Pellistri, un jugador diferente: exalumno del Ivy y ahijado del Enano de La Vela

Con Facundo, Peñarol busca un cambio en la matriz. Porque más allá de lo que pueda rendir futbolísticamente –que apunta a ser mucho– se trata de un joven que estudia, que viene de un contexto social que tradicionalmente no forma futbolistas y cuenta con un nivel cultural que supera la media del fútbol.

Descubrió el baby fútbol en La Picada para jugar luego durante dos años en AUFI en River con el que fue campeón en su categoría.

Luego pasó a AUFI de Peñarol y desde allí, no paró más hasta jugar en Primera. Tanto en los darseneros como en los aurinegros, hizo toda su carrera con Agustín “Canario” Álvarez, el “9” de gran futuro que tienen los manyas para cualquier momento. Hoy se destaca como goleador de la Cuarta.

El Pato Carlos Aguilera fue el primero que lo vio en Peñarol de AUFI con 10 años y con 13 años lo recomendó a Peñarol. El Pato tiene un hijo un año más grande que jugaba en el club y a veces iba más temprano para ver la categoría de Facundo.

“Lo había visto en Las Acacias y me vino a hablar: ‘Estoy como loco con tu hijo, va a ser un fenómeno’, me dijo cuando  tenía 10 años”, recordó Marcelo su padre a Referí.

Estudió en el Ivy Thomas y luego pasó al Pocitos Day School. Allí cursa el libre asistido para jugadores de fútbol o deportistas.

Da las materias como libre, tiene un tutor y le quedan dos para ser bachiller. Las va a dar este mes: física y literatura.

A su vez, ya tiene el First Cerfiticate aprobado, por lo que habla inglés fluido.

Pensó en seguir Medicina, y terminó pensando en Arquitectura. Aún no tiene claro qué continuará estudiando.

Aguilera recordó para Referí que el primero en darse cuenta de su potencial, en realidad no fue él, sino Gustavo Rehermann –campeón uruguayo en el segundo quinquenio– cuando lo tuvo en Ivy Thomas.

“Con Gustavo soy amigo y compartí equipo en Peñarol. Un día me dijo: cuando tengas tiempo, vení a ver jugar a un chiquilín de nueve años que va a ser un fenómeno. Él es muy buen docente, sabe mucho. Me quedó esa charla. Pero tenía solo nueve años y es un período en el que después viene el quiebre. Es una alegría enorme que él vea bien el fútbol porque lo conocía en el colegio.  Con el tiempo, yo lo veía en AUFI porque veía a mi hijo”.

Facundo siguió creciendo en la vida y en el fútbol, y nunca dejó de estudiar.

Su padre lo llevaba a las prácticas y de entrada tomó al fútbol muy en serio: “Si querés jugar al fútbol, te lo tenés que tomar en serio. No hay frío, calor, no se falta a las prácticas”, le dijo su papá.

“Tratamos de inculcarle que debe ser ejemplo para un montón de chiquilines. La frase, ‘soy el mejor e igual juego, no corre’”, le dije de entrada y por suerte lo tomó tal como lo hablamos.

Se bancaba el frío cuando se hacía de noche en Las Acacias y cuando Marcelo no lo podía llevar, se iba en el ómnibus de Peñarol hasta el CAR de Solymar.

Su padre es contador y su madre, Leticia Rebollo, pediatra.

Tiene una hermana de 11 años que se llama Pierina.

“Estar bien económicamente nos permitió seguirlo a todos lados. Fue a China y estuvimos ahí. Los compañeros siempre lo quisieron porque siempre fue humilde en cuanto a su personalidad. Es un chico de plata y sin embargo, todos hablan bien de él. Nunca le faltó nada. Es muy humilde en su trato”, indicó Marcelo, su papá.

El año pasado hizo la pretemporada en Colonia con la Primera, con 16 años. En una  de las prácticas chocó con Matheu, no dijo nada y del golpe terminó con rotura fibrilar en el muslo. Hubo que pararlo y en el ínterin se dio un torneo sub 17 a China, jugó dos partidos y se resinitió de esa rotura.

Nunca pudo estar en la sub 15 porque por 11 días no es de 2002 y cuando había una sub 15 la generación que iba era la de 1999 y él es 2001 y tampoco podía estar en la 2002. Pero como tiene muy buenos jugadores esa 2001, Alejandro Garay –técnico de la sub 17– formó una selección sub 16 durante todo un año.

El primero que lo dirigió en Peñarol fue Martín García.

