. Y me encanta, lo agradezco, porque es algo que hizo posible la gente. Nos bancaron todos los cambios de horario, nos bancaron a nosotros y nos bancan todo lo que decimos también. Entendieron el humor, hay una química entre el público y nosotros que fluye, y entendieron que nos reímos mucho de nosotros, que nos cargamos entre todos. Creo que es un programa de humor con el estilo de ahora, con lo que pasa ahora, pero nos dimos el lujo también de meter sketches, de hacer cosas con otros ritmos, traer cosas de antes y aplicarlas. Nos damos ese gusto, porque se presta para todo, es muy libre. Siempre estamos esperando que nos digan “no hagan más” (risas), pero por ahora se la banca y hacemos.

Tenés a tu hija Candelaria haciendo teatro, y el otro día tu padre en una entrevista dijo que veía a tu hijo Santino siguiendo tus pasos. ¿Qué se siente cuando un hijo se dedica a lo mismo que vos?

Está buenísimo, y más cuando no es nada esforzado. En el caso de Cande es algo que ella siempre lo tiene ahí adentro y le gusta, y se preparó un montón, mucho más que nosotros. Es un camino que está empezando y ojalá que lo vaya bien. Y el otro todavía es muy chico, pero es medio atorrante, sí, le gusta, le gusta (risas). Está descubriendo y entendiendo qué pasa, por qué la gente me saluda, al abuelo también. Recién ahora con el Bailando empezó a caer, al principio no entendía mucho. Cuando hicimos allá la obra Los 39 escalones se hizo amigo de Lolo, el hijo de Marcelo, pero sin saber quién era. Y ahora en el programa se lo cruzó, y me dijo “el papá de Lolo es famoso, ¿no? Es el que hace el programa que yo voy”. Y como que ahí le fueron cayendo las fichas, que la gente me conoce. “Vos sos famoso”, me dice (risas).

A tu hija, ¿le das consejos? ¿O preferís dejarla más libre?

Yo estoy ahí, si quiere y pregunta, yo respondo, pero tanto de dejarla, porque también tiene la capacidad de aprender y de hurgar por otros caminos que yo nunca fui, y le gusta investigar. Estudió afuera, se recibió como actriz, mira mucho cine, lee mucho, escribe, cosa que yo no hice nunca, y me encanta. Sí hablamos mucho y al compartir esto yo le cuento lo mío, yo la fui a ver al teatro, y le dije lo que me pareció la obra, pero hay un ida y vuelta muy natural. Yo siempre voy a estar, y con papá también habla bastante del mundo del espectáculo y de lo que está pasando.

Tu padre contó que cuando arrancaste en la tele te llegaba a hacer llorar, ¿era tan así?

Sí, totalmente. Es algo que no me imagino hoy haciendo con Cande, ni ella lo aceptaría porque hoy tenemos otra cabeza. Pero me acuerdo de las primeras veces cuando hacía El club de las Tortugas Ninja, que tenía que bajar una escalera y presentar el programa. Lo hice, no sé, 20, 40 veces. Y en un momento me puse a llorar, sí. En el momento fue una tortura, yo le decía “¿por qué me hacés esto?”. Pero después lo entendí. Y fue tan así que a la mitad del ciclo ya hacía los guiones, hacía todo. Pero al principio fue duro.

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