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10 de noviembre 2023 - 12:30hs

Danilo Astori, que murió este viernes a los 83 años, fue probablemente el líder político y técnico más influyente de Uruguay en las primeras dos décadas del siglo XXI. Fijó el rumbo básico de la gestión económica entre 2005 y 2020, como un primer ministro, y luchó, con gran valor personal y sin medir costos políticos, contra los desvíos de inspiración populista. 

Aunque no fue mayoría en ninguna de las tres primeras elecciones consecutivas que ganó el Frente Amplio (2004, 2009, 2014), el astorismo tuvo siempre una influencia decisiva en las políticas públicas gubernamentales.

Además, desde la década de 1990, Danilo Astori cumplió un papel decisivo en la modernización ideológica de la izquierda, que abandonó en forma gradual sus creencias en el estatismo proteccionista y autoritario y evolucionó hacia el liberalismo socialdemócrata.

Su personalidad, entre soberbia y distante, le impidió alcanzar su máxima ambición: la Presidencia de la República. Pero fue uno de los garantes fundamentales para que no se ingresara en una era de experimentación y derroche, como proponía un sector de la izquierda, en parte encandilado por la prosperidad, y por el éxito instantáneo de varios líderes populistas.

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Entonces la presencia de Danilo Astori cerca del timón fue decisiva, tal vez no tanto por lo que hizo sino por lo que evitó.

Y al fin, cuando los gobiernos “progresistas” de América Latina comenzaron a desbarrancarse alrededor de 2012 junto a los precios de las materias primas, la economía uruguaya continuó navegando sin grandes sobresaltos. Fue un homenaje por la vía de los hechos a Astori y su equipo, que toleraron ciertos desajustes macroeconómicos pero no completas salidas de quicio. 

Aunque Danilo Astori no pudo hacer todo lo que quería, en especial una resuelta apertura al mundo, no se hizo nada importante que él y su equipo no quisieran.

En la función pública desde muy joven

Danilo Astori Saragosa nació en Montevideo el 23 de abril de 1940. Se educó en el colegio Maturana, de los Salesianos de don Bosco, y en 1963 se recibió de contador público en la Universidad de la República.

Fue docente de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, y su muy joven decano entre 1972 y la intervención de la Universidad de la República, ya en dictadura, en octubre de 1973. Volvió a ser decano de la misma facultad entre 1985 y 1989, tras la restauración democrática.

Seguidor incondicional del Club Nacional de Football, concurrente a la cancha cada fin de semana, también militó en política en sectores de inspiración católica, como la Unión Cívica y el Partido Demócrata Cristiano. El joven Astori fue subdirector de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (Opypa), creada en 1965, cuando el emergente líder blanco Wilson Ferreira Aldunate era ministro de Agricultura y Ganadería del gobierno del Partido Nacional. Astori también colaboró en materia estadística con la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (Cide), un calificado think thank que creó en 1960 el ministro de Hacienda, Juan Eduardo Azzini, para trazar planes de largo plazo. 

Los colorados suplieron a los blancos en el gobierno en 1967 y, años después, en 1971, en un tiempo de radicalización política, Astori contribuyó a fundar la coalición de izquierdas Frente Amplio. 

En 1978, ya en plena dictadura, ayudó a crear el Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo (Ciedur) y mantuvo su militancia política en pequeños círculos. Su actuación fue mucho más visible después del fracaso del régimen en el plebiscito constitucional de 1980. En 1984 integró brevemente la IDI (Izquierda Democrática Independiente) y los Núcleos de Base Frenteamplistas, que dejó al asumir en 1985 otra vez como decano de la Facultad de Ciencias Económicas.

Hizo periodismo político en Opinar, el semanario que creó Enrique Tarigo a fines de 1980, colaboró con el semanario Aquí y llevó un programa radial en CX 30. Tras la restauración democrática en 1985, escribió en el semanario Brecha y luego en un suplemento de indicadores económicos del diario El País.

