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29 de marzo 2024 - 5:04hs

Uruguay alcanzó días atrás su mejor calificación crediticia cuando la agencia Moody´s elevó su nota a Baa1, dos escalones por encima del grado de inversión. Ahora, las tres principales agencias que lo evalúan lo ubican en simultáneo en esa posición, la mejor de su historia. El grado de inversión para un país que apela al financiamiento local y externo es palabra mayor. En esta entrega de “En Suma”, te propongo conversar sobre su importancia, qué implicó perderlo en 2002, cuáles fueron las claves para recuperarlo diez años después y qué valoran hoy las agencias.
Grado inversor: la joya de la corona y el necesario pase de posta

Las calificadoras de riesgo soberano le dicen al mercado qué capacidad de cumplimiento tiene un país de sus compromisos de deuda. Para evaluarlo apelan a dos grandes categorías: grado inversor –que va desde una “adecuada” a una “máxima” capacidad de pago– y grado especulativo –que va desde una “probable pero incierta” capacidad de pago hasta la “insolvencia” o el “default”–. En cada categoría son diez escalones o notas.  

Se comporta como un “sello de garantía” para los inversores, que buscan siempre acortar el margen de incertidumbre y riesgo antes de poner las fichas sobre el paño. De hecho, por ejemplo, los fondos de inversión requieren que al menos dos calificadoras otorguen a un soberano una nota en la zona de grado inversor para poder financiarlo. Lo que está en juego es la confianza y la credibilidad. 

Uruguay comenzó a ser evaluado por las agencias en la década de 1990 y la crisis económica y financiera de 2002 llevó su calificación al peor escenario. Ese verano perdió el grado de inversión ante una relación deuda/PIB inconveniente, con un tipo de cambio al alza y una actividad económica más que comprometida. 
El impacto de perder el grado inversor se evidencia, primero, en la afectación del acceso al mercado para financiamiento –te miran de reojo– y, segundo, en su encarecimiento –si van a prestarte dinero pese al riesgo, querrán cobrarte más– lo que redunda en mayores tasas de interés. Nuevamente: confianza y credibilidad. Pero el efecto derrame es mayor: tarde o temprano el Estado tendrá menos plata disponible (o será más caro acceder a ella) para escuelas, salud, carreteras; etc, lo que al final de la cadena afectará el bienestar de las personas, los ciudadanos.

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Por todo esto, la gestión de la deuda pública ha sido un asunto serio para el Ministerio de Economía, especialmente después del cimbronazo de la crisis, pese a que recién en diciembre de 2005, con un decreto firmado por el presidente Tabaré Vázquez, se formalizó lo que hoy se conoce como la Unidad de
Gestión de Deuda Pública (UGD). La actual ministra de Economía, Azucena Arbeleche, fue asesora desde sus inicios y posteriormente su directora, entre 2011 y 2014.

Tras perder el grado inversor, Uruguay fue recuperando posiciones a lo largo de los años, pero el camino fue largo: recién una década más tarde, en abril de 2012, la agencia Standard and Poor´s fue la primera en retornárselo, reconociendo buenas perspectivas de crecimiento y mejores resultados fiscales, además de destacar una política económica prudente y respaldada por un amplio consenso político. Así lo cuenta el economista Rodrigo Saráchaga, fundador de Personal Sherpa, en la nota “A diez años de recuperar el grado inversor” para ladiaria, que recomiendo leer. 

Pero el reconocimiento llegaba tarde y de forma explícita lo reclamaba el entonces ministro de Economía, Fernando Lorenzo, que en conferencias locales e internacionales directamente les espetaba a las calificadoras –que venían golpeadas por su miopía ante la crisis hipotecaria de 2008 en Estados Unidos– que el mercado financiero ya le había reconocido a Uruguay el grado inversor que las agencias no declaraban.

Esto se evidenciaba en el riesgo país, que seguía cayendo a niveles similares al de soberanos que ya contaban con grado inversor. En criollo, el riesgo país refleja cuánto más debe pagarse a los inversores respecto al bono estadounidense, que se adopta como referencia por ser el de menor riesgo en el mundo. Desde 2021 Uruguay tiene el menor riesgo país entre 17 países de América Latina y hoy ronda los 76 puntos básicos, de acuerdo con el Uruguay Bond Index (UBI), que calcula diariamente República Afap.  

Por aquella época, en una conferencia en paralelo a la Reunión Anual de las Asambleas de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en 2011, Lorenzo dijo: “Las tres agencias nos ubican a un escalón (por debajo) del grado inversor (…) Es increíble. Y no solo nosotros (por el gobierno), sino los uruguayos no lo logran entender”. La crónica que entonces escribió el periodista Federico Comesaña para El Observador no tiene desperdicio.

Y después, cuando S&P lo otorgó, Lorenzo declaró en una entrevista con En Perspectiva que llegaba con un “retraso notorio” y que reflejó una “evaluación tardía de lo que han sido los progresos y los avances”. 

En los últimos 12 años el grado inversor se ha mantenido y tras la pandemia logró mejorar a su mayor nivel histórico. Lo cierto es que ocupa el tercero de diez escalones en la categoría, lo que implica que aún hay margen para alcanzar mejores calificaciones. En esta oportunidad, Moody´s destacó el cumplimiento de las metas macroeconómicas y fiscales, una inflación dentro del rango del Banco Central, mayor flujo de inversiones y la aprobación de la reforma de la seguridad social, además de la estabilidad política y la fortaleza institucional del país.

“Uruguay ha puesto en marcha particularmente la reforma de la seguridad social, que pone a las finanzas públicas en un sendero sostenible”, destacó la ministra Azucena Arbeleche días atrás. “La mejora tiene un impacto directo en todos los uruguayos. Hoy Uruguay es más atractivo para atraer inversiones (…) Implica más crecimiento y mayor empleo”, agregó.

En marzo de 2025 un nuevo gobierno asumirá el poder. Da igual quién. Que el pase de posta en este asunto siga siendo con el compromiso de mantenerlo y mejorarlo, amén de los colores de la camiseta. No hay discusión de que la importancia está a la vista. El grado inversor es la joya de la corona y hoy la tenemos.

Con este último “En Suma” hoy me despido, tras un año redactando la newsletter. El 2024 trae nuevos desafíos profesionales y elegí poner en pausa esta bitácora de frecuencia quincenal, para seguir encontrándonos bajo nuevos formatos en El Observador en un futuro próximo. Gracias por estar ahí, por leer y responder, en el acuerdo y en el disenso. ¡Seguimos en línea! Un cálido abrazo, Malena.   

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