Pxfuel

Orientales: tan conectados como bipolares

Hay momentos en la política en los que también hay que reconocer los aciertos ajenos, desde el gobierno o desde la oposición. Sobre todo en momentos de pandemia

Tiempo de lectura: -'

28 de marzo de 2020 a las 05:00

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

¿Cuándo fue la primera vez que viste una película entera en tu celular? ¿Recordás la primera vez que pediste un Uber o un delivery online? ¿Cuándo fue la primera vez que viste un video completo de YouTube sin que el famoso mensaje de “buffering” te saltara sobre la imagen congelada?

Todos estos hechos aparentemente triviales –y ahora naturalizados– de la vida fueron sucediendo progresivamente desde 2011/2012 en adelante. No fueron consecuencia del azar. Todo lo que se hizo en materia de telecomunicaciones (fibra óptica, cables submarinos en sociedad con Google, 4G/5G y más) fue lo que permitió que hoy toquemos la pantalla del celular y tengamos el almuerzo enfrente en 15 minutos. Pero mucho más importante: es lo que hizo posible que hoy buena parte de Uruguay esté trabajando y estudiando desde sus casas conectados a través de diversas plataformas, todas online.

¿Por qué me dedico hoy, en medio de una pandemia, a hablar de conectividad, de planes estratégicos, generosidades y mezquindades políticas? Porque el gobierno que encabeza Luis Lacalle Pou, que apenas estrenado se dio de cabeza contra la pared más dura que le ha tocado enfrentar al mundo en décadas, recibe ahora las críticas de alguna parte de la oposición, igual que antes las recibió el gobierno de la época de parte del Partido Nacional y el resto de la oposición, mientras que invertía más de US$ 500 millones en telecomunicaciones.

Va y viene la vida, va y viene la política, van y vienen los intereses, pero siempre debería primar el bien de todo un país. Eso, sin embargo, no parece ser la prioridad para todos los líderes políticos que hoy guían nuestros destinos.

Nicolás Jodal, empresario y uno de los muchos privados que dona su tiempo y recursos para desarrollar de apuro una app y otros sistemas que ahora usa el Ministerio de Salud Pública para intentar parar el virus, lo dijo claramente hace pocos días; todo lo que se hizo y se hace es posible “gracias a la estructura digital que ya tenía el país”.

Inés Guimaraens

Así como esta crisis deriva ya en decisiones y movidas que definirán nuestro futuro, también en 2010 la decisión de Carolina Cosse al frente de Antel fue clave para llegar adonde estamos. Tenemos mala memoria y somos desagradecidos en general, pero si hacemos el esfuerzo recordaremos que en 2010 no había fibra óptica, ni un cable con más de un backup que nos conectara con el centro mismo de internet (Estados Unidos) ni ninguna de las velocidades que hacen posible, entre muchas cosas, que esté escribiendo esta columna desde mi casa, un rato en la PC y otro en el celular y que en segundos les llegue a mis compañeros que se encargarán de que se transforme en una página de diario y en una nota web.

¿Por qué es importante recordar eso ahora? Porque entonces esos planes levantaron duras críticas que vinieron desde la oposición y también, en algunos casos, desde la propia interna del partido que integra la ahora candidata a intendenta de Montevideo. Del mismo modo que algunos de los planes y de las medidas que se empiezan a ensayar ahora desde el gobierno, generan críticas no siempre constructivas. Criticar y marcar la diferencia parece ser la función democrática de la oposición, es cierto, pero hay –o debería haber– algunas reglas.

Hacer oposición responsable supone construir, desde adentro o desde afuera del sistema que define quien le toca mandar. Antes, pocos opositores salieron a defender los planes que llevaron a nuestra ahora efectiva conectividad. Ahora algo similar pasa con lo que está intentando construir el gobierno. En ambos casos los planes son y fueron pasibles de errores. Nadie tiene la receta del éxito de antemano y salvo medidas disparatadas o evidentemente destinadas al fracaso, todos –políticos incluidos– deberíamos ser un poco más pacientes a la hora de emitir gritos que no suman más que ruido.