Carrera política exitosa

Solvente, expresivo, didáctico, buen polemista: Astori destacó rápidamente entre los líderes de la izquierda. El Frente Amplio le ofreció ser candidato a la Intendencia de Montevideo en las elecciones de noviembre de 1984, cuando la apertura democrática, pero él, que tenía aspiraciones nacionales, lo rechazó sin dudar. El puesto fue ocupado por el arquitecto Mariano Arana, quien resultó derrotado por el colorado Aquiles Lanza.

Después de muchas discusiones, el Frente Amplio aceptó que Astori concurriera a las elecciones nacionales de noviembre de 1989 como su candidato a la Vicepresidencia de la República, detrás del líder histórico Líber Seregni. Astori también encabezó las listas al Senado de todos los sectores (optaría luego por una banca que ganó Democracia Avanzada, sector liderado por los comunistas que fue mayoritario dentro de la coalición). En el fondo del debate subyacía la inminente sucesión de Seregni, quien cumplía 73 años. 

Pese a la reciente escisión del Nuevo Espacio, que compitió como lema independiente tras la candidatura del popular Hugo Batalla, el Frente Amplio retuvo 418.403 sufragios (20,35% del total). Mientras tanto un médico poco conocido, el socialista Tabaré Vázquez, obtuvo un éxito clamoroso al alcanzar la Intendencia de Montevideo, el primer gran éxito electoral de la izquierda uruguaya. 

El fenómeno Asamblea Uruguay

Hasta entonces Astori sostenía el discurso tradicional de la izquierda latinoamericana, que proponía estatizaciones y nacionalizaciones, desde la banca a la producción. Pero tras el derrumbe del “socialismo real” en Europa del Este entre 1989 y 1991, revisó sus postulados y viró hacia concepciones más cercanas a la ortodoxia liberal y a la socialdemocracia europea: un Estado que deja hacer, recauda y redistribuye. Algunos años después ya proponía abiertamente un gobierno frenteamplista prudente, de reformas gradualistas y respetuoso del capitalismo.

Para las elecciones nacionales de noviembre de 1994, el Frente Amplio proclamó la candidatura de Tabaré Vázquez, quien había sido exitoso en el municipio de Montevideo, acompañado por Rodolfo Nin Novoa, disidente del Partido Nacional. Vázquez incluso forzó la creación del Encuentro Progresista, un círculo de alianzas políticas más amplio que el propio FA.

Astori volvió a rechazar la candidatura a la Intendencia de Montevideo, que recayó en Mariano Arana, y participó de las elecciones con su propio sector, Asamblea Uruguay, que creó en mayo. Alcanzó el mayor número de votos dentro de la izquierda y obtuvo cuatro senadores y 17 diputados: un éxito rotundo. Su triunfo pareció reforzar la línea moderada, aunque le valió que el Partido Socialista y otros pasaran a considerarlo su principal rival.

Luego Astori y Seregni participaron en negociaciones con los partidarios tradicionales para hacer reformas al sistema electoral, como la realización de internas partidarias para definir candidaturas únicas y la introducción de la segunda vuelta o balotaje. Seregni creía que el balotaje podría precipitar la confrontación del “modelo progresista” con el conservador, y Astori fue uno de los redactores fundamentales del proyecto. Pero ambos fueron desautorizados en el seno del Frente Amplio. Seregni renunció a la Presidencia de la coalición el 26 de marzo de 1996 y luego el Plenario Nacional resolvió no respaldar el proyecto reformista. La enmienda constitucional fue aprobada por escaso margen en plebiscito el 8 de diciembre de ese año.

El eterno discordante

En abril de 1999 Astori compitió con Tabaré Vázquez en las internas del Frente Amplio por la candidatura presidencial –y por el liderazgo de la izquierda–. Vázquez, quien entonces tenía un discurso claramente izquierdista (y efectista) y ganó el respaldo de la mayoría del aparato y la militancia, obtuvo una abrumadora victoria, con el 82,4% de los sufragios. Ambos quedaron seriamente distanciados y no se hablaron esa noche, como indican las normas de cortesía pública. “En un abrazo de ese tipo no cree ni Caperucita Roja, que creía que el lobo hablaba”, comentó Vázquez.

