Phoebe Waller-Bridge, la nueva reina irreverente de la comedia que hay que conocer

Hugh Grant tiene entre sus antepasados a condes, marqueses, barones y políticos. Lo mismo con Kit Harington, Jon Snow en Game of Thrones. A Daniel Day-Lewis lo maltrataban en la escuela por ser “posh”, el equivalente inglés del “cheto” criollo. Kate Winslet, Ian McKellen y Benedict Cumberbatch son exalumnos de exclusivos colegios privados. Hay excepciones como Olivia Colman o Colin Firth, pero en su mayoría, los actores británicos son actores porque pueden. Porque más o menos tienen su vida resuelta.

Phoebe Waller-Bridge no es la excepción. Su familia procede del “gentry” británico, aristócratas sin títulos de nobleza pero con las tierras suficientes como para vivir de rentas. Pero los antepasados y la formación privada poco importan en este caso más que para demostrar que se ata a un molde. Porque lo cierto es que Waller-Bridge se ha convertido en una de las figuras más destacadas del universo actual de las series gracias a su talento y a un filoso sentido del humor.

Aunque emergió como actriz a comienzos de la década de 2010, el destaque le llegó cuando empezó a combinar ese rol con el de guionista, y posteriormente, el de productora.

Su obra magna (hasta ahora), es la serie Fleabag, que tuvo apenas dos temporadas. La primera es muy buena, la segunda es estratosférica. En ella interpreta a una mujer anónima – pero bautizada extraoficialmente con el título de la historia – que atraviesa un puñado de relaciones fracasadas, no solo románticas, sino también familiares y de amistad. Mirando a cámara de forma constante en el medio de sus diálogos, y cargada tanto de momentos hilarantes como patéticos, es una serie esencial de los últimos tiempos, con una protagonista evidentemente herida pero que busca, con sus peculiares herramientas, sobrevivir a todo.

Y Fleabag es también una gran exponente del humor británico, ese que se burla de las situaciones cotidianas, que es sarcástico y satírico, que no teme romper algunos tabúes (como un cura católico que se ve tentado a romper su voto de castidad) y se pasa algunos filtros por ahí donde no le da la luz.

La serie tiene su germen en un monólogo teatral homónimo, que Waller-Bridge presentó en el Festival Fringe de Edimburgo, uno de los eventos escénicos más importantes del mundo anglosajón. Es que como buena actriz británica, sus inicios fueron sobre las tablas. En esas producciones conoció a su socia habitual Vicky Jones, con quien ha colaborado de nuevo en su creación más reciente, Run. Pero de ella hablaremos en breve.

Fleabag se fue a Broadway, y la actriz consolidó su salto a Estados Unidos, y también a Hollywood, aportando su voz para uno de los robots de la saga Star Wars, aunque por lo demás ha evitado el cine. Donde sí ha mostrado más su rostro y su faceta de creadora fue en la televisión. En su tierra natal debutó como guionista con la serie Crashing, en la que también interpreta a uno de los seis veinteañeros que viven en un hospital abandonado bajo un régimen legal británico que consiste en recibir bajos alquileres a cambio de custodiar esas propiedades inusuales para evitar que en ellas se metan ocupas.

Con la adaptación de Fleabag entre ambas, su siguiente rol fue en la serie Killing Eve, que acaba de estrenar su tercera temporada. Aquí Waller-Bridge se dedica al trabajo detrás de escena: es guionista y productora ejecutiva (es decir, una de las que supervisa todo), y además ejerció como la responsable suprema de la primera temporada de esta saga que sigue a dos mujeres: una es una espía británica, la otra es una asesina a sueldo rusa. Las dos se cruzan y generan una obsesión mutua que desata una cacería internacional repleta de sangre, violencia y vestidos elegantes. Es menos brutal que Fleabag, pero mantiene la irreverencia y el costado socarrón que son ya marcas registradas de su estilo.

Quizás sea ese roce con el mundo del espionaje pero desde una perspectiva femenina el que haya llevado a que se contacten con ella desde la producción de la película más reciente de James Bond, Sin tiempo para morir, que se estrenará en noviembre luego de ser postergada por la pandemia de coronavirus, para que Waller-Bridge le dé un repaso al guion. El pedido vino de parte del propio 007, Daniel Craig, para que revise diálogos, desarrolle mejor a los personajes y agregue algo de humor a una saga que se hizo en parte célebre por algunos elementos machistas que era necesario pulir para el mundo actual.

Y luego vino Run. Su nueva colaboración con Jones, que es la creadora de la serie. Aquí Waller-Bridge ejerce de nuevo como productora ejecutiva y además actúa en uno de los roles secundarios de esta intrigante historia sobre una pareja de viejos amigos que abandonan de forma repentina sus vidas y se encuentran a bordo de un tren como parte de un pacto establecido años atrás por ambos.

En una entrevista con la revista Vogue, Waller-Bridge explicó que se hizo escritora durante los inicios de su carrera como actriz, cuando estaba frustrada por sus fallos en audiciones y castings. Ahí empezó a trabajar con Jones, con quien acabaría fundando una compañía teatral, y a desarrollar el oficio que la terminó llevando a firmar un acuerdo de US$ 20 millones con Amazon para crear contenido para su plataforma de streaming.

En ese mismo perfil, la británica cuenta que tiene en su casilla de mail un correo en borradores sin destinatario, en el que va soltando todas las ideas que tiene para seguir creando historias. Por ahora, la más prometedora es un guión cinematográfico que está desarrollando junto a su hermana mayor, y que puede marcar su desembarco en un formato que hasta ahora solo ha rozado.