Maxi de la Cruz en ¿Quien es la máscara?
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > ENTREVISTA

Maxi de la Cruz: "Enganchar a alguien en la tele hoy es mucho más difícil que antes"

El conductor de Quién es la máscara habla sobre su experiencia en el programa, la televisión uruguaya actual y la influencia de los consejos de su padre
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11 de junio de 2022 a las 08:41

Si uno prende la televisión y sintoniza Teledoce, hay buenas chances de que en la pantalla esté Maxi de la Cruz. El conductor y humorista está al frente de tres programas distintos en ese canal en este momento, el más reciente de ellos la versión local del formato surcoreano ¿Quién es la máscara? que se ha convertido en uno de los ciclos más vistos de la televisión abierta local en estos últimos meses.

De la Cruz, de 46 años, es el encargado también de conducir el programa de concursos 100 uruguayos dicen, y es parte del equipo de la versión masculina de La culpa es de Colón, el ciclo de humor que comenzó en 2020.

Es, entonces, una de las figuras con mayor tiempo al aire del canal en el que prácticamente se crió, en el que fue adolescente enrulado al frente del Club de las Tortugas Ninja, la mitad de Maxianimados, acompañante de su padre - esa institución televisiva que es Cacho de la Cruz- en El show del mediodía.

Hizo comedia, hizo programas de entretenimiento, hizo ficción acá y en Argentina. Hizo teatro y teatro de revistas. Hizo algo de radio. Hizo algo de cine, y volverá a hacerlo: este año se estrenó la película argentina En la mira, en la que por primera vez salió de la comedia. Y viajó a Europa a grabar para otra producción, ya que tendrá un papel en la adaptación que está produciendo Netflix de La sociedad de la nieve, sobre la Tragedia de los Andes.

Aunque le preocupa la posible sobreexposición que tenga, también reconoce que la televisión cambia todo el tiempo y que mañana el panorama puede ser distinto. De la Cruz también considera que hoy por hoy, en Uruguay la pantalla chica está en uno de sus mejores niveles históricos, pero también que es muy difícil enganchar a la audiencia.

Sobre todo eso, sobre su trabajo en La Máscara y el intercambio continuo de experiencias y consejos con su padre, el conductor conversó con El Observador.

¿Cómo es la experiencia de conducir La máscara?
Es un formato que está bueno porque nos sorprende hasta a nosotros mismos. No esperaba la reacción que generó el programa en la gente. Si sabía que estaba bueno y que iba a entretener, porque tenía la referencia de otros países, pero también es un formato muy nuevo y muy moderno y las dudas siempre están. Me sorprendió sobre todo cómo llegó a todos los públicos, desde los chicos hasta los grandes. Con las redes sociales y todo lo que hay ahora  tenés reacciones que llegan por ahí y que son genuinas, espontáneas. Me acuerdo del primer programa de llorar de risa por la gente que decía "estoy viendo la máscara y no entiendo nada pero está buenísimo", "el programa es falopa pero me encantó", o incluso "no miro televisión pero me hicieron sentar a ver". O mensajes de padres que te agradecían porque sus hijos adolescentes se acercaron a mirarlo y tienen un momento todos juntos frente a la tele jugando.

¿Qué tiene el programa más allá de la novedad como para pegar así?
Tiene algo que tendrían que estudiar los sociólogos, te genera esa cosa del juego, de la adivinanza, del descubrimiento, que es algo que tenemos todos los seres humanos. Y que me pasa a mí también, porque yo tampoco se nada, y juego también. Por momentos me encuentro sintiendo esa misma ansiedad que siente la gente, e incluso peor porque estoy al lado. Estoy parado ahí pensando "¿Quién carajo será?". No puedo decir nada, pero después nos juntamos con los investigadores y discutimos. Tiene algo muy lúdico, si le sacas todo eso del show y el colorido de la superproducción, es un juego de adivinar. Como un juego de caja. Y es sano, fresco, muy moderno, y viendo toda la parafernalia de gran show que tiene, es una apuesta muy fuerte que por suerte está saliendo bárbaro.

¿Cómo te llevás con todo el secretismo que involucra el formato, y que no es muy común para la televisión uruguaya?
Es muy raro, porque cuando te explicaban el programa vos decías "dale, ¿y cuándo nos dicen a nosotros quienes son los participantes?", y te decían "no, vos no podes saber". Al principio nos costaba creerlo. Después entendés como funciona y que está buenísimo y es relindo. Con los investigadores nos ponemos a charlar, compartimos teorías. Al principio te sorprende y después ya evitas saber para que no te pinche el juego. Igual nunca nos cruzamos con alguien, cada tanto estás en el canal y ves a uno con el buzo que dice "no hables conmigo", y quedás pensando quién es. O te cruzás a un investigador que está al alpiste a ver quien llega o con quien se cruza, pensando en eso todo el tiempo. Y la gente en la calle te dice que se cruzó a tal figura y te comenta para que estés atento por si es una de las máscaras. Todos perseguidos, buscando por todos lados.