En las elecciones nacionales de octubre de 1999, Astori fue electo senador por tercera vez, pero en esa oportunidad la bancada parlamentaria de Asamblea Uruguay se redujo a la mitad: dos senadores y ocho diputados. La fórmula Vázquez-Nin Novoa obtuvo la mayoría relativa (40,1% de los votos), superando a colorados y blancos por primera vez en la historia, pero perdió en segunda vuelta frente al colorado Jorge Batlle. La mayoría de los ciudadanos aún no confiaba en la izquierda como para entregarle el gobierno nacional.

Aprovechando el traspié de Astori, los socialistas se apropiaron de la mayoría de las candidaturas del Frente Amplio para las elecciones municipales del 14 de mayo de 2000. Pero la izquierda sólo retuvo la Intendencia de Montevideo y fue derrotada en los otros 18 departamentos, lo que supuso un freno a su euforia.

Entre 1999 y 2003 la economía uruguaya padeció una de las peores crisis de su historia, en el marco de graves quebrantos regionales. Contra la opinión de buena parte de la izquierda, Astori respaldó muchas de las propuestas de emergencia del gobierno de Jorge Batlle. En agosto de 2002 votó en contra de un proyecto de salvataje del sistema financiero por “disciplina partidaria”, pero reconoció públicamente que si hubiera faltado un solo voto para aprobarla, no habría vacilado en apoyarla desconociendo la resolución de la Mesa Política del Frente Amplio. 

“O acatan y se callan la boca, o se van”, ordenó Tabaré Vázquez en una reunión de bancada parlamentaria del Frente Amplio, en alusión al presidente histórico, Líber Seregni, y al sector Asamblea Uruguay. Astori respondió de hecho “ni me callo ni me voy”, en tanto Seregni se reunió con el presidente de la República, Jorge Batlle, respaldó las medidas del gobierno, y manifestó su seguridad de “que se va a salir (rápidamente) de la situación en la que está el país”.

Al año siguiente Astori volvió a discrepar con Vázquez y con todo el resto del Frente Amplio a propósito de la renegociación de la deuda pública uruguaya. Vázquez creía que el país estaba quebrado y debía declararse en default, como había hecho Argentina. Finalmente el gobierno pudo renegociar la deuda en buenas condiciones. Uruguay recuperó el “grado inversor” en 2012.

Guillermo Waksman escribió en Brecha en noviembre de 2003: “¿Ha moderado Astori sus planteos? Sin duda, sobre todo si se recuerda su discurso de 1989, cuando fue proclamado a la Vicepresidencia y se refirió a los cambios revolucionarios que el FA debía impulsar, o cuando –hasta principios de los ‘90– tenía una posición más dura que la actual con respecto a la deuda externa, por ejemplo. Pero sus definiciones de hoy son las mismas del Congreso (del FA) de setiembre de 2001, y del proyecto de programa –que también se ha moderado– y no difieren sustancialmente de las de otros dirigentes –y economistas– de la coalición de izquierda”. 

Astori resolvió no competir con Vázquez por la candidatura presidencial de 2004, por lo que la izquierda selló otra vez la fórmula Vázquez-Nin Novoa. Pero Astori siguió marcando sus discrepancias. En un acto público, en marzo, sostuvo que la izquierda prometía cosas que no podría cumplir. “Muchos creen que si gana el Frente Amplio le cambiará la vida, y eso va a ser imposible”, sostuvo. Y en junio evitó con su ausencia y la de otro senador de Asamblea Uruguay que prosperara un proyecto del nacionalista Carlos Julio Pereyra que prohibía la venta de tierras a sociedades anónimas.

El gran equipo

Astori seguía siendo el frenteamplista favorito de los moderados y de los empresarios: una garantía de razonabilidad y fortaleza ante el populismo. Y entonces, en julio, mientras estaba de gira por Estados Unidos, Tabaré Vázquez hizo un anuncio sorprendente: si ganaba las elecciones de octubre-noviembre, su ministro de Economía sería Danilo Astori. Además le sugirió en privado que podría ser su sucesor como candidato presidencial.

