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Política, inversiones, comercio y tecnología

Las relaciones con China y los frenos al dinero proveniente del gigante asiático

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21 de marzo de 2021 a las 05:00

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Tres ejemplos recientes ilustran sobre las complejidades que en la actualidad relacionan las consideraciones de orden político con la inversión extranjera, el comercio y la tecnología.

Al igual que Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea, también Australia está controlando a la inversión extranjera, en particular a la que proviene de China. El año pasado fue aprobada una legislación más estricta sobre el particular y en los últimos meses el gobierno se opuso a la compra por parte de capitales chinos de una empresa láctea, otra de construcción y puso en reconsideración la compra de un puerto.

Como consecuencia, en 2020 la inversión de China en Australia bajó más de 60% en comparación con el año anterior. Los casi US$ 800 millones de inversión se concentraron en inmuebles, minería e industria, en contraste con la amplia dispersión sectorial de los años anteriores. La baja es aún más importante teniendo en cuenta que durante el auge del precio de los commodities en la década pasada, Australia fue un importante receptor de la inversión proveniente de China, superando incluso a la que se dirigió a Estados Unidos.

A su vez, y en represalia por el pedido de Australia de iniciar una investigación internacional sobre el origen de la pandemia que afecta a la humanidad, el año pasado China impuso aranceles a la importación de varios bienes de este origen. Como consecuencia, la cebada, el vino, la carne vacuna y el carbón son algunos de los productos afectados directa o indirectamente por la guerra comercial entre ambos países.

Hasta ahora, el mineral de hierro, un producto que es clave tanto para la economía australiana como para la china, ha quedado al margen de este conflicto comercial. Es que Australia, que exporta alrededor del 50% de mineral de hierro que se comercializa en el mercado mundial, lo vende principalmente al país asiático. Por su parte, China compra el 70% de la producción mundial de esta materia prima para su industria del acero, de la que dos tercios provienen de Australia.

De todos modos, como consecuencia de las trabas comerciales dispuestas por China, el superávit comercial anual de Australia ha caído por debajo de US$ 1.500 millones, el menor nivel de los dos últimos años.

Otro ejemplo de interés es el de Francia, en tanto una decisión reciente de su gobierno muestra otra forma de relación entre la política y la inversión extranjera.

Hace algunas semanas, el gobierno francés se opuso a la venta del grupo Carrefour a la empresa canadiense Alimentation Couche-Tard por unos € 16.000 millones. Ello pese a que los canadienses se habían comprometido a cumplir con una inversión adicional de € 3.000 millones en cinco años y a mantener tanto la estabilidad de los empleos por dos años como la sede central en Francia.

De acuerdo a la ley, el gobierno puede revisar la compra de empresas francesas por parte de empresas extranjeras en sectores considerados estratégicos, tales como energía, agua y telecomunicaciones, a los que recientemente se agregó el de la seguridad alimentaria. Justamente, el argumento del gobierno fue que la transacción ponía en riesgo la seguridad alimentaria de Francia.

La definición del gobierno no fue muy consistente, teniendo en cuenta que Carrefour solo tiene el 20% del sector de supermercados y que hay otras empresas extranjeras que operan en el negocio. Por tanto, hay quienes opinan que la verdadera razón detrás de la negativa oficial fue la de no entregar un argumento a favor de la prédica nacionalista de la extrema derecha con vistas a la próxima elección presidencial.

En esta parte del mundo, un reciente acuerdo entre Ecuador y Estados Unidos aporta otro ejemplo de intervención política, en este caso tendiente a neutralizar la influencia financiera y tecnológica de China.

Pocos días antes del fin del gobierno de Donald Trump, Ecuador firmó un acuerdo con la International Development Finance Corporation (DFC) de Estados Unidos por el que esta se comprometió a comprar activos relacionados con el petróleo y la infraestructura, en el entendido de que Ecuador usará los ingresos correspondientes para saldar sus deudas con China.

El acuerdo también obliga a Ecuador a cumplir con la iniciativa denominada Clean Network, que busca excluir la contratación de servicios de telecomunicaciones y proveedores de equipos de origen chino para la construcción de las redes móviles 5G de alta velocidad.

Al igual que en el caso de Australia, el acuerdo podría tener consecuencias no deseadas sobre el sector exportador de Ecuador, teniendo en cuenta que China se ha vuelto de a poco en el principal mercado para sus exportaciones.

Ecuador fue tradicionalmente un exportador de producción primaria a Estados Unidos y Europa, pero en los últimos años las ventas a China pasaron de un 3,9% del total en 2015 a un 15,8% el año pasado. China compra una variedad de bienes como petróleo, langostinos, bananas, flores, cacao y madera. El año pasado, pese a la pandemia, estas exportaciones crecieron más de  10%.

En particular, Ecuador es ahora el principal exportador de langostinos del mundo, con unas 676.000 toneladas por US$ 3.600 millones. Después del petróleo, los langostinos son el segundo rubro en importancia en sus exportaciones, y la mitad va para China.

De todos modos, bien podría ocurrir que el nuevo gobierno que surja de la próxima elección, a dirimirse entre dos candidatos de ideas muy distintas, disponga la revisión de este acuerdo con la DFC.

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