“Lo tuve con 10 años cuando era entrenador en la captación y después lo dirigí en Séptima con 14 y fuimos campeones. Había tres jugadores que rompían los ojos, él, Agustín “Canario” Álvarez y Valentín Rodríguez que es un extremo por izquierda. Con 10 años deslumbraban”, explicó García a Referí.

Por su parte, Aguilera agrega: “El primer partido que lo vi en Las Acacias, te dabas cuenta que era diferente; tenía 11 años. Entró en un clásico y marcaba la diferencia. Él es 2001, da un año de ventaja. Tenía mucho menos físico, pero contaba con clase y la sigue teniendo”.

Los abuelos lo van a ver y se les cae la baba por el nieto. Son todos de Peñarol. La abuela junta los recortes de diarios que hablan de él y ahora está de novio con Camila.

En un partido soñado contra Danubio en AUFI y con muy pocos años, un muchacho que estaba en la cancha fue hasta su casa a buscar una bandera. Se le acercó al padre de Facundo y le pidió permiso para saber si le podía pedir un autógrafo. Fue el primero y un visionario.

Con el paso del tiempo, este joven que se llama William, consiguió su número de celular y le preguntó si era él el mismo al que había visto muchos años antes y le había pedido un autógrafo. Cuando Facundo le contestó afirmativamente, esperó su debut en Primera en Miami contra Independiente Medellín en junio pasado, y se tatuó la fecha con sus iniciales en el brazo.

“A Facu ya se le veían cosas. La velocidad que tiene es lo que resalta. Es habilidoso, te puede jugar por afuera o como un media punta, es inteligente para jugar, lee bien el juego, es un tipo muy preparado de muy buena familia. Es una fiera. Cuando lo vi debutar en Primera –para mí que lo tuve desde muy chiquito– fue una alegría bárbara. En el uno contra uno, de 10 veces que te encara, ocho se te va a ir seguro. Eso no abunda en el fútbol uruguayo. No es un goleador. Es un asistidor, a él lo tenés que aprovechar que te va a ganar la banda. Es un típico puntero derecho a la antigua. Tiene unas condiciones bárbaras”, agregó Martín García.

Y agregó: “Es un muchacho muy reservado, muy callado, muy estudioso, muy preparado, muy laburador, siempre predispuesto a escuchar. Buen compañero, de buen corazón y superinteligente. Y eso siempre ayuda, los chicos que estudian, están un escalón arriba, porque interpretan las cosas rápido. Tiene mucha personalidad también”.

El razonamiento de Aguilera va por el mismo camino.

“Contra Defensor, se recibió de jugador de Peñarol. Al pibe no le pesó el hecho de ponerse la camiseta grande. Lo cuidan con un gran entorno, el Memo (López) le habla mucho y eso se nota”, dijo.

Para el Pato, Facundo “es técnicamente extraordinario, tiene técnica en velocidad asombrosa, siempre lleva la pelota en el pie. Era muy goleador y ahora perdió referencia de arco porque va cambiando de posición. En cancha buena o mala, siempre jugaba igual. El que es técnico, es técnico en cualquier cancha. Cuenta con una facilidad enorme para cambiar de ritmo, y pasa de cero a sexta enseguida. Con ese arranque, te deja muchas veces atrás. Siempre busca el momento justo para arrancar. Si no lo parás de entrada, es muy difícil de parar. Gargano, Guzmán (Pereira) y el Cebolla le hablan mucho, y ese apoyo es muy importante”.

EL PADRINO DE LA VELA

Facundo Pellistri tiene un padrino famoso. Es que el líder de la banda de rock uruguaya La Vela Puerca, Sebastián Teysera, es amigo de su padre Marcelo y este lo eligió para que se sumara a esa responsabilidad. El Enano, como se lo conoce a Teysera, es además el vocalista principal y compositor de uno de los grupos musicales más exitosos del momento. Obviamente, es tan manya como Marcelo y Facundo y si bien no va al fútbol con la frecuencia de otros tiempo, sigue de cerca los pasos de su ahijado. 

LA HISTORIA DEL PRIMER AUTÓGRAFO EN PEÑAROL

La historia de su primer autógrafo en Peñarol tiene muchos años. Se dio cuando aún era un niño, pero tiene un final con ribetes insólitos. William, es un manya que estaba viendo un partido de las inferiores y Facundo, como era costumbre, la estaba rompiendo. Antes de terminar el partido, este seguidor fue hasta su casa a buscar una bandera y le pidió a Facundo que se la firmara. “Quiero tener tu primer autógrafo”. Facundo cumplió. Pasó el tiempo y cuando debutó en Primera en Miami, William se tatuó el día.