Los moderados de izquierda festejaron, los radicales se quejaron y la mayoría del país comprendió que Vázquez se aseguraba el triunfo, y que aumentaba sus votos y su bancada parlamentaria.

El 31 de octubre de 2004 la fórmula Vázquez-Nin Novoa ganó las elecciones nacionales con rotundidad, en primera vuelta, con el 51,7% de los votos válidos, contra 35% del Partido Nacional y 10,6% del Partido Colorado, que fue derruido por la crisis económica. Fue un acontecimiento histórico, alineado con el viraje hacia la izquierda que daba por entonces casi toda América Latina, incluyendo al Brasil de Lula desde 2003. 

Astori designó un equipo económico afín a sus ideas, incluso para la dirección de los bancos oficiales, aunque para ello chocó con el MPP, una izquierda más “clásica” o “socialista” que había obtenido la mayoría relativa dentro de la izquierda. 

Astori y su equipo iniciaron su andadura en marzo de 2005, en un país todavía severamente dañado por la crisis pero en franca recuperación gracias a un inmejorable panorama internacional, con elevados precios para las exportaciones uruguayas.

En 2007 introdujo una reforma tributaria de gran calado, cuya mayor novedad fue el restablecimiento del Impuesto a la Renta de las Personas Físicas (IRPF), con diversas tasas que gravaban las rentas del trabajo y del capital (acciones, bonos, depósitos, alquileres, dividendos).

La recaudación bruta aumentó en gran forma, en tanto cayó la evasión. También creció el gasto público y se ampliaron los programas sociales del gobierno.

El gran aumento de la producción, empujada por las exportaciones, hizo que la deuda pública tuviese una reducción muy importante medida como porcentaje del PBI (aunque creció a partir de 2008, y más aún desde 2012, para financiar el déficit fiscal).

Por entonces las relaciones con Argentina estaban muy deterioradas debido a la instalación de una fábrica de celulosa en Fray Bentos. A fines de 2005 el ministro de Economía anunció que Uruguay negociaba acuerdos de libre comercio con Estados Unidos y China, pues necesitaba abrirse al mundo y no sólo al Mercosur, y dijo que se sentía muy cerca del gobierno socialdemócrata de Chile en la forma de ver las cosas. Sectores importantes de la izquierda, como el MPP y el Partido Comunista, cuestionaron los proyectos de Vázquez y Astori. La central sindical PIT-CNT, ampliamente beneficiada con las acciones y la legislación del gobierno de izquierda, atacó duramente a Astori, a quien utilizó para marcar perfil y no aparecer excesivamente abrazada al oficialismo.

El TLC con Estados Unidos, que era perfectamente factible, fue finalmente desechado por la división de la izquierda uruguaya y la oposición de los gobiernos de Néstor Kirchner (Argentina) y Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil).

En 2012, cuando ya no era ministro aunque sí vicepresidente de la República, Astori todavía insistía: “Debemos seguir la estrategia de un ‘regionalismo abierto’, y la búsqueda de preferencias arancelarias fuera de la región. No hay otra posibilidad. (Con un Uruguay proteccionista), estaríamos condenados a vegetar en la mediocridad, porque es un país físicamente pequeño, pero además –y este sería el crimen mayor– porque tiene un potencial formidable. Encerrarse es la peor de las estrategias en el mundo contemporáneo. Cuanto más crisis, más apertura”.

También era muy consciente de los déficits de los gobiernos de la izquierda. El país “debe mejorar la capacidad física, la infraestructura, los transportes, las comunicaciones, los servicios portuarios, la energía; y perfeccionar la calidad del esfuerzo laboral, lo que implica perfeccionar los recursos humanos, y en primer lugar el sistema de enseñanza”. 

Nueva derrota, esta vez ante Mujica

El 17 de setiembre de 2008 renunció como ministro para dedicarse a la campaña electoral. En su lugar quedó Álvaro García, un hombre de su equipo. También renunciaron el subsecretario, Mario Bergara, y el jefe de la Asesoría Macroeconómica, el número tres del Ministerio, Fernando Lorenzo. La economía marchaba viento en popa.

