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Lo condenaron por el abuso sexual de dos niñas, pero según la Fiscalía no fueron solo dos. De hecho, otras mujeres –que al momento de los hechos eran niñas– declararon en la causa que ellas también habían sido abusadas sexualmente por Gustavo Melgar, el exvicario de Minas. Como esos hechos ya habían prescripto, su participación fue en calidad de testigos. Esto sucedió, según su declaración, en distintos momentos y localidades.
“Los testimonios precedentes plantean similitudes en lo vivenciado, la cercanía del imputado a las víctimas, a su entorno familiar, por ser un referente de la iglesia, los tocamientos realizados por debajo de la ropa, las víctimas niñas no entendieron lo ocurrido y no pudieron contarlo en su momento, las edades de las víctimas, todas niñas y las graves consecuencias en su vida que aún persisten”, señala la sentencia.
El exvicario fue condenado por responsable de reiterados delitos de atentado violento al pudor, reiterados delitos de abuso sexual y un delito de abuso sexual especialmente agravado en régimen de reiteración real a ocho años de prisión. Deberá reparar monetariamente a las víctimas, pagándoles 12 salarios mínimos nacionales. Una vez salga de prisión, no podrá acercarse a las denunciantes por 180 días en un radio de 300 metros. Las víctimas hoy tienen 16 y 20 años, pero habían realizado la denuncia en setiembre de 2019.
Lo hicieron producto de que, unos días antes, el hombre “intensificó la agresión sexual”. Allí la víctima narró eso a sus hermanos y decidieron denunciarlo. El vínculo entre las víctimas y el victimario llevaba largo tiempo y había nacido del rol religioso del ahora condenado.
Las dos jóvenes relataron todo lo vivido con él y según la jueza “el relato es coherente, consistente, sin elaboración estructurada, espontáneo, no es guionado”. “A medida que va recordando, brinda detalles acorde a desarrollo evolutivo, hay engranaje contextual, pensaba que no le iban a creer, no hizo la denuncia porque la familia se separó. La angustia solo aparece en relación a cómo le afectó esta situación y al hecho del abuso. (…) No impresiona como que el relato fuera inducido por un tercero”, complementa.
La defensa señaló que la denuncia parte de “un complot” del padre de las víctimas y por eso presentó testigos que declararon no haber visto ninguna conducta inapropiada. Pero, de acuerdo con la jueza, estos testigos “la mayoría son ajenos a los hechos denunciados” o conocieron a las víctimas en otra etapa de su vida.
En otro orden, argumentaron que era imposible que se hubieran dado los hechos denunciados, porque siempre había más personas presentes en la casa y nunca estaban a solas. La magistrada lo entendió como “una coartada exculpatoria muy débil”.
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