Qué fue la JUP y por qué dos carteles generaron polémica en el sistema político

La Juventud Uruguaya de Pie fue fundada en 1970 y disuelta en 1974 una vez instaurado el golpe de Estado

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15 de octubre de 2020 a las 16:59

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"La JUP está de vuelta. No al referéndum de la LUC". Este miércoles el liceo Nº3 Dámaso Antonio Larrañaga amaneció con un cartel firmado por la Juventud Uruguaya de Pie, una organización civil de derecha, de corte tradicional y anticomunista cuya militancia se extendió a comienzos de la década de 1970, en las vísperas del golpe de Estado, hasta 1974, ya con el gobierno de facto instalado en el país.

Desde una declaración pública de la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes), cruces entre dirigentes políticos como el del diputado comunista Gerardo Núñez con el senador cabildante Raúl Lozano, la orden del ministro Jorge Larrañaga de indagar en el asunto, hasta la réplica de Hugo Manini Ríos, exmilitante de la JUP y hermano del senador Guido, el cartel de una organización presuntamente desvanecida desató la polémica.

Hugo Manini Ríos atribuyó la aparición de los símbolos de la organización de la que él mismo formara parte -según la recopilación histórica fue el principal dirigente- a la intención de "agentes provocadores" de "pegarle" a Cabildo Abierto. "Los agentes provocadores y las acciones de provocación son tan viejas como el mundo; la calumnia, el invento y la descalificación están en la esencia humana. Viven de la división de los países y de la gente, son grupos del poder no visible que les gusta encerrar a los actores políticos en jaulitas", dijo a La Diaria.

El editor de La Mañana aclaró que la JUP "bajó la cortina" en 1974 para "no ser usada por el proceso cívico-militar", y aseveró que "fue un movimiento de gente en la calle, de gente a cara descubierta". "Sólo una sociedad un poquito devaluada intelectualmente puede imaginarse que alguien va a decir 'LUC o muerte', o algo por el estilo. Yo creo que una institución a la que yo le tengo mucho respeto, como el PIT-CNT, no puede creer que eso es real", consideró Manini Ríos, luego de catalogar el contenido de las pancartas como "ridículo".

Fenapes lo señaló como el fundador de la organización, aunque el exmilitante aclaró que se incorporó a la misma una vez que cobró alcance nacional tras trascender a una etapa inicial en la que fuera la Juventud Salteña de Pie (JSP).

Tiempos violentos

La aparición de proclamas de la JUP en el ámbito de la enseñanza no es casualidad: tanto desde su antecedente directo en Salto como en la época de su militancia más fuerte, la JUP fue concebida en el seno de instituciones educativas ante la proliferación de corrientes de izquierda en el estudiantado.

La organización debe su origen a la JSP, que nació oficialmente en julio de 1969 al incorporarse a la iniciativa de instalar una Universidad del Norte en el departamento del litoral. El 31 de julio de ese año, 16 integrantes de la agrupación sumaron fuerzas a la propuesta liderada por José Antonio Varela, presidente del Comité del Movimiento pro Universidad del Norte, que promovía la creación de una institución de educación terciaria separada de la Universidad de la República (Udelar).

"La Juventud Uruguaya de Pie fue fundada en octubre de 1970 como resultado de la convergencia de agrupaciones juveniles de todo el país autodenominadas “demócratas”, enfrentadas a la creciente influencia del estudiantado izquierdista, hegemónico además en la capital", reconstruyó el historiador Gabriel Bucheli en el paper: "La JUP y la violencia en la enseñanza en la coyuntura previa al golpe de Estado".

Es así que la JUP cobró alcance nacional. Para ilustrar la mirada de la organización, el autor citó en su investigación una columna publicada en el diario La Mañana en 1969 -previo a su fundación formal- una columna firmada por "Coronilla", quien según Bucheli "aparecerá frecuentemente en 1971 acompañando las posturas de la JUP, sobre todo en relación al tema de la educación".

“Todos sabemos lo que pasa en la Universidad, en Enseñanza Secundaria y en su Instituto de Profesores, en el Cuerpo de Inspectores de Primaria y en los Institutos Normales y en la Enseñanza Industrial… Porque ya no aceptamos el pretexto de `respetar rebeldías estudiantiles` porque es un disfraz", decía la pieza escrita el 23 de setiembre de 1969.

"Es evidente PARA TODOS que la irresponsabilidad está en las autoridades de la enseñanza. .. TIENE QUE VENIR LA RESPUESTA CONCRETA", proclamaba la columna de "Coronilla". "Todos la esperamos. Hay en la vida de nuestro pueblo, en estos instantes, valores inmensos a cultivar. Y suciedad que hay que eliminar porque han enfermado las raíces puras de nuestra nacionalidad que han rechazado toda clase de totalitarismo", concluía.

Fue en este contexto de revueltas gremiales que en febrero de 1970 el Poder Ejecutivo creó por decreto los consejos interventores en Secundaria y UTU, que chocó desde un principio con gremios docentes y estudiantiles. “Del 22 al 26 de julio (1970), Montevideo parece un campo de batalla, con piedras, gases lacrimógenos por todos lados y barricadas que se erigen, se levantan, vuelven a instalarse", relató el expresidente Julio María Sanguinetti en su libro Agonía de una democracia.

La medida se sostuvo hasta el 12 de junio de 1971, cuando por decisión parlamentaria cayeron los consejos interventores. La determinación no fue revocada ni contestada por el entonces gobierno del colorado Jorge Pacheco Areco.

"Desde entonces la JUP sostuvo un discurso crítico al levantamiento de la intervención y a la acción de los Consejos Interinos, entendidos como una claudicación del parlamento ante la presión sindical y estudiantil", apuntó Bucheli. “Todo