En Uruguay más del 90% de la población se conecta a internet, según un estudio de la Cámara de la Economía Digital del Uruguay (CEDU) que se publicó esta semana. En Uruguay el 83% de los hogares están conectados a internet y de ellos el 63% tiene fibra óptica. Esa conexión permite velocidades impensables con tecnologías de anterior generación. En el mundo se está disparando el consumo de internet por obvias razones –y no solo por Netflix– y en Uruguay aumentó más de 30% según fuentes técnicas consultadas, que además aseguran que incluso si el consumo se multiplicara por varios números estaríamos bien parados.

¿Recuerdan cuando algunos políticos –opositores y no tanto– pusieron el grito en el cielo por la asociación con Google? Ese acuerdo de un país pequeño pero con buena fama con un gigante tecnológico derivó en un cable que une a Uruguay con Boca Ratón, y en otros cables en los que Uruguay invirtió unos US$ 100 millones y que ahora le dan tranquilidad. Millones que hoy permiten que en medio de la crisis muchos puedan seguir produciendo y manteniendo sus negocios. En su momento ese cable fue considerado una “carretera propia para el futuro, para ser más libres”. El tiempo y los miles de uruguayos conectados, incluyendo miles y miles de estudiantes de centros públicos y privados, comprobaron que lo es.

El gobierno actual también es consciente de ese acierto. Esta semana el secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado, anunció que se otorgará un bono de 50 GB por el mes de abril a cada una de las 120 mil conexiones del Plan Universal Hogares de Antel, que es el plan gratuito al que pueden acceder los uruguayos que no pueden o no quieren pagar otro con más prestaciones.

En una de las muchas conferencias que hemos visto en estas semanas de emergencia, el presidente Lacalle Pou dijo: “No vamos a hacer política. Nosotros estamos gobernando. Es una responsabilidad superior”. Se refería a la compleja decisión de dictar una cuarentena obligatoria, una medida que incluso ha sido aconsejada por el Sindicato Médico del Uruguay. La discusión sobre este punto es productiva y necesaria, siempre que se enmarque en un contexto constructivo. El SMU presentó y fundamentó su propuesta. Tal vez el presidente y su gobierno no la tomen, tal vez sí, tal vez usted y yo estemos de acuerdo o en desacuerdo, pero hay un análisis de fondo que el gobierno considera minuto a minuto.

Leonardo Carreño

Muy diferente es la posición de muchos políticos que gritan y gritan en redes pero luego aportan poco. Supongo que en algún momento Cosse y su equipo deben haber sentido algo parecido a lo que sentirá el presidente y su gente cuando se lanzan dardos sin objetivos claros. Hay excepciones, por suerte. “No es momento de entrar en debates, sino de ejecutar decisiones”, dijo Yamandú Orsi y agregó que hay que “poner todos los recursos que sean necesarios” para combatir la pandemia, por encima de las “discusiones acerca del déficit o del superávit”.

La propia Cosse opinó también en este sentido, se mostró de acuerdo con muchas de las medidas adoptadas por el gobierno y pidió hacer un plan de emergencia en el que participen todos los políticos. “Salgamos de la lógica de enfrentamientos belicosos, y dialoguemos, pero en serio. No es una cuestión de quién grita más fuerte, si no de cómo logramos las mejores soluciones. Por todo esto es preciso convocar a una mesa de acuerdo nacional que ayude a elaborar un Plan Nacional de Emergencia con estrategias que nos permitan superar esta crisis sin dejar a nadie por el camino“, expresó en su Facebook.

Marea Frenteamplista, el grupo liderado por Mario Bergara, también se expresó en un comunicado con varios puntos, en el que llama a evitar “opiniones incendiarias en cualquier sentido”, considera que “no son de recibo los llamados casi diarios a caceroleos y apagones por diversos motivos económicos y sociales. Confunden, desgastan, aíslan”.

Hay algunos otros ejemplos, pero no tantos

Es necesario extender brazos, pero sobre todo mentes. Eso lo debe hacer el gobierno pidiendo la colaboración de los mejores técnicos del FA y lo debe hacer el FA poniéndolos a disposición en una lista clara y pública. ¿Quién debe extender la mano primero? No importa. Y si importa dejémoslo para épocas de campaña y no para tiempos de pandemia. Se puede, dicen. Demuéstrenlo.

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.