Juan Mabromata - AFP

Ministro de Economía de Argentina, Martín Guzmán, muestra una mejor manera de enfrentar las crisis de deuda

Durante demasiado tiempo, la profesión de la economía ha recompensado a quienes son mejores en las matemáticas que en la moral

Tiempo de lectura: -'

19 de diciembre de 2019 a las 16:30

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

Por Rana Foroohar

Una de las principales lecciones económicas de la última década es que la austeridad no funciona. Como han descubierto países desde Grecia hasta el Reino Unido, no se puede crear crecimiento cuando tanto el sector privado como el sector público están reduciendo los gastos. Las matemáticas simplemente no funcionan.

Pero, aunque los políticos y el público en general han llegado a adoptar esta perspectiva, los responsables de las políticas económicas y los mercados financieros no lo han hecho. Hasta ahora.

El nombramiento de Martín Guzmán, crítico de la austeridad, como nuevo ministro de Economía de Argentina –seguido por la estabilización de los precios de los bonos argentinos y el peso– marca un punto de inflexión importante en la sabiduría convencional sobre cómo arreglar las naciones en quiebra. También marca otro paso en el cambio económico más importante de nuestro tiempo: la transición de una era de acumulación de riqueza que comenzó en la década de 1980 a una de distribución de la riqueza.

A primera vista, podría parecer que el optimismo del mercado hacia Guzmán no tiene sentido. Después de todo, es alguien que ha defendido las regulaciones que dificultarían más el pago a algunos acreedores (a corto plazo).

Ministerio de Economía de Argentina - AFP
Martín Guzmán fue designado ministro de Economía por Alberto Fernández

Guzmán, economista de la Universidad de Columbia y un discípulo de Joseph Stiglitz, premio Nobel y crítico del Fondo Monetario Internacional (FMI), entiende que los países en dificultades necesitan espacio para crecer. Si están atrapados en programas de pago de deuda poco realistas, es más probable que vuelvan a incumplir. Guzmán coeditó un libro con su mentor en el que sostuvieron que la reestructuración de la deuda soberana no suele ser suficiente y llega demasiado tarde, lo cual es una de las razones por las que a más de la mitad de ellas les sigue otra reestructuración o incumplimiento en el transcurso de tres a siete años.

A primera vista, podría parecer que el optimismo del mercado hacia Guzmán no tiene sentido

Si Guzmán se saliera con la suya, les sería mucho más difícil a inversionistas como Paul Singer aparecerse de la nada y obtener un rendimiento de 1.270% de la deuda de los países sobrecargados. Exactamente eso fue lo que hizo Singer en 2016 después de una batalla legal de 14 años con Argentina que ignoró las negociaciones de los tenedores del 92% de los bonos del país, quienes habían llegado a un acuerdo con un trato menos lucrativo.

Guzmán ha abogado por un tribunal internacional de bancarrotas que haría imposible que los "acreedores buitres” utilicen el arbitraje legal para evadir la fila del crédito y exprimir a los países a expensas de otros obligacionistas y poblaciones atormentadas.

Emiliano Lasalvia - AFP
El presidente de Argentina desde el pasado 10 de diciembre, Alberto Fernández

Ese es un cambio importante. La forma convencional de lidiar con las crisis soberanas en los últimos 40 años, como la practicaron el FMI y el Banco Mundial, ha sido priorizar los intereses de los acreedores privados sobre todos los demás, incluyendo a los ciudadanos locales. Pero esta estrategia suele provocar situaciones como la que hemos presenciado en Grecia, donde los esfuerzos para hacer que la deuda fuera más "sostenible" resultaron en una caída del 25% en el Producto Interno Bruto. Eso no solo reduce la probabilidad de reembolso, sino que crea una polarización política que distancia aún más los intereses de políticos y acreedores.

Hasta ahora, ha habido una gran brecha entre quienes creen en la "disciplina fiscal" y los más progresistas que quieren reconocer la dolorosa realidad que la austeridad puede crear para el ciudadano promedio.

Guzmán ha abogado por un tribunal internacional de bancarrotas que haría imposible que los "acreedores buitres” utilicen el arbitraje legal para evadir la fila del crédito y exprimir a los países a expensas de otros

De hecho, Guzmán podría cerrar esa brecha. "Martín es muy bueno con los modelos matemáticos y la alta teoría (que les encantan a los economistas ortodoxos y los mercados), pero también le interesa cambiar las cosas en el mundo real", dice Stiglitz. De hecho, en los últimos años ha dividido su tiempo entre la vida académica en Nueva York y la realidad más desordenada en Argentina.

El premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz es uno de los mentores de Martín Guzmán

Eso también representa un importante reequilibrio. Durante demasiado tiempo, la profesión de la economía ha sido ‘la envidia de los físicos’, pues recompensa y promueve a quienes son mejores en las matemáticas que en la moral. Pero la brecha entre la torre de marfil y el mundo real ha descarrilado la profesión.

Gran parte de la sabiduría convencional neoliberal de los últimos 40 años ha asumido una perfección del mercado que realmente nunca existió. Las crisis de deuda son desordenadas, y asumir la validez de una narrativa única sobre la mejor manera de lidiar con las naciones "despilfarradoras" y las crisis crediticias resulta en tomar decisiones políticas que, al final, empobrecerán más a todos.

"Martín Guzmán es muy bueno con los modelos matemáticos y la alta teoría, pero también le interesa cambiar las cosas en el mundo real". Josheph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001.

Gracias a inventos como el Gran Colisionador de Hadrones, los físicos ahora pueden ver cómo se desarrollan sus teorías en el mundo real. Martín Guzmán tendrá una oportunidad similar, en Argentina, de mostrarle al mundo si un enfoque económico más heterodoxo puede funcionar. Ya ha estado tomando medidas rápidamente para intentar resolver las negociaciones de deuda para que el país pueda crecer nuevamente, que es el único resultado que permitirá pagarles a sus acreedores.

Este camino no solo lleva a la economía en la dirección correcta, sino que también guía nuestros pensamientos sobre la economía política (y hago hincapié en la palabra política) en la dirección correcta. Los acontecimientos reales no ocurren en un vacío. En el mundo real, existen ramificaciones reales –tanto económicas como políticas– cuando se prioriza a los acreedores por sobre los pensionistas.

Obviamente, los países muy endeudados como Argentina no pueden tener todo lo que quieren. Pero tampoco debería tenerlo el sector privado. Es una oscilación pendular necesaria. Actualmente hay más deuda en el mundo que antes de la crisis financiera de 2008. Pero ahora, en contraste, los gobiernos deben mucho más. Será un beneficio para todos si los ayudamos a encontrar una mejor manera de pagarla.

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.