Inés Guimaraens

Pablo Ferreri: “Radicalizar el discurso sería un error político, ético y humano”

El exviceministro de Economía dice que "una pandemia no es momento de política partidaria" y que si bien "sería mejor" tener un déficit más bajo, "el financiamiento está" y es "sostenible"

Tiempo de lectura: -'

09 de abril de 2020 a las 05:01

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

El exviceministro de Economía Pablo Ferreri es uno de los dirigentes frenteamplistas que más abiertamente ha asumido el discurso conciliador con el gobierno. Desde que se decretó la emergencia sanitaria, el hoy candidato a suplente de Daniel Martínez ante una eventual reelección en la Intendencia de Montevideo ha expresado en reiteradas oportunidades que la administración de Luis Lacalle Pou tomó las medidas correctas –más allá de matices en su alcance– y ha insistido en la necesidad de tender la mano a un gobierno que, apenas asumió, se encontró con una crisis "inédita" que le cayó del cielo. 

Ferreri, que no integra ningún sector pero se considera "seregnista y astorista" –porque dice que "el astorismo es el seregnismo del siglo XXI"– cree que ningún grupo del Frente Amplio ha adoptado posturas combativas, señala que "radicalizar el discurso" sería no solo "un error político" sino también "humano y ético", opina que una pandemia "no es momento de política partidaria" ni "lugar para rencillas menores", y afirma que la izquierda se debe una reformulación interna para "reflejar de mejor manera el sentir del pueblo frenteamplista y que sus estructuras no estén alejadas de la gente". 

A continuación, un resumen de la entrevista con El Observador

¿Cómo ve la gestión que está haciendo el gobierno de esta emergencia sanitaria?

El nuevo gobierno se encontró, a 15 días de haber asumido, con una pandemia que tiene características inéditas. En ese contexto ha tomado medidas que van en la dirección correcta, y también viene haciendo una comunicación adecuada, que es algo muy importante para la población. Allí quiero destacar el muy buen trabajo de Álvaro Delgado en este aspecto. Ahora, creo que las medidas no solo deben estar bien orientadas sino que también deben ser lo suficientemente potentes para lograr su cometido. En algún caso entendemos que lo hecho o anunciado no alcanza para proteger el entramado social y productivo, y que se deben tomar medidas más potentes.

¿Cuál es el rol que debe jugar el Frente Amplio como oposición ante esta coyuntura?

En medio de una pandemia no es momento de política partidaria ni de pensar con lógica electoral. No hay lugar para rencillas menores cuando está en juego la vida y el empleo de muchos uruguayos. En cambio, son momentos de buscar el mínimo común denominador entre todos los uruguayos, enfocados en lo que nos une y no en lo que nos separa. El Frente Amplio es el partido más votado del Uruguay y con mayor representación parlamentaria. Por lo tanto, tiene una enorme responsabilidad en colaborar con el país ejerciendo una oposición constructiva que esté a la altura de las circunstancias. Es como me decía Astori cada día durante los cinco años que trabajé a su lado: primero el país.

El presidente del Frente Amplio, Javier Miranda, dijo que sería un error radicalizar el discurso. ¿Está de acuerdo? 

Radicalizar el discurso sería un profundo error, pero por lo dicho anteriormente fundamentalmente desde lo ético y lo humano, además de lo político.

¿Por qué ético?

Antes que nada hay un mandato ético de poner el hombro en momentos complicados para el país; no hay otra cosa en qué pensar. Luego vendrán los momentos de razonar en función de posicionamientos políticos, pero ahora no es el momento.

¿Hay sectores que han mantenido un discurso o una postura más combativa de lo adecuado?

No creo. Más allá de una postura inicial, creo que todos los sectores han estado bastante alineados y no he visto que algunos no hayan tenido una actitud de colaboración. Francamente no lo vi. De hecho en el documento económico participó gente de todos los sectores y hubo unanimidades, con propuestas y con espíritu de tender la mano.

El miércoles pasado, un día después de la reunión con el gobierno, la bancada del Frente en el Senado propuso que el impuesto a los cargos políticos fuera permanente, y eso generó diferencias entre los sectores. El astorismo, por ejemplo, no estaba de acuerdo. ¿Por qué?

Creo que en este momento los esfuerzos deben estar enfocados en medidas que atiendan a esta urgencia que vivimos, y esos temas de fondo que merecen una discusión más profunda deben ser abordados en otro momento.

¿Fue una chicana?

No, no creo que haya sido una chicana. Sí creo que tomar una decisión de ese porte requiere de una discusión más profunda y a fondo, con todos los argumentos arriba de la mesa. No es algo que se pueda resolver en un momento o en un día, y claramente el foco tiene que estar puesto en tomar medidas que colaboren a combatir esta pandemia. No es el momento.

¿La crisis del coronavirus pone en pausa el proceso de autocrítica del FA? 

Creo que el FA necesariamente deberá hacer una profunda autocrítica al finalizar el ciclo electoral. Por efecto de la pandemia eso se ha extendido hasta octubre. Seguramente una vez concluidas las elecciones municipales debamos encarar esa autocrítica, que para mí tiene al menos tres niveles: la gestión del gobierno, la gestión de la fuerza política y la actuación en la campaña electoral. 

