Prensa Paraguay

No pasó nada y eso fue lo bueno: gobierno volvió satisfecho con resultados de la reunión del Mercosur

Lacalle Pou buscará la flexibilización en el semestre de presidencia del bloque

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23 de julio de 2022 a las 05:02

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Desde Asunción

Ya con la cumbre terminada, a la espera de la foto familiar y el almuerzo de camaradería, Luis Lacalle Pou y Alberto Fernández bromeaban brevemente afuera de la sala João Havelange donde un rato antes habían tenido un fuego cruzado por la postura uruguaya de flexibilizar el Mercosur.

Que los presidentes de Uruguay y Argentina se crucen por este tema ya es un clásico de las reuniones del bloque, pero en el gobierno vieron en ese distendido intercambio la coronación de una jornada que los dejó absolutamente satisfechos.

No hubo papelón internacional ni elefante en la sala. Fernández se mostró moderado y Lacalle Pou volvió a dejar en blanco sobre negro su postura de avanzar en acuerdos comerciales de forma individual. No pasó nada y eso fue lo bueno, razonaron.

El consenso –la exigencia madre para el funcionamiento del bloque– volvió a faltar con aviso y la sesión terminó por cuarta vez consecutiva sin declaración final oficial. Uruguay se negó a firmar porque no incluía una mención a la flexibilización y los socios la emitieron aparte.

Ni eso inquietó a la delegación uruguaya, que con las negociaciones para el TLC con China buscan torcer la vieja frase de que en el Mercosur “Brasil hace lo que quiere, Argentina lo que puede, Uruguay lo que lo dejan y Paraguay nada”.

Lacalle Pou nunca escribe sus discursos y calibró sus palabras en función del tono de Fernández. Anotó ideas mientras el argentino hablaba y reinterpretó la noción de protección para decir que la mejor manera era abriéndose al mundo.

Conceptualmente quiso transmitir que Uruguay –el más pequeño de los socios– pedía que lo entendieran y comprendieran. Que no quería irse y que sabía que era mejor avanzar juntos porque las cuentas en todo el mundo dan que para negociar es mejor ser 250 millones que tres. Que quería avanzar y que no estaba dispuesto a detenerse para discutirlo. Que el barco estaba en marcha, que pensaba acelerar en los próximos seis meses, y que podían subirse cuando quisieran.

La invitación funcionó –también– como respuesta a un planteo de Fernández. “¿Por qué no lo analizamos juntos? ¿Por qué no vemos la factibilidad juntos?”, preguntó el argentino. Lacalle lo leyó como una estrategia para continuar en el “inmovilismo”.

Desde el anuncio de las negociaciones, el gobierno le bajó la temperatura a las tensiones a pura diplomacia de WhatsApp. Francisco Bustillo hace tiempo que no se habla con su viejo amigo Fernández pero encontró en Santiago Cafiero un interlocutor válido con el que comparte algunos códigos. Hubo mensajes y llamadas en la semana, conversaron en el desayuno del hotel y durante el transcurso de la reunión.

Esos diálogos llevaron al canciller a tener la confianza de que la cumbre no se iba a “picar”, como declaró en la previa. Que no habría "lastre" ni invitación a bajarse del barco, aunque la postura de Fernández era una incógnita.

Había –reconocen todos por lo bajo– temor por el humor con que aterrizara.

Desde Montevideo, el presidente siguió con atención la reunión de cancilleres –el primer tiempo de la cumbre– y celebró la postura de Brasil: Carlos França habló de flexibilización. Argentina y Paraguay no sorprendieron. Mencionaron los tratados fundacionales y la necesidad del consenso. El camino estaba allanado, solo dependía de las palabras que eligiera Fernández.

Lacalle Pou sabía que tenía una ventaja discursiva: hablaba último, podía responder.

Había razonado la reunión como el segundo tiempo de un 0 a 0 de Copa Libertadores en cancha neutral. Si había pierna fuerte iba a pechear. Fernández era mano.

Pero nada de esto ocurrió, y el argentino se limitó a explicitar su rechazo a la posición uruguaya advirtiendo que necesitaban continuar unidos porque estaban caminando por la cornisa. “No quiero que ninguno de nosotros se caiga y que sigamos transitando juntos”, dijo para terminar citando al papa Francisco, que suele repetir que “nadie se salva solo”.

Desde el entorno de Fernández dijeron a El Observador que ese tono casi paternalista fue porque no le interesa tensionar la relación ni siquiera si las cosas estuvieran bien en Argentina. Que lo extraordinario –el intercambio duro– ya ocurrió y que espera que no vuelva a repetirse. Es cosa del pasado.

La lectura que hacen es que más temprano que tarde Uruguay deberá mostrar el estudio de factibilidad, aunque el gobierno de Lacalle Pou ha dicho que no prevé hacerlo y que es “confidencial” por pedido de China. La preocupación por la entrada del gigante asiático fue explicitada por el paraguayo Mario Abdo Benítez en una improvisada rueda de prensa al final de la reunión. Habló de los “costos muy competitivos” de China que pueden “amenazar” a las industrias del Mercosur.

Las palabras llegaron antes de la foto final, el almuerzo y las risas, pero sintetizan también la improbabilidad de que el bloque pueda negociar de forma conjunta, aunque todos se muestren dispuestos a hacerlo.

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