Laura y Luis, papás de Candelaria.

Nacional > 30 horas

¿Por qué Candelaria murió al nacer? El pedido de cesárea, un parto que se complicó y las explicaciones que reclaman los padres

La bebé murió a la media hora de nacer por asfixia, la familia realizó una denuncia penal por homicidio culposo y la institución médica cursa una investigación administrativa con un médico y una enfermera separados del cargo mientras dura el proceso
Tiempo de lectura: -'
14 de mayo de 2023 a las 05:00

Cuando una madre llega al hospital para tener a su hijo sabe que, cuando haga el camino inverso, el mundo va a ser otro. En su mente sabe que vendrán horas de dolor, pero imagina que va a salir con su bebé de ahí y eso va a hacer que el desgarro, el corte, la cirugía, el llanto, el cansancio apenas tengan lugar en su mente.

Hasta que un goteo imperceptible, hora a hora, puede romperlo todo.

Las 30 horas en las que la ilusión de Laura Glattli y Luis Sosa se partió contra el piso empezaron a correr la tarde del 23 de febrero. 

En la Asociación Española, la institución que atendió el embarazo y el parto –y donde la madre es funcionaria– hay una investigación administrativa en curso por este caso. Según supo El Observador, hay dos personas separadas del cargo de forma preventiva: el ginecólogo que atendió el parto y una enfermera.

Entraron a la mutualista acompañados de Eduardo, el abuelo de Candelaria. En la casa había quedado una obra a medio hacer para que la bebé tuviera su propio cuarto. Se metieron en un préstamo para la llegada de la mimada de la familia: el primer embarazo, la primera hija, la primera nieta.

—Quédate tranquila, negra, mejor que acá no vas a estar —intentó calmar a su nuera Eduardo, que ya empezaba a sentirse ansiosa por las horas que venían. Filmaron la entrada a la maternidad. Se sacaron fotos con la familia. Las últimas antes de.

Los padres de Candelaria en la puerta de la mutualista, antes de entrar para tenerla.

Candelaria venía preciosa: 3,800 kg. En el último control, en la semana 40 y 3 días. Las ecografías daban todo bien. Hisopado, bien. Exámenes de sangre, bien. Presión, 14/8: alta.

—Vamos a inducirte —le dijo la doctora en la puerta de emergencia. 

Quedó internada, pero como ya era de noche y en las noches no se inducen partos, el proceso empezó recién al día siguiente.

El primer paso era el misoprostol, para acortar el cuello del útero y que Candelaria pudiera nacer de manera natural.

A las 10 de la mañana la enfermera le dijo a Glattli que le va a administrar el último cuarto de la medicación.

—No, no es el último, todavía no recibí el primero —le aclaró, nerviosa, Glattli.

Entonces empezaron las primeras contracciones. Después de las 15 horas recibió, ahora sí, la última dosis y el dolor se hizo cada vez más intenso. Ella sabía que eso era parte. Las primeras horas se las pasó caminando por el pasillo del hospital, porque así se lo había recomendado el médico: le dijo que no se quedara acostada, que eso no ayudaba al proceso.

La llaman desde la habitación, que iban a darle un inyectable.

—¿Para qué es?

—Para madurar los pulmones, corticoides.

—Pero yo estoy a término.

Se lo inyectaron por error. La historia clínica, a la que accedió El Observador, habla de que se le dio 6 miligramos de corodex “accidentalmente”. Se presentó la nurse.

—Nos equivocamos de medicamentos, yo me hago responsable, quédense tranquilos que no va a pasar nada.

No se quedaron tranquilos.

—¿Estás segura de que no va a pasar nada?

—No, quedate tranquila.

Uno de los efectos secundarios del corodex es un aumento en la presión arterial. Glattli ya la tenía alta. Pero siguió caminando. No va a pasar nada, no va a pasar nada, no va a pasar nada, se repetía.

A las ocho de la noche los dolores de las contracciones cada diez minutos eran tan fuertes que Glattli no aguantaba. Cuando apareció la doctora de guardia, acompañada de una estudiante que hacía la residencia, la mamá de Candelaria se lo comentó. Le dijo que no se sentía bien, que estaba muy dolorida.

—Todas parieron y a ninguna le pasó nada —le dijo la estudiante, en lo que pudo ser un intento de animarla.

Esta versión es la que repiten, una y otra vez, los padres de Candelaria. La institución se remitió a informar sobre la investigación administrativa.

Con la madrugada empezó el terror. El dolor era tan intenso que Glattli pedía a gritos que la atendieran, porque ya no soportaba. Que le hicieran cesárea. La pareja hizo ese pedido tres veces.

Las enfermeras la mandaban acostarse. Estuvo bajo la ducha con agua caliente 40 minutos. Eso apenas le calmaba. Cuando salía del agua, el dolor era peor.

Así pasó las primeras 17 horas desde que empezó la inducción, con apenas un centímetro de dilatación.