Por entonces Astori parecía el candidato presidencial obvio e invencible de la izquierda. Pero José “Pepe” Mujica, un viejo tupamaro y muy popular líder radical independiente, de inmediato formalizó la competencia. Mujica logró el respaldo del Partido Comunista, corto de votos pero influyente en el “aparato” y la militancia de izquierda. En diciembre de 2008 el Congreso del Frente Amplio, dominado por el MPP y los comunistas, eligió a Mujica como candidato presidencial con el 71% de los sufragios. Astori salió tercero en la competencia, detrás del ex comunista Marcos Carámbula.

De todos modos, según las normas constitucionales aprobadas en 1996, Astori y Mujica debieron competir otra vez en las elecciones internas de los partidos políticos celebradas el 28 de junio de 2009. Mujica triunfó de nuevo. Y tras una semana de duros diálogos, sin fraternidad alguna, él y Astori acordaron integrar la fórmula presidencial del Frente Amplio para las elecciones nacionales de octubre. 

La izquierda volvió a triunfar y a obtener mayoría parlamentaria absoluta, aunque debió cumplir con un balotaje en noviembre ante el ex presidente Luis Alberto Lacalle, del Partido Nacional.
Astori fue un vicepresidente de la República harto solvente a partir de 2010. Él y su equipo mantuvieron el control de las líneas básicas de la política económica durante la Presidencia de Mujica, pero algunos ministerios y empresas públicos actuaron con libertad y en función de las ambiciones políticas de sus directores. Esa “feudalización” daría lugar a casos graves de desfinanciamiento, como el de Ancap, que debió re-capitalizarse en 2016. Pero los astoristas sufrieron una grave derrota con el cierre en 2012-2013 de la empresa aérea Pluna, de propiedad mixta, un escándalo cuyas derivaciones provocaron la renuncia del ministro de Economía, Fernando Lorenzo, y del titular del Banco República, Fernando Calloia.

En una entrevista, en marzo de 2012, Danilo Astori resumió su forma de ver las diferencias en el seno del “aparato” frenteamplista: “En 1994 iniciamos un camino nuevo (con Asamblea Uruguay) que siempre genera resistencias. Reconocida la necesidad de una renovación ideológica, hemos venido planteando temas que, o no se discutían, o eran rechazados por lo que podríamos llamar la ‘izquierda tradicional’. La llegada al gobierno ayudó muchísimo a que sectores crecientes del pueblo frenteamplista fueran adquiriendo conciencia de la necesidad de renovar ideas. Desde el gobierno vimos muchas cosas que desde la perspectiva de la oposición no teníamos. A raíz de ello Uruguay cambió mucho durante estos años. Esos cambios tienen que ser leídos por los frenteamplistas, porque si no quedamos hablando de una realidad que no existe. Lo peor que le puede pasar a una fuerza de izquierda es hablar de una realidad que no existe. Precisamente, por ir a dos velocidades: por un lado el Frente Amplio, por otro lado el gobierno; se ha generado una distancia muy importante entre la organización partidaria, el gobierno y los grandes círculos de adhesión al Frente Amplio, o los votantes”.

El segundo gobierno de Vázquez

Para las elecciones nacionales de 2014, Astori volvió a asociarse con Tabaré Vázquez, quien ganó la Presidencia y lo designó otra vez como ministro de Economía y Finanzas. 

Asumió el 1º de marzo de 2015 pero la coyuntura económica no era ni por asomo tan auspiciosa como en 2005. La economía casi se frenó por completo, después de 12 años de crecer a gran ritmo. El gobierno debió actuar a la defensiva en procura de reducir las enormes brechas fiscales que dejó abiertas la administración de José Mujica. Astori fue muy crítico con el manejo de las empresas del Estado, particularmente de Ancap, durante el gobierno anterior.

Impulsó un ajuste fiscal, con aumento de impuestos y reducción de gastos, aunque se mostró más flexible que en el pasado al discutir asuntos como la Rendición de Cuentas o las pautas salariales.