¿Cómo ve, en ese contexto, la conducción actual del Frente a cargo de Miranda?

Es parte de esos tres niveles que decía. En la evaluación y autocrítica de la gestión de la fuerza política, eso involucra la forma de relacionarse de los sectores, a cómo actúan los sectores, y también cómo ha sido la conducción del FA. Todo eso tiene que ser analizado y discutido. Pero no creo que solo sea un problema de Miranda sí o Miranda no, sino que el FA tiene que revisar todos esos aspectos. 

¿Cree que es necesario renovar la estructura a corto plazo?

Sí. Estoy convencido de que el Frente Amplio, fruto de esa autocrítica, deberá plantearse una profunda reestructura que le permita reflejar de mejor manera el sentir del pueblo frenteamplista y que sus estructuras no estén alejadas de la gente. Danilo (Astori) lo define como “generar un nuevo contrato”, y yo comparto plenamente esa visión.

La gran mayoría de dirigentes frenteamplistas ha dicho que se debería gravar también a los salarios más altos del sector privado. ¿Cuál es su opinión? 

Yo creo que fue correcto que los salarios públicos más altos contribuyeran en este momento, dando la señal de que todos ponemos el hombro. También creo que hay otros sectores que, si nos mantenemos en el plano de dar señales, deberían poner el hombro. Pero hoy lo más importante es focalizarse en dar los apoyos necesarios para proteger el entramado social y productivo, las otras cuestiones son un tanto secundarias al lado de esto. El gobierno hizo una primera estimación de sus medidas en US$ 400 millones y han dicho que seguramente se va a gastar más. Lo del impuesto son unos US$ 12 millones. Entonces no es lo sustantivo. Lo sustantivo es: tenemos cómo financiarlo y tenemos que hacer llegar la ayuda de manera urgente a quienes lo precisan.

En el denominado plan de contingencia del FA una de las principales medidas consiste en otorgar un subsidio equivalente al salario mínimo nacional para la población más vulnerable. ¿Es financiable? ¿Por cuánto tiempo?

Sí, es absolutamente financiable. Las medidas que plantea el FA en su conjunto no alcanzan los dos puntos del PIB y además son de carácter absolutamente excepcional y transitorio. El país cuenta con la espada financiera necesaria para afrontar estas medidas. Hoy tenemos aproximadamente US$ 2.200 millones de líneas contingentes de crédito preaprobadas con organismos multilaterales. 

Pero esos US$ 2.200 millones es dinero que luego se deberá pagar. ¿Cuánta deuda se puede contraer sin que sea insostenible? 

En realidad se plantea utilizar menos de la mitad de eso, y creemos que en una perspectiva de mediano y largo plazo es sustentable. Como es absolutamente excepcional y transitorio, te estaría generando una suba del déficit transitoria y no permanente. Y además, si bien aumenta el endeudamiento del país, ese aumento no se daría en un volumen inmanejable.

¿El alto déficit fiscal que heredó el gobierno no lo hace tener pocas balas para enfrentar la situación?

Obviamente si Uruguay tuviera un déficit fiscal menor sería mejor. Eso es así. Ahora, también podemos pensar cómo se llegó a ese déficit. Uruguay atravesó en años anteriores una crisis regional gigantesca y por lo tanto la recaudación tributaria no fue la esperada en los últimos años. 

Más allá de eso, hoy en la enorme mayoría del mundo la situación fiscal está momentáneamente dejada a un costado, para atender los problemas sociales y sanitarios. Hoy tenemos que estar enfocados en eso y Uruguay tiene fuentes de financiamiento, que es la principal preocupación. Después seguramente las preocupaciones centrales tienen que ser cómo poner rápidamente a funcionar la economía y cómo ir reduciendo las vulnerabilidades de la economía uruguaya. Pero esa es una discusión para después.

¿Qué opina de la cuarentena total, una medida que ha sido manejada por los sindicatos médicos y hasta el expresidente Tabaré Vázquez?

Creo que el camino seguido hasta ahora es el correcto. La implementación de una cuarentena obligatoria tiene un sinfín de imponderables que podría hacer muy difícil su implementación en la práctica. El justo equilibrio sería poder lograr el más alto nivel de acatamiento sin incurrir en la obligatoriedad, y para ello quien tiene todos los elementos arriba de la mesa para tomar la mejor decisión es la autoridad sanitaria.

"Sensación de afloje sería muy contraproducente"

Luego de la conferencia de prensa de este miércoles, en la que Lacalle dijo ser "optimista" en cuanto al impacto del Covid-19 en Uruguay, Ferreri resaltó la "importancia de que la ciudadanía continúe percibiendo el riesgo que implica no mantener el aislamiento social". "El reinicio del trabajo en la industria de la construcción junto con el inicio paulatino de las clases (en las escuelas rurales), sumado a la aseveración de que "nada indica que vayamos a estar peor", puede dar una sensación de afloje que sería muy contraproducente", afirmó.
CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.