Le dieron la analgesia del parto. Eso calmó un poco.

—Ya te van a venir a buscar —intentaba tranquilizarla una enfermera.

Cuando ya habían pasado 19 horas desde el inicio del proceso, pasó a una sala de nacer.

En determinado momento de la madrugada, Glattli dejó de sentir a Candelaria.

—No se mueve —dijo, preocupada. Era una bebé grande, para ella era raro no sentirla.

—Debe estar durmiendo —le contestó una partera. De todos modos monitoreó a Candelaria. Los latidos daban bien.

El dolor que sentía Glattli era insoportable.

—¿Vos orinaste? —preguntó la partera, intentando buscar qué pasaba.

—No.

—¿Desde cuándo?

—Desde que entramos

—¿Cómo que no orinaste desde que entraste?

Glattli ya había avisado unas horas antes que no había podido ir al baño. Le pusieron una sonda y empezó a liberar todo el líquido que le estaba provocando parte de ese dolor. 

Después de la sonda se sintió mejor. Tenía sed y pidió agua, pero no se acuerda si tomó. Pasaron más de 25 horas y la noción de si era de día o era de noche a los dos se les había borrado.

La partera les recomendó a Glattli y a Sosa descansar: en unas horas más ya iban a estar con su bebé.

Abajo, la familia esperaba. Damián, el tío. Las abuelas de sangre y una abuela del corazón. El abuelo paterno. Les mandaban fotos para hacerles saber que estaban ahí, también ansiosos.

La familia esperando afuera de la mutualista.

Los médicos rompieron la bolsa, analizaron el líquido amniótico y estaba bien. La bebé venía perfecta. Le monitorearon los latidos dos veces más. En el último, a Glattli le pareció que estaban bajando, pero no preguntó.

Empezaron a administrarle oxitocina, para acelerar el proceso del parto.

—¿Cuánto le doy? —preguntó una enfermera.

—Metele, metele, metele —otra mujer la guiaba.

—¿Tanto?

—Dale, pero metele más.

Con los 10 centímetros de dilatación empezó a pujar. Glattli sentía que no le daba la fuerza. Los partos inducidos siempre duelen más.

—¡Sáquenla, no puedo más!

—Padre, ¡mire la cabecita de su nena!

—¡Tiene más pelo que yo! —comentó Sosa. La primera y única broma que se permitió en 29 horas.

Candelaria, la bebé que se estimaba en 3,800 kilos, no salía. Ya habían pasado 30 horas y la madre, por momentos, perdía la noción. Los médicos se ayudaron del fórceps para sacarla.

Candelaria nació a las 16.30 del 24 de febrero.

No lloró.

La bebé estuvo, inmóvil, sin reacción, en el pecho de Glattli. Fueron apenas unos segundos. No tenía reflejos. El examen apgar, que evalúa la evolución del bebé en una escala del 0 al 10, a Candelaria le dio entre 0 y 1 en los primeros cinco minutos de nacida.

Laura miraba desde la cama, acostada, intentando entender, mientras el doctor le cerraba el corte de la episiotomía. Los chats de Whatsapp explotaban: ¿y, nació?

—Salvámela, por favor, te doy plata, lo que sea, salvámela —gritaba Luis después de ver cómo los médicos maniobraban para intentar que Candelaria les devolviera latidos.

—Padre, la bebé está muy, muy, muy, complicada.

Se la llevaron a la incubadora.

La partera le preguntó a Glattli si no quería acariciarle la cabecita. No llegó a agarrarle la mano.

A las 5 de la tarde escucharon eso que no querían escuchar.

El debate sobre la atención y si la muerte de Candelaria era evitable

Las 30 horas desde el primer cuarto del misoprostol hasta el nacimiento de Candelaria fueron para los padres y la familia una eternidad, un exceso innecesario que, de evitarlo con una cesárea a tiempo, su hija hoy estaría con ellos.

Pero también puede estar dentro de un proceso normal. Según consultó El Observador con especialistas en ginecología ajenas a este caso, para valorar si el paso del tiempo fue excesivo habría que analizar cuánto duró el preparto, cuánto fue el trabajo de parto en sí, cuánto tiempo demoró la dilatación hasta llegar a los 10 centímetros necesarios para que un bebé nazca de manera natural.

La autopsia dio que Candelaria murió por asfixia por meconio. El Síndrome de Aspiración de Meconio (SAM) puede darse tanto en las horas previas al nacimiento como en el parto, y lo que lo provoca es el sufrimiento fetal en algún momento del proceso. Incluso para los médicos es difícil de explicar por qué se da: puede aparecer en los embarazos que están pasados de tiempo –van más allá de las 40 semanas– o porque el bebé deja de recibir oxígeno suficiente. El control y el monitoreo de los especialistas es lo que ayuda a prevenirlo y actuar ante las primeras señales.

La cesárea no siempre evita la asfixia por meconio. Puede pasar que al momento de la operación el feto ya hubiese ingerido el líquido amniótico meconial. Depende del momento en que se da el sufrimiento fetal y en el momento en que se da la cesárea.

