Consejo Fiscal Asesor: cambio en meta de déficit puede ser una “señal negativa” y “dañar credibilidad”

El CFA afirmó que en 2024 habrá menos holgura para el cumplimiento de los objetivos y eso supone riesgos de incurrir en potenciales desvíos respecto a alguno de los tres pilares de la regla fiscal

Tiempo de lectura: -'

01 de marzo de 2024 a las 05:04

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

El Consejo Fiscal Asesor de Uruguay (CFA) –creado por ley en el marco de la nueva institucionalidad fiscal– y convocado por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), publicó este jueves su informe de evaluación correspondiente a 2023, en el que realiza valoraciones sobre los resultados de las cuentas públicas, y también algunas recomendaciones sobre el diseño de la regla fiscal a futuro.

El CFA es un órgano técnico, honorario, e independiente, que tiene como objetivos dotar de mayor transparencia al manejo de la política fiscal, así como velar por la sostenibilidad de las finanzas públicas.  Tiene como integrantes a los economistas Alfonso Capurro, Ana Fostel y Jorge Roldós.

Cumplimiento de las metas fiscales en 2023

Según dice el documento oficial, el CFA “valoró positivamente” el cumplimiento de la regla fiscal por cuarto año consecutivo en sus tres pilares: resultado fiscal estructural, tope de gasto  y tope de endeudamiento.

Eso ocurrió en un contexto donde la economía recibió varios shocks que afectaron el crecimiento y las finanzas públicas como sequía, diferencia cambiaria con Argentina e inflación menor a la estimada en las proyecciones fiscales.

El cambio de la meta fiscal para 2024

Para el año 2024, el MEF modificó la meta de resultado fiscal estructural desde -2,6% del PIB establecida en la Rendición de Cuentas de 2022 (junio de 2023) a -2,9% del PIB. Así lo anunció la semana pasada la ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche.

Las autoridades justificaron ese cambio por la menor inflación esperada -se ubicaría en torno a 5%, 1,5 puntos porcentuales menor de lo estimado para las proyecciones fiscales de la última Rendición de Cuentas- y su impacto negativo en la recaudación nominal, un efecto no capturado en la metodología de cálculo del resultado estructural.

Sobre este punto, el Consejo Fiscal Asesor señaló que “más allá de la pertinencia de los argumentos utilizados por parte del MEF para fundamentar el cambio” en la meta de resultado estructural, “esta modificación puede constituir una señal negativa con potenciales daños a la credibilidad de la institucionalidad fiscal”.

En ese sentido, se explicó que si bien existe un dilema entre cambiar una meta ex ante y su incumplimiento ex post, el Consejo entiende que “los costos de cambiar la meta pueden ser mayores a eventuales desvíos transitorios de la meta original que puedan verificarse”. Esto último, “en la medida en que se expliciten sus causas, así como los mecanismos de convergencia necesarios para retomar la senda trazada”.

Oportunidades de “mejora” en la regla fiscal, según el CFA

El marco fiscal vigente no distingue entre metas fiscales y proyecciones. Tampoco incluye para todos sus pilares cláusulas de escape ni regulación sobre procesos de convergencia; aspectos que el CFA entiende que deben evaluarse con mayor profundidad, y eventualmente incorporarse al marco fiscal en el futuro.
 “Como siempre pasa, en economía hay dilemas entre cambiar una meta original o tener desvíos ex post”, afirmó el economista Capurro en una conferencia para periodistas. En ese sentido, consideró que “podría ser importante fijar metas duras y exigentes que operen como un ancla de la política fiscal” en el mediano plazo.
“Parte del problema es que el marco fiscal actual no distingue entre lo que son proyecciones y lo que son metas. Eso quita margen de maniobra para poder transparentar este problema”, dijo Capurro.
Para Capurro, “las metas deberían ser probablemente más estables” y definidas en base a “objetivos explícitos de sostenibilidad de la deuda”.
Además, señaló la importancia de contar con “mecanismos de rendición de cuentas” sobre los desvíos transitorios que pueden ocurrir con respecto a las objetivos por eventuales shocks que la política fiscal no puede controlar. También remarcó que eso debería acompañarse de “mecanismos de convergencia hacia las metas originales”.
El trabajo de Capurro, Fostel y Roldós explica que si bien se han registrado trayectorias decrecientes del déficit estructural primario hacia el eje de 0,3% del PIB, “ello no asegura que la posición fiscal actual sea holgada y consistente con una trayectoria de sostenibilidad de la deuda en el mediano plazo; máxime en un ciclo de tasas de interés internacionales elevadas en perspectiva histórica y con un grado de incertidumbre mayor a nivel global, así como tras una década de crecimiento doméstico promedio (en torno al 1%) por debajo del potencial”.
“Se reafirma, de esta manera, la importancia de converger hacia un balance fiscal con superávit primario estructural y realizar los esfuerzos para continuar la senda de consolidación necesaria”, agrega el texto.

MEF

Riesgo de cumplimiento de metas en 2024

El economista Capurro afirmó que en 2024 el cumplimiento de los tres pilares de la regla fiscal en simultáneo “va estar muy ajustado”. “Los números van a estar muy ajustados, incluso con el cambio de la meta de resultado fiscal estructural que anunció la ministra la semana pasada”, dijo.

Sobre este punto en particular,  el informe del Consejo Fiscal Asesor dice que “las estimaciones de déficit efectivo y déficit estructural sugieren un margen de maniobra muy reducido para absorber shocks adicionales sobre el resultado fiscal efectivo, la inflación y/o el tipo de cambio nominal, elementos que podrían tensionar el cumplimiento del tercer pilar de la regla (tope de endeudamiento neto), sobre todo en un año en el que no se avizoran elementos que justifiquen invocar nuevamente la cláusula de salvaguarda que permite incrementar el tope de endeudamiento en hasta un 30%”.

“Esto obliga a mantener el criterio de prudencia en el manejo de los ingresos y gastos estructurales”, afirma el documento.

Riesgos fiscales a monitorear

Los economistas señalaron que eventuales mejoras venideras en la recaudación impositiva o reducciones de gastos incurridos por una única vez podrían apuntalar una mejora del resultado efectivo, pero no deberían interpretarse como un espacio fiscal estructural y por ende como un mayor margen de maniobra para la política fiscal.

En ese sentido, explicaron que existe  “incertidumbre” sobre el comportamiento de la recaudación de la DGI, que si bien en términos estructurales se mostró resiliente al shock de la pandemia en 2020 y rebotó en 2021, creció por debajo del 2% real en 2022 y cayó en 2023.

Además, cabe esperar un menor dinamismo en la recaudación del Banco de Previsión Social (BPS) “dada la dificultad de replicar el excepcional desempeño que presentó la masa salarial de cotizantes a la seguridad social en el último año y medio”.

Otro punto señalado es que la dinámica del salario real en 2023 y su indexación en el pago de pasividades para este año impone un piso de crecimiento del gasto primario de  al menos 1,7 p.p. “Ello implica necesariamente mantener un criterio de prudencia en la ejecución del resto de las partidas presupuestales del gasto”, dice el informe.

 “De cara al 2024, la regla y el manejo fiscal enfrentarán una prueba de madurez adicional, dada la evidencia histórica respecto al manejo discrecional de las finanzas públicas durante los ciclos electorales”, afirma otra parte del informe.

 

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.