El jefe del grupo paramilitar ruso Wagner afirmó que sus tropas tomaron el control de la localidad ucraniana de Krasna Hora, a unos kilómetros al norte de Bajmut, una ciudad clave que Moscú busca conquistar desde hace varios meses.
"Hoy, las unidades de asalto de Wagner tomaron Krasna Hora", declaró Yevgueny Prigozhin mediante un comunicado en la red Telegram y un video en el que se pueden observar a varios integrantes del grupo posando en la localidad, ubicada a solo 10 kilómetros de Soledar, la ciudad tomada por Wagner a principios de enero.
Aunque la información no ha podido ser corroborada por observadores independientes, los analistas señalan que es consistente con la acumulación de tropas regulares y paramilitares que viene desplegando Rusia en las cercanías de Bajmut con la intención de lanzar una ofensiva.
Desde hace más de seis meses, el grupo Wagner y el Ejército ruso intentan capturar Bajmut, en el este de Ucrania, una ciudad con una importancia estratégica limitada, pero que se ha convertido en un bastión que es símbolo de la resistencia ucraniana.
Estas últimas semanas, y luego de incrementar los bombardeos sobre las tropas de Kiev y objetivos estratégicos, los rusos han intentado rodear la ciudad y conseguido cortar varias carreteras cruciales para el abastecimiento de las fuerzas ucranianas que defienden la zona.
Wagner, además, negó que Rusia haya desplegado en la zona fuerzas regulares. "No hay ninguna unidad especial. En un radio de más o menos 50 kilómetros solo hay soldados de Wagner, que acabarán conquistando Bajmut", dijo Prigozhin.
Prigozhin, además, negó que el grupo paramilitar haya asaltado Vuhledar, otra importante ciudad ucraniana más al sur de Donetsk, en un intento de rodear a las tropas ucranianas. "Donde no están, pues no están. No estamos ni en el norte ni en el sur", agregó.
El 11 de enero, el grupo Wagner había anunciado la toma de Soledar, cerca de Krasna Hora. Sin embargo, el ministerio ruso de Defensa tardó dos días en confirmar la conquista, en un hecho que los observadores señalan como producto de las tensiones entre la milicia y el ejército regular.
"Después de la toma de Soledar, hubo revuelo sobre si otros soldados, aparte de los combatientes de Wagner, estaban en Soledar. Por supuesto, los muchachos no estaban contentos con esa versión", comentó Prigozhin, quien no ha ocultado sus diferencias con los altos mandos de las fuerzas regulares rusas.
Las tropas rusas han intensificado en los últimos días tanto su ofensiva terrestre como los bombardeos aéreos y los ataques de su artillería contra las posiciones ucranianas en el Donbás y en la región vecina de Járkov. Según diversas fuentes ucranianas y occidentales, estos serían los primeros pasos de la gran ofensiva ordenada por el presidente Vladimir Putin para hacerse con el control definitivo de las cuatro regiones anexionadas por Moscú en septiembre.
Al respecto, el secretario del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania, Oleksy Danilov, comentó que Moscú ya habría comenzado la "gran ofensiva", pero que ésta se estaría topando en sus inicios con problemas. "La ofensiva que planeaban ya avanza gradualmente. Pero no es la ofensiva que ellos esperaban", aseguró a la televisión pública ucraniana.
Durante años, Prigozhin operó en las sombras, aprovechando su vínculo personal con Putin para alzarse con lucrativos contratos, mientras formaba el ejército de mercenarios conocido como Grupo Wagner. Tras despachar a Ucrania a sus tropas, el multimillonario emergió como un jugador más en el tablero del poder, utilizando las redes sociales para hacer del lenguaje duro una marca personal.
Dos meses atrás, desafió a duelo al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, desde la cabina de un cazabombardero, ocasión en la que amenazó con orinar en la cara sus detractores, y declaró que su ejército privado estaba luchando “por cada calle, por cada casa, por cada escalera” en la ciudad de Bajmut.
Por lo pronto, y más allá del avance del grupo paramilitar, los observadores occidentales interpretan que la postura del multimillonario amigo de Putin, que ha desconcertado a la élite moscovita, constituye una doble apuesta por la política y la guerra en Ucrania.
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