Laura Glattli y Luis Sosa la pidieron al menos 12 horas antes de que Candelaria naciera. En la historia clínica se registra que a la 01:24 de la madrugada la paciente llamó a la enfermería por dolor intenso. “Refier no tolerar dolor, Avisa a op (sic)”, especifica, en referencia a la doctora de guardia.

A las 04:49 registra: "Paciente muy dolorida, 3 - 4 contracciones en 10 minutos (...) usuaria refiere que no tolera el dolor y solicita que se le realice una cesárea. Se informa a la doctora del planteo de la paciente. Pasa a sala de nacer. Se avisa a anestesista".

La historia clínica también muestra alguna contradicción con respecto al relato de Glattli y Sosa. Por ejemplo, dice que una de las doctoras de guardia las visitó en determinado momento, cuando para los padres de Candelaria eso no sucedió.

El parto se complicó al punto que los especialistas tuvieron que usar el fórceps, un instrumento que tiene mala prensa –y que las familias suelen ver como un mal augurio– pero que en Uruguay se usa por debajo de la media recomendada. De hecho, para los médicos es un recurso necesario en determinados momentos.

Cualquier posible explicación, incluso si la hubiera, sería insuficiente para una padre y un padre que esperaba irse con su bebé en brazos y en cambio tiene que lidiar con un posparto al tiempo que prepara el entierro de su hija. Lo que sí recuerdan todos los familiares que estaban esperando –Laura y Luis, los papás; Damian, el tío; Gloria, Sonia y Carmen, las abuelas; Eduardo y Gustavo, los abuelos; Lucas, el primo– es que uno de los neonatólogos, que llegó en compañía de otros trabajadores, les recomendó googlear en busca de más información sobre por qué había muerto la bebé.

“El sufrimiento fetal ella lo sufrió ahí, en la institución médica. Todo el estrés, todo el sufrimiento del parto afectó a la bebé. La falta de un médico cuando lo pedí, falta de asistencia, medicación mal dada, no fui controlada lo suficiente, el sufrimiento cada vez mayor. Pasó ahí, y nosotros queremos una respuesta cuerda. Asfixia por meconio, ¿qué lo provocó? Nunca me escucharon”, reclama Glattli.

Lo que pasó después de la muerte de Candelaria

La primera decisión que tuvieron que tomar los padres de Candelaria fue si realmente querían hacerle una autopsia para saber por qué había muerto. Los médicos le sugirieron que era muy cara, que a la bebé iban a tener que abrirla toda, que ya estaban ante un momento doloroso y podía ser removedor.

—No quiero que la toquen más —sentenció Sosa.

Después la familia convenció a los padres de que lo hicieran, que no podían quedarse con esa duda. Entonces, la mutualista se ofreció a hacerse cargo del costo.

Sin embargo, ahora está en manos del Instituto Técnico Forense. La familia denunció la muerte de Candelaria ante la seccional 5° y el caso está a cargo de la fiscal de flagrancia del 13° turno, Andrea Fuentes. Nicolás Pereyra, el abogado que representa a la familia y que se especializa en casos de mala praxis médica, dijo a El Observador que la denuncia fue por homicidio culposo contra el médico que atendió el parto, aunque también señala al cuerpo médico que atendió todo el proceso desde la internación. La Fiscalía confiscó la historia clínica enseguida de la denuncia y ahora espera dos estudios del ITF: uno toxicológico y otro de anatomía patológica. Una vez que estén prontos –que pueden demorar unos meses– le seguirán las indagatorias.

La ropa de recién nacida se la pusieron igual, porque cada prenda había sido elegida por algo: el conjunto de hilo de lana, blanco con florcitas y la babucha de coral venía de parte del abuelo, el pelele, la batita era de parte de la abuela, el gorrito, de la madre. El body lo mandó la tía.

Cuando la prepararon para llevarla a la funeraria, los papás pidieron sus huellas y se las tatuaron, los dos, en el brazo.

Ahora conviven con que, a dos meses y medio del infierno, todavía reciben mensajes que, con inocencia, les dan felicitaciones, que la gordita cómo se está portando, que tengo el regalito para Candelaria, pasá cuando quieras.

En la casa está todavía la cuna que le regalaron a Sosa en el trabajo, la ropa de ella, el oso gigante que le había regalado el tío Damián y al que se abrazaron las primeras noches sin Candelaria. Hace un tiempo, Laura le dio a su mamá uno de los chupetes con el que la esperaba. Después la culpa de desprenderse hizo que se arrepintiera. Pero no se lo pidió.

A veces van al Cementerio del Buceo y se quedan unas horas ahí. Porque aunque parece que después de unos meses uno empieza a entender, por momentos parece que no. Y que dónde está. Y vuelven a hacerse las mismas preguntas de todos los días desde el 24 de febrero a las cinco de la tarde.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...