Por qué Vladimir Putin tiene a Ucrania en la mira

La nostalgia histórica del presidente ruso y su miedo a la democracia están impulsando una nueva crisis

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09 de diciembre de 2021 a las 17:14

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Gideon Rachman

Cuando Vladimir Putin habla de Ucrania suena como un marido despechado y abusivo. Un ensayo de 5,000 palabras que el presidente ruso publicó en julio, titulado "Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos", está lleno de declaraciones de amor eterno por los ucranianos, combinadas con amenazas de violencia si el amor no es correspondido. A los ucranianos se les describe de diversas maneras que van desde hermanos de sangre de los rusos hasta neonazis.

Vladimir Zelensky, el presidente de Ucrania, dijo con tono de broma que Putin debe tener mucho tiempo libre para poder escribir un artículo tan largo. Pero el contenido del ensayo de Putin parece cada vez más alarmante cuando se lee tomando en cuenta los obvios preparativos en Moscú para una invasión de Ucrania. Actualmente hay cerca de 90.000 soldados rusos, así como tanques y artillería, desplegados cerca de la frontera ucraniana. La semana pasada, Putin pronunció un amenazante discurso, advirtiéndole al Occidente que no cruzara las "líneas rojas" de Rusia.

Funcionarios de la administración Biden han informado que Rusia está planeando una invasión de Ucrania "tan pronto como a principios de 2022". Los legisladores de Washington y de Londres temen que estos planes de guerra muestran que existe una genuina intención agresiva en el Kremlin y que viene de arriba.

En busca de las fuentes de la conducta rusa, los funcionarios occidentales han apuntado hacia la pieza de julio escrita por Putin, la cual se considera una auténtica expresión de sus opiniones más profundamente arraigadas. En ella enfatizó los lazos históricos, lingüísticos, étnicos y religiosos que unen a Rusia y Ucrania. Putin señaló que estos lazos preceden a la Unión Soviética. Efectivamente, Putin, a quien a menudo se le acusa de sentir nostalgia por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), condenó a los dirigentes soviéticos que pusieron una "peligrosísima bomba de tiempo" bajo los lazos entre Rusia y Ucrania al concederle a cualquier parte de la URSS el derecho a separarse de la Unión. "A Rusia la han robado, de hecho", afirmó enojadamente el presidente.

Putin ha insistido en que Ucrania es un Estado fallido que está siendo engañado por extranjeros confabuladores. Es aquí donde su argumento toma un giro verdaderamente alarmante. Ha sugerido que Occidente está jugando un "peligroso juego geopolítico", y que tiene la intención de utilizar a Ucrania como un "trampolín para ir en contra Rusia". Este argumento claramente pudiera utilizarse para presentar una invasión rusa de Ucrania como de naturaleza defensiva.

Para evitar un conflicto, los rusos están exigiendo una garantía explícita de que Ucrania nunca formará parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Es probable que esa exigencia haya sido de suma importancia durante la conversación entre Putin y Biden de esta semana, como incluso reconoció el presidente de EEUU.

La demanda de Moscú parece algo que Washington pudiera considerar. La realidad es que Ucrania está muy lejos de unirse a la OTAN. Hacer explícita esa realidad puede no parecer una concesión tan trascendental, especialmente si puede evitar un conflicto.

Pero existen dos razones por las que EEUU y sus aliados de la OTAN serán muy reacios a hacer ese trato. La primera es una cuestión de principios: Ucrania es una nación soberana, y debería poder tomar sus propias decisiones sin que las grandes potencias hagan tratos que la dejan de lado.

La segunda preocupación es prudencial. Darle a Rusia lo que quiere, ¿realmente acabaría con la posibilidad de una guerra? La lógica de la carta de amor y odio de Putin es que la independencia de Ucrania, en sí, es una abominación, una anomalía histórica que hay que revertir. Si se hace una concesión ahora, Putin pudiera pasar a la siguiente demanda. Rusia ya se anexionó Crimea, parte de Ucrania, en 2014, y también exige un veto sobre aspectos de su política interna.

La furia de Putin en relación con Ucrania parece ser algo más que lograr el reconocimiento de una "esfera de influencia" rusa. El contraste con su actitud relativamente relajada hacia Kazajistán es instructivo. Al igual que Ucrania, Kazajistán formaba parte del imperio ruso y luego de la Unión Soviética, antes de convertirse en un Estado independiente.

Putin ha intentado reconstruir la influencia de Moscú en Asia Central mediante la formación de una Unión Económica Euroasiática (UEE), la cual incluye a Kazajistán. Pero las ambiciones de Moscú han chocado con las de Beijing. En 2013, Xi Jinping, el presidente chino, anunció la "Iniciativa de la Franja y la Ruta" de China en la capital kazaja. Kazajistán comercia ahora mucho más con China que con Rusia. Aunque algunos miembros del partido Rusia Unida de Putin siguen reivindicando el norte de Kazajistán, el hecho de que esta antigua república soviética se esté saliendo de la zona de influencia de Moscú no ha encontrado mucha resistencia por parte del Kremlin.

Los rusos argumentarían que la diferencia es que Kazajistán no ha cultivado lazos de defensa con China. Pero el creciente acercamiento entre Kazajistán y China tiene claras implicaciones de seguridad.

La verdadera diferencia entre Kazajistán y Ucrania puede ser que Kazajistán no muestra ninguna señal de que vaya a convertirse en una democracia. Ucrania, por el contrario, sistemáticamente se ha resistido a los esfuerzos por instaurar un régimen autoritario del tipo que Putin ha instalado en Rusia. El sistema ucraniano es corrupto y disfuncional en muchos aspectos. Pero el país tiene elecciones que no conducen a un inevitable resultado y una vibrante sociedad civil.

Como bien ha señalado Putin, Ucrania y Rusia están estrechamente vinculados por la historia y la cultura. Así es que el hecho de que Ucrania haya tomado un camino político diferente al de Rusia plantea incómodas cuestiones para el Kremlin, al que le gusta argumentar que el "liberalismo occidental" es completamente inadecuado para Rusia. Tal vez ésa sea la verdadera razón por la que Ucrania despierta tanta furia en Putin. Contener esa furia, mediante la amenaza de masivas sanciones económicas, de repente es el reto más urgente al que se enfrenta la alianza occidental.

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