Luis ROBAYO / AFP

Necesitamos que la naturaleza esté presente en nuestras vidas

A veces resulta casi desesperante tratar de explicar al público que no siente empatía con la naturaleza la importancia de restaurar la biodiversidad

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13 de junio de 2020 a las 05:03

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Uno puede explicar que los seres humanos formamos parte de la red de seres vivos y que dependemos completamente de ella. Uno puede decir lo obvio como que “nos proporciona los alimentos que comemos, filtra el agua que bebemos y nos da el aire que respiramos”. Puede apelar a que “la naturaleza es tan importante para nuestro bienestar físico y mental como para la capacidad de nuestra sociedad de hacer frente al cambio global, a las amenazas para la salud y a las catástrofes”. O puede sintetizar y postular que “necesitamos que la naturaleza esté presente en nuestras vidas.”

Está todo dado para que la nueva visión arraigue porque “la reciente pandemia de covid-19 hace que la necesidad de proteger y recuperar la naturaleza sea aún más urgente. La pandemia está haciendo que aumente la concienciación acerca de los vínculos que existen entre nuestra propia salud y la salud de los ecosistemas. Está poniendo de manifiesto la necesidad de unas cadenas de suministro y unos hábitos de consumo sostenibles dentro de los límites del planeta. Esto refleja el hecho de que el riesgo de aparición y propagación de enfermedades infecciosas aumenta a medida que destruimos la naturaleza . Por consiguiente, proteger y recuperar la biodiversidad y el buen funcionamiento de los ecosistemas son fundamentales para reforzar nuestra resiliencia y prevenir la aparición y propagación de enfermedades en el futuro.”

Pero claro a esta altura muchos estarán pensando que eso implica sacrificar el crecimiento económico. Sin embargo el organismo que estamos citando entre comillas no lo ve así ya que sostiene que “invertir en la protección y recuperación de la naturaleza será también fundamental para la recuperación económica … tras la crisis de la covid-19.”

Parece que hablase de Uruguay cuando indica que “Es fundamental no retroceder y evitar quedar atrapados en viejos hábitos perjudiciales.” En definitiva esto tiene una lógica irrevocable: “La protección de la biodiversidad está totalmente justificada desde el punto de vista económico.” Y lo explicita con detalle: el impacto favorable de invertir en políticas ambientales se recoge en tres de los sectores económicos más importantes, a saber, la construcción, la agricultura y los alimentos y bebidas.

“La conservación de la biodiversidad puede generar beneficios económicos directos para muchos sectores de la economía. Por ejemplo, la conservación de las poblaciones marinas podría aumentar los beneficios anuales del sector de los productos pesqueros…

Lo anterior es parte de una política que está empezando a andar y de la que seremos testigos en los próximos años. El mayor Green Deal que la humanidad se haya dado. El gran Pacto Verde de la Unión Europea, con quienes aspiramos, soñamos con hacer un acuerdo amplio de cooperación.

Por ahora ese acuerdo se ve lejano. Los parlamentos de Austria y los Países Bajos lo han rechazado y podemos adivinar porqué. En la Amazonia ya ha empezado la temporada de incendios. Agresiones deliberadas a la biodiversidad que horrorizaron el año pasado en Brasil y Bolivia y que este año empezaron tres meses antes que en 2019, presagian lo peor.

Mientras los europeos apuestan a la sinergia que emana de la restauración. “La crisis de la biodiversidad y la crisis climática están intrínsecamente relacionadas entre sí. El cambio climático acelera la destrucción del mundo natural a través de sequías, inundaciones e incendios forestales, y la pérdida de reservas naturales y su explotación insostenible, por su parte, son factores clave del cambio climático. Pero, al igual que existe un vínculo entre ambas crisis, también lo hay entre sus soluciones. La naturaleza es un aliado crucial en la lucha contra el cambio climático . La naturaleza regula el clima, y las soluciones basadas en la naturaleza , como la protección y recuperación de humedales, turberas y ecosistemas costeros, o la gestión sostenible de zonas marinas, pastizales y suelos agrarios y forestales, serán esenciales para la reducción de emisiones”.

El Uruguay Natural se balancea indeciso. “para proteger y recuperar la naturaleza va a ser necesario algo más que legislación. Exigirá la adopción de medidas por parte de los ciudadanos, las empresas, los interlocutores sociales y la comunidad investigadora y de conocimiento, así como asociaciones sólidas entre los niveles local, regional, nacional y lo continental” así lo ven los europeos al menos. Van por 30% de áreas protegidas en tierra y mar. Acá seguiremos intentando convencer de no retroceder del 1,5% actual.

Los europeos tienen metas ambiciosas y criterios claros. “Se requieren medidas a nivel mundial, y la propia UE tiene que esforzarse más y mejor a favor de la naturaleza y para construir una Red Transeuropea de Espacios Naturales auténticamente coherente.

La ampliación de la superficie de espacios protegidos es, además, un imperativo económico. Una serie de estudios sobre ecosistemas marinos indican que cada euro invertido en espacios marinos protegidos puede generar un rendimiento de al menos 3 Euros. “Por el bien de nuestro medio ambiente y de nuestra economía, y para apoyar la recuperación de la UE tras la crisis de la covid-19, tenemos que proteger la naturaleza con más empeño. En este sentido, en la UE deben estar protegidos al menos el 30% de la superficie terrestre y el 30 % de la marina. Esto representa una superficie adicional respecto a la actual de al menos un 4 % de espacios terrestres protegidos y un 19 % de espacios marinos . El objetivo se ajusta plenamente a lo que se está proponiendo en el marco mundial para la diversidad biológica después de 2020.

Por supuesto que el pacto verde europeo es mucho más que una política sobre biodiversidad. Abarca el transporte, la construcción, la generación de energía, y por supuesto una política agraria de la granja al plato. Los alimentos europeos deben seguir siendo seguros, nutritivos y de alta calidad. Deben producirse con un impacto mínimo sobre la naturaleza. Un lineamiento amplio que merece otro desarrollo que siga recorriendo ese interesantísimo Pacto Verde Europeo que aspira a convertir a Europa en el primer continente climáticamente neutro de aquí a 2050. Una serie de documentos que “definen una nueva estrategia de crecimiento sostenible e integrador para impulsar la economía, mejorar la salud y la calidad de vida de las personas, cuidar de la naturaleza y no dejar a nadie atrás”.

Con nuestras peculiares y adaptaciones ¿no podremos acompañarlos? 

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