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Puja por el liderazgo tecnológico mundial, un resultado irreversible

Trump continúa la escalada de la guerra comercial para frenar el avance de China
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24 de mayo de 2019 a las 05:02

Si hay algo que ha caracterizado la política exterior de Estados Unidos bajo el mando del presidente Donald Trump, es su imprevisibilidad. Más allá de que muchas de sus acciones en política internacional fueron adelantadas en el marco de su campaña electoral, los analistas de diversas partes del planeta no han podido encontrar un determinado patrón en sus acciones. 

En las últimas semanas desplegó nuevos embates contra China, pero también contra la Unión Europea, México y Canadá. Como se recordará, Estados Unidos desató una guerra comercial cuando aplicó aranceles al aluminio y al acero, medida que intentó justificar con argumentos jurídicos muy endebles en el ámbito de la OMC y generó una inmediata reacción de las economías que exportan dicho producto a la principal potencia mundial.  La reacción contra dicha política, no solo fue de sus socios económicos, sino también de las propias corporaciones estadounidenses que utilizan dichos productos como insumos intermedios, caso de los fabricantes de motores que vieron encarecida su materia prima principal, lo que tiene efectos directos en la competitividad de los bienes producidos en el país. Este fenómeno se repite en muchos otros casos, ya que Estados Unidos no tiene la capacidad de sustituir con producción nacional, el enorme caudal de importaciones de bienes intermedios y finales. 

Una vez concretada la mencionada suba de aranceles, China aplicó contramedidas elevando las tarifas a cientos de productos importados desde Estados Unidos, lo que generó nuevas subas arancelarias de este último país y así una reacción en cadena. Luego de meses de negociaciones, en las últimas semanas el optimismo aumentó de forma creciente, ya que todo indicaba un pronto cierre del acuerdo entre las dos principales economías mundiales. De hecho, China había dado señales claras de que cedería frente a muchas de las demandas de Estados Unidos, en cuanto a transferencia tecnológica, propiedad intelectual y otras restricciones a las inversiones, lo que fue confirmado con la aprobación de una nueva Ley de Inversiones.  Días previos al cierre del acuerdo y vía Twitter, el presidente Trump anunció que el mismo no solo no se cerraría esa semana, sino que confirmó la suba de aranceles del 10% al 25%, lo que llevaría a que cerca de US$ 350.000 millones de importaciones procedentes de China, pasarían a estar gravadas con elevadas tasas. Naturalmente las reacciones no se hicieron esperar, ya que China anunció que aplicará aranceles contra las importaciones estadounidenses a partir del primero de junio, por un valor cercano a los US$ 50.000 millones. 

Esta nueva etapa de las confrontaciones desató una baja generalizada de las bolsas y del precio de algunos productos agrícolas como la soja (ya que se espera que China aumente los aranceles de este producto proveniente de Estados Unidos). En este último caso, la baja también se explica por las estimaciones sobre las existencias de soja publicadas por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
En ese contexto Trump eleva la apuesta y ataca a la empresa china Huawei, principal competidora de Apple y la que será líder en ventas mundiales de teléfonos inteligentes en el futuro próximo, además de liderar la tecnología 5G. En este caso, alega que a través de dicha empresa, el gobierno chino puede realizar espionaje.  El gobierno estadounidense anunció que prohibirá el uso de aparatos de telecomunicaciones de esta compañía en su territorio, lo que una vez más, afecta a sus propias empresas y consumidores, ya que Google y Huawei son socios como también lo es la propia Apple y China, ya que sus teléfonos se terminan de producir en ese país.

Si bien el epicentro de la guerra comercial está en China, también amenaza a la Unión Europea y Japón por la posible aplicación de aranceles a los vehículos, una medida que tendría enormes impactos económicos y abriría otro nuevo capítulo de la guerra comercial. En el caso de sus vecinos del norte, para presionar la puesta en vigencia del T-MEC, recientemente impuso aranceles a los tomates importados desde México, lo que golpea a los exportadores mexicanos que colocan nada menos que US$ 2.000 millones de este bien por año en su mercado vecino. 

En medio de una escalada de tensiones y con la imprevisibilidad que lo caracteriza, Trump decide dar un respiro eliminando los aranceles al acero y aluminio que afectaban a México y Canadá, mientras que posterga por 60 días los aranceles a los vehículos provenientes de la Unión Europea y Japón. Con respecto a China, si bien se espera un encuentro entre Trump y Xi Jinping en la reunión del G20 en Japón, Estados Unidos continuará haciendo esfuerzos para evitar lo que parece un resultado irreversible. 

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