Asamblea Uruguay perdió peso relativo de nuevo en las elecciones internas del Frente Amplio de julio de 2016, aunque apoyó al candidato ganador, Javier Miranda. 

“Nadie puede reprocharle nada en el plano moral”, escribió el politólogo Adolfo Garcé en El Observador del 3 de agosto de 2016. “Es público y notorio que toda la vida, en el acierto o en el error, defendió con sinceridad sus convicciones”. Garcé creía que Astori tenía chances ciertas de ser candidato presidencial pues el Frente Amplio lo necesitaba. “Astori no ha podido ser presidente de Uruguay solamente porque no ha logrado ser candidato del FA”, afirmó Garcé.

Finalmente, después de marchas y contramarchas, y de perder algunos apoyos clave, como el del poderoso MPP de José Mujica, el entonces ministro de Economía anunció su renuncia a competir. “Desde el punto de vista nacional una precandidatura como la mía, que convoca escaso apoyo, como todos los sondeos los están afirmando, aportaría muy poco”, explicó en conferencia de prensa el 21 de setiembre de 2018.

En las elecciones parlamentarias del 27 de octubre de 2019 su sector, muy disminuido, obtuvo 93.643 votos, el 9,9% del total cosechado por la izquierda, aunque logró una banca en el Senado.

En el último quinquenio la economía uruguaya había crecido a un modesto 1,3% anual, muy por debajo de la trepidante marcha que se desarrolló entre 2013 y 2014, a un promedio anual superior al 5%. 

A fines de 2019 el déficit en las cuentas del gobierno había trepado a 5% del PBI, el registro más alto desde 1989, la deuda pública bruta superaba el 60% del PBI y el desempleo se acercaba al 10%. De todas formas, la economía uruguaya había escapado a las graves recesiones y crisis que sufrieron casi todos los países de América Latina a partir de 2014, incluidos Argentina y Brasil, tras el fin del boom de las materias primas.

Daniel Martínez, candidato presidencial del Frente Amplio, en riesgo de derrota, convocó de nuevo a Astori, ya con 79 años, esta vez como eventual ministro de Relaciones Exteriores a partir de 2020, un guiño al electorado de centro. 

Danilo Astori fue elegido senador en la primera vuelta electoral, el 27 de octubre, aunque su propio sector se mostró muy disminuido, y la oposición obtuvo una holgada mayoría en el Parlamento. Su pareja y secretaria política, Claudia Hugo, fue elegida para integrar la Cámara de Representantes. (En dos matrimonios anteriores Astori tuvo cuatro hijos: Danilo, del primero, y Florencia, Francisco y Lucía, de un segundo).

El balotaje del 24 de noviembre de 2019 confirmó que Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional, sería el nuevo presidente de la República. Significó el fin a un ciclo de 15 años de gobiernos de izquierda, en el que Danilo Astori fue actor principal.

“Porque uno, desde el gobierno, ve cosas que desde la oposición no ve, y por tanto va adquiriendo una experiencia especialmente importante en la lectura de la realidad”, había confesado en 2013. “Y un gobierno que no sepa leer la realidad, nunca va a poder actuar bien”.

Y luego, durante el terrible año 2020, signado por la pandemia del coronavirus, en el que incluso estuvo internado largamente por sus problemas respiratorios, herencia de un viejo fumador, Astori fue de los pocos dirigentes frenteamplistas que ensayó una autocrítica profunda y sincera. 

“No debimos haber gobernado ignorando totalmente a los demás, sin preguntarnos cómo piensa el que piensa diferente”, dijo el 29 de diciembre de 2020 en el programa radial En Perspectiva. Así el ciclo del Frente Amplio perdió riqueza, como lo perdió el sistema político, sostuvo. “Eso nos llevó a cometer errores como los que cometimos, por ejemplo respecto a todo lo que significa el sector agropecuario”.

Reelecto para el Senado, su lugar natural, casi no pudo ocupar su banca, a la que renunció por fin el 15 de noviembre de 2022. “El dolor (físico) no me llevará a dejar de ser un actor político”, escribió para su despedida.

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