Mientras los habitantes de
Pakistán todavía lloran a sus muertos tras el atentado suicida en un parque público el pasado domingo, el gobierno puso en marcha un operativo para encontrar a los responsables detrás de la matanza. En la provincia oriental de Punyab, de la que es capital la ciudad de Lahore, más de 5.000 personas fueron arrestadas, aunque solo permanecen detenidas alrededor de 200 de ellas.
El atentado fue perpetrado por un hombre que se inmoló en un sector de juegos infantiles, en una explosión que dejó un saldo de al menos 72 muertos y otros tantos heridos, de los cuales la mayoría eran niños y mujeres. El ataque fue reconocido como propio por el grupo Jamaat-ul-Ahrar, una parte escindida del Talibán paquistaní.
Las fuerzas de seguridad han llevado a cabo hasta ahora 160 operativos de diferentes categorías, según el ministro de Justicia de Punyab, Rana Sanaullah.
De los 5.221 arrestados en esta operación conjunta de la
policía, fuerzas especiales y el Departamento Antiterrorista del país, la gran mayoría quedaron libres tras los interrogatorios, mientras que 219 fueron detenidos.
"Esta operación continuará con la misma pasión y pronto toda la nación saldrá victoriosa", declaró Sanaullah en una rueda de prensa, después de que el primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, prometiera el pasado lunes luchar contra el
terrorismo hasta erradicarlo. Sanaullah anunció, además, que se estaban llevando a cabo operaciones especiales contra grupos islámicos identificados, al igual que explicó que se ha reforzado la seguridad de alrededor de 500 iglesias cristianas en todo el país.
El grupo terrorista aseguró que el objetivo del ataque eran los cristianos que se encontraban festejando la Pascua en el parque, y además advirtió que más ataques como este llegarían en el futuro.
En Pakistán, primer país en declararse como una república islámica, los cristianos representan una minoría del 2% y son constantemente perseguidos y discriminados.