Al día siguiente de que se revela una identidad en el programa hacés entrevistas con las figuras, un formato en el que no es común verte. ¿Te gustaría hacer un programa de entrevistas?
Nunca supe hacer entrevistas, me parece que hay que saber hacerlas, no es para cualquiera y nunca me sentí cómodo. Acá es algo más de charla, con alguien con quien ya estuviste y lo que se habla no sale mucho del programa. Entonces me sale natural porque son las dudas que me quedan, las preguntas son genuinas porque consulto sobre cómo se esconden y cómo es estar adentro de todo eso. Cuando me contaron que estaba esa instancia me pareció interesante porque es también una forma de mostrarle a la gente que todo es verdad, que el secretismo es real, es un plus mostrar ese backstage de como lo viven los participantes, porque para ellos también es un viaje, toda una experiencia. Todos estamos jugando, ellos también.

Además de La Máscara conducís 100 uruguayos dicen y sos parte de La culpa es de Colón, ¿te preocupa poder tener una sobreexposición?
No lo pensás mucho. No lo planeé y tampoco el canal lo planteó así sino que se fue dando. La televisión es muy dinámica y todo se va moviendo. Entiendo que es algo atípico y raro, y a mí tampoco me gusta la sobreexposición y poder cansar a la gente. Lo tengo presente, y por eso también con todo el dolor en el alma bajamos un poco mis apariciones en La Culpa es de Colón. También es cierto que son todos programas que salen una vez por semana y son todos distintos, pero claro, como por suerte todos se miran estás muy presente. En un momento pensé lo de la sobreexposición, pero también me iban proponiendo los programas y yo estaba como un nene chico. Quería hacer todo, pero confié también en el consejo del canal, de aceptar La Máscara y dejar algo. También entiendo que son oportunidades y momentos, yo hace algún tiempo estuve haciendo poca televisión, lo que para mí también era raro. Y esto es así, el que cree que haciendo algo ya está y le va a ir bárbaro, capaz que después eso cambia. Hay que aprovechar los momentos sabiendo que esto se mueve.

De La Cruz está al frente de tres programas en Teledoce

Teniendo en cuenta que empezaste en los medios de adolescente, ¿cómo te llevás con la popularidad?
Nunca tuve problema con eso, no me molesta. Pero creo que también tiene que ver con eso de que desde chico estoy acostumbrado, porque incluso antes que me pasara a mí lo paraban a mi viejo. Veía esa reacción buena que él tenía, no se quejaba, entonces no me molesta para nada. Hay momentos y momentos, pero trato siempre aunque sea algo medio desubicado de llevarlo bien y no calentarme mucho, porque entiendo también que en la gente generas esa cosa de que te ven en la tele, siempre haciendo cosas divertidas, locuras, con onda. Y va a pretender que estés igual, y no cuesta nada. Si no te gusta eso, hace un noticiero, o dedicate a otra cosa. Es un agradecimiento, está buenísimo.

¿Cómo es tener la responsabilidad de entretener en televisión?
En los formatos vas muy de la mano con el programa, sos el que conecta a la gente con el formato, tenés que generar la química pero vas muy apoyado. En programas como La culpa… hay mucho más trabajo de creatividad y buscar ser efectivo con el humor, ahí trato de ser más un distribuidor de juego, pero también de divertirme. Creo que el secreto está en que te entretenga a vos, que te guste. Con 100 uruguayos fue algo así, le hinché mucho al canal para hacerlo porque era algo que me entretenía, que me parecía divertido de ver y hacer. Lo principal es eso, porque desde ahí todo fluye más fácil.

Ya llevás más de tres décadas en la pantalla. ¿Cómo es hoy entretener en televisión, comparado a como era antes?
Cambiaron mucho los tiempos. Enganchar a alguien en la tele hoy es mucho más difícil que antes, por eso lo de La Máscara tiene un valor agregado increíble. Por los ritmos que hay hoy, porque tenés el celular en la mano y te entretienen otras cosas mientras estás mirando un programa, porque la gente tampoco tiene los mismos tiempos que antes, porque la cabeza está en otra. Incluso creo que a La culpa… le fue tan bien porque nos agarró en pandemia, y ahí era al revés, la gente tenía tiempo. En ese tiempo dimos humor, que ayudaba a salir de todo lo que estaba pasando, y se agradeció. Después fue variando aunque por suerte se mantuvo, teníamos la duda de si podía bajar todo una vez que la pandemia pasara, pero por suerte la gente se enganchó y sintió el programa como propio. En el caso de los de entretenimiento creo que todo está en los tiempos y en el ritmo que le des. La Máscara va a 200 kilómetros por hora, hay mucha información, visualmente es una locura, el programa en si se va rápido. Y ahí va más allá del conductor, juegan los productores, los editores, todo el armado del programa. Se graba mucho para después tener un buen producto. 

