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24 de marzo 2024 - 5:00hs

Los beneficios del grado inversor

La condición de grado inversor es un respaldo importante al momento de buscar financiamiento en los mercados de capitales y permite acceso a préstamos con costos de endeudamiento más bajos para el gobierno y las empresas.

El endeudarse más barato implica una menor carga de intereses de deuda y permite liberar recursos hacia otros fines como puede ser gasto público social o inversión.  Y es también un medio para continuar mejorando la percepción externa del país como destino atractivo para la inversión extranjera directa y la generación de empleo.

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La trayectoria de la nota uruguaya deja ver que los movimientos  de las calificaciones suelen ser graduales y no ocurre que un país cambie de categoría en poco tiempo. Para esto se necesita transitar un largo trecho. De todas formas,  vale preguntarse ¿qué camino tiene que seguir Uruguay para poder pensar  a futuro en ser A-?,  ¿qué cosas debe mantener o qué reformas debería abordar o profundizar?

El Observador

“Un talón de Aquiles por atacar”

El economista de KPMG, Marcelo Sibille, explico a El Observador que para poder seguir mejorando la calificación crediticia es importante entender cuáles son los factores que contemplan las calificadoras en su análisis.

Básicamente hay tres pilares: la fortaleza económica, la fortaleza institucional y la fortaleza fiscal. Sibille afirmó que Uruguay está muy bien calificado en lo institucional, y ha mejorado en el aspecto fiscal, no tanto por la reducción del déficit y la deuda pública, sino por la nueva institucionalidad fiscal y la reforma previsional que mejoran el perfil de las finanzas públicas en el mediano y largo plazo.

Pero, según dijo,  el pilar de la fortaleza económica está más rezagado, fundamentalmente por la baja tasa de crecimiento promedio en los últimos 10 años. “Por tanto, una reducción de la relación deuda/producto y una mejora permanente en la tasa de crecimiento pavimentarían el camino para aspirar a un A- en el futuro”, afirmó.

“Hay que profundizar las políticas que promuevan un mayor crecimiento de largo plazo. Para eso hay que lograr mejoras de productividad y mayores tasas de inversión. Un talón de Aquiles que se debe atacar son los elevados costos que afectan la competitividad y retraen el crecimiento, lo cual no se arregla con devaluación nominal de la moneda, sino con reformas microeconómicas de largo plazo y equilibrio fiscal. Profundizar la política comercial con apertura de nuevos mercados es otro elemento que contribuiría mejorar el perfil del crecimiento”, dijo Sibille.

“Mejor salud financiera y económica”

Por su parte, el gerente de inversiones en banca persona de HSBC, Carlos Saccone, afirmó  a El Observador que llegar a tener la calificación A “sería un gran salto” para Uruguay que se uniría  a Chile en calificación de riesgo de crédito.  En el grupo de los "A" la capacidad de honrar compromisos finanancieros es "fuerte" a diferencia del grupo "BBB" donde es "adecuada". 

Saccone marcó cinco temas que ayudarían.  En primer lugar destacó el hecho de mantener la ley de reforma de la seguridad social aprobada en 2023.  Como segundo punto mencionó la “profundización y desarrollo de verdad” del mercado de capitales para que empresas locales tengan fuentes alternativas de financiamiento y bajen costos. Esto sirve para darle impulso al crecimiento económico.

Como tercer punto mencionó la necesidad de una mayor apertura comercial mediante tratados de libre comercio y /o adhesión al Acuerdo Transpacífico (CPTPP),por ejemplo.  Esto reduce vulnerabilidades al diversificar destinos comerciales, explicó.

Otro elemento de importancia, según dijo, es darle continuidad a la iniciativa de desdolarización doméstica que promueve la gestión actual del Banco Central del Uruguay. Y no menos importante, es que el déficit fiscal continúe controlado y que reduzca. En definitiva “una mejor salud financiera y económica del país seguramente tenga como consecuencia una mejora en la calificación crediticia en los próximos años”, expresó.

Regla fiscal, política monetaria y reformas estructurales

El economista del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), Ignacio Umpiérrez, subrayó  que hay “avances” que deben mantenerse, como la reforma de la seguridad social, y otros temas que deben “seguir mejorando”.

Por ejemplo  mencionó la necesidad de “fortalecer” la regla fiscal. “Como cuestión de fondo, el siguiente paso es plantearse cuál sería el nivel de superávit estructural primario necesario para tener una deuda sobre PIB de mediano plazo estable o incluso más baja, y a su vez, cuál sería la velocidad para converger hacia ese objetivo. También, sería deseable plantearse un nivel de deuda prudente, sobre el cual sea mejor alejarse”, afirmó  a El Observador.

Con relación a  la política monetaria, marcó como relevante dar un paso adicional hacia un objetivo de inflación más alineado al estándar internacional (en torno al 3%), que apuntale el desarrollo de los mercados financieros en moneda local y reduzca la dolarización. Además, avanzar en la autonomía e independencia del Banco Central y consolidar el régimen de flotación cambiaria.

Por otro lado, Umpiérrez afirmó que Uruguay “se debe” un conjunto de reformas estructurales que le permitan alcanzar un mayor crecimiento potencial. Para eso, según dijo, es clave una agenda de apertura unilateral, con acciones que Uruguay podría encarar sin tocar la puerta en el Mercosur (liberalización de importaciones en mercados protegidos, mayores acuerdos de inversiones con terceros países, en particular Asia y Medio Oriente, la adhesión al TCP y TPP y la mayor promoción en la exportación de servicios.

A eso se suma una agenda pro competencia, que disminuya costos productivos, simplifique procesos burocráticos y reduzca el costo de vida en muchos bienes y servicios (mejorando eficiencia del sector público y mercados no transables, eliminando políticas públicas regresivas, promoviendo mayor competencia en mercados transables). El economista también mencionó una reforma laboral que reconozca heterogeneidades, actualice categorías y promueva sistemas de retribución variable, entre otros.

 “Esas reformas y objetivos a profundizar deberían formar parte de la próxima Ley de Presupuesto 2025-2029 con la nueva administración que asuma el 1° de marzo. En estos casos, la mayoría de las veces las políticas de Estado se originan sin consenso, y luego por su éxito, trascienden. Creo será el caso de los avances en lo fiscal, monetario y de seguridad social.”, dijo Umpiérrez. 

Tres escalones por encima del mínimo

Por otro lado, una columna escrita por el economista Aldo Lema donde enumera los fundamentos, beneficios y desafíos del grado inversor, menciona que es necesario preservar las calificaciones crediticias actuales, y que sería deseable llevarlas a la parte baja del tramo de las notas A.
Esto “para disponer de mayores holguras ante shocks adversos o agudos deterioros cíclicos que pudieran venir en los próximos años. Si Uruguay fuera A- estaría tres escalones por encima del mínimo de grado inversor (BBB-), lo cual no solo potencia los beneficios, sino que tendría mayores márgenes de reacción ante eventos o ciclos muy adversos”, escribió Lema en su blog.
“Podría bajar uno o dos escalones, sin la amenaza cercana de perder el grado inversor, ni la necesidad de sobreajustes rápidos y costosos. Si como política de Estado fue posible mantener el grado inversor, menos difícil debería ser lograr esas holguras”, añadió.
Temas:

Grado inversor de Uruguay Moody's Fitch Ratings S&P Rating Member

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