Marcelo Umpiérrez

Pequeños (y débiles) brotes verdes

La caída del crédito es un mal síntoma y el gobierno debe poner toda la liquidez posible a disposición de empresas y familias

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01 de noviembre de 2020 a las 05:00

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Los pequeños brotes verdes de la economía, que se percibían a mediados de setiembre, se mantienen pero son menos vigorosos. La pandemia ha recrudecido en Uruguay y en la región. La temporada turística, que iba a ser mala por la pavorosa crisis económica que atraviesa la Argentina, ahora queda reducida al turismo interno. No habrá apertura de fronteras ni siquiera para aquellos que tienen propiedades en Uruguay. Solo casos muy excepcionales.

Hace bien el gobierno en cuidar nuestras fronteras, que son un punto débil para el ingreso del virus dada la mala capacidad de gestión que han tenido nuestros vecinos. En Argentina se metieron en un callejón sin salida con una cuarentena larga y forzada que ya nadie respeta. Cuarentena que destruyó la economía y que no preservó la salud, de la que se pavoneaba dando lecciones a diestra y siniestra Alberto Fernández. Hoy Argentina es uno de los países que más crece en contagios y muertes y ya está cerca del top 10 mundial ambas categorías por millón de habitantes. Un papelón histórico, propio de quien se rige por la ideología y no por la razón y el sentido común.

En Brasil, se han tomado con mucha ligereza el virus. Si en Uruguay le estamos perdido el miedo, en Brasil nunca lo tuvieron. Basta ver los autobuses cargados de gente sin respetar protocolos de distancia que llegan a Rivera todos los fines de semana. Miles de personas cargadas de bolsos y valijas vienen  a hacer su agosto no en Santa Ana sino en Rivera, pese a que Uruguay es más caro que Brasil. Controlar la frontera, la de Rio Branco y la del Chuy no es tarea sencilla. Y además se necesita colaboración de ambos lados. Y en un lado, no se apuesta mucho por la “libertad responsable”. Libertad sí se otorga a diferencia de Argentina, pero responsabilidad no se pide. Y así es muy difícil controlar la expansión del virus.

Pero además de las fronteras, Uruguay tiene otro problema interno. Se le perdió el miedo al virus. Se perdió responsabilidad. Hay fiestas clandestinas. Hay reuniones sociales y familiares multitudinarias. En una concentración de fútbol se sigue compartiendo el mate. Cuesta usar el tapaboca. Para los más jóvenes, no parece haber problema.

El gobierno hace todo lo que puede en la parte sanitaria y más. Testea más que nunca y rastrea todo lo que puede. Sin embargo, el aumento de casos va para arriba. ¿Cuánto? No se sabe. Pero más que nunca hay que cuidarse y cuidarnos.

Y ello afecta a la economía. ¿Fue el gobierno optimista en detectar una recuperación en V? Difícil saberlo. Pero la realidad parece mostrar que la V no será tan acentuada o clara. Quizá haya marchas y contramarchas. El peor trimestre -el segundo- pasó. Habrá que ver el ritmo de recuperación. Y en ello el gobierno tiene mucho para hacer. Por un lado, apuntalando la estructura empresarial existente pre COVID que se ha defendido como ha podido.

Como decía acertadamente hace una par de meses el empresario Carlos Lecueder, el año 2020 es el año de la supervivencia. Condicionado por la situación fiscal heredada, el gobierno dispuso de paquetes de ayuda. Quizá el más eficaz fue el seguro de paro parcial y algo de financiamiento de emergencia. Ahora hay medidas para el sector turístico. Pero ello no llegó a todas las empresas ni en forma suficiente. Para peor el crédito bancario a empresas y familias se contrajo en este período pandémico más aún de lo que venía ocurriendo desde el año pasado. Es difícil decir si esa contracción se debe a problemas de oferta o de demanda. Pero la caída del crédito es un mal síntoma y el gobierno debe poner toda la liquidez posible a disposición de empresas y familias.

La otra palanca, conocida de sobra, es agilizar todos los trámites para facilitar los proyectos de inversión, sobre todo de extranjeros. Son vitales para la reactivación sustentable y no un mero brote verde. Y aprovechar el gran status de Uruguay ahora que Chile entra en un gran cono de sombra mientras se redacta una nueva constitución que puede ser una verdadera caja de Pandora.

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