El conductor y actor comenzó su carrera en los medios en 1991

¿Mirás televisión?
Sí, me encanta. Miro mucha tele. Toda la vida fui igual. 

¿Cómo ves a la televisión uruguaya actual?
La tele hoy está rebuena, a un muy buen nivel. Lo veo con todos estos formatos que se hacen, no tenemos nada que envidiarle a Europa, a Estados Unidos. Hay un buen material humano, gente muy capacitada, gente joven que entendió los códigos de la televisión, que capaz un día trabajás doce horas pero le metés igual. La tele demanda un montón, pero creo que en general, en todos los canales se está haciendo buena televisión. Se está apostando y se entendió que hay que hacer cosas acá, por más que sean formatos internacionales, si se producen acá la gente se identifica, y a la larga te rinden mucho más, aunque sea más caro que comprar hecho de afuera.

¿Falta humor en la televisión uruguaya?
Si, y faltaba más hasta que metimos La culpa…, tanto la de hombres como la de mujeres, que esa es otra cuestión importante, porque es algo que no se había visto hasta ahora en la televisión uruguaya, un elenco todo de mujeres. Pudimos escaparnos un poco del formato original y le metimos cosas nuestras, como sketches, cosas que nos copaban a nosotros, para no estar sentados todo el tiempo. Y creo que se demostró que la gente necesita el humor. Adaptado a lo que se pide ahora.

¿Por ahí el humor en redes fue cubriendo ese espacio que la televisión dejó?
Sin dudas, el humor en redes cubrió ese bache que había, pero no es lo mismo, porque son otros códigos. Se puede adaptar el humor de redes a televisión, pero son otros tiempos, otro lenguaje, entonces a veces sirve y otras no. Es como antes pasaba con el teatro y la televisión, que tenías gente muy buena actuando que no se adaptaba a la tele, o no le gustaba, o incluso pasaba al revés. Lo bueno de las redes es que abrieron la cancha para un montón de gente que tenía eso ahí de comediante y lo pudo aprovechar y hacer humor. Hay muy buen humor en las redes y miro mucho lo que se hace, también trato de generar cosas. Pero entiendo que es otro lenguaje, de hecho el formato de La Culpa… se hizo en otros países, como Argentina, donde probaron con comediantes muy buenos, que venían de las redes, y no funcionó tanto. Nosotros somos más de televisión, o del Carnaval, que también tiene eso de la puesta en escena, quizás Germán Medina era la excepción pero se enganchó enseguida. 

En una entrevista reciente con El País, tu padre Cacho de la Cruz dijo que miraba todos tus programas. ¿Habla contigo para decirte que le pareció?
Sí, todo el tiempo charlamos, nos juntamos, o nos llamamos. Y siempre me ve, sin falta. Por suerte. Porque es un ojo entrenado, especializado en eso, y está bueno porque está esa gente que dice "los veteranos tienen otros tiempos, están acostumbrados a otra cosa", y es verdad, pero hay cosas que no cambian, y yo lo compruebo todo el tiempo. Él me dice "probá hacer esto así", y yo lo hago porque sé que tiene razón. Y funciona. En La Culpa… implementamos un millón de cosas que él sugirió, como lo de las tarjetas rojas y amarillas cuando alguno se zarpa. Eso vino de él. Son detalles que capaz pensas que no funcionan y después sí. Ni siquiera me lo cuestiono a esta altura, me recomienda algo y lo hago. Cosas de cómo moverse, lo que sea, le doy mucha bola, a él y a toda la gente con experiencia la escucho mucho. Me gusta.

De todos los consejos que te dio, ¿hay alguno que no hayas usado?
Nunca. Si hubo mucho de pensar que algo no va a funcionar pero hacerlo igual porque sabía que después me iba a preguntar, y al hacerlo darme cuenta que tenía razón. Eso me pasa constantemente. Y está rebueno. A lo sumo, en lugar de decirle que no, le busco una variante, lo pruebo pero haciendo otra cosa partiendo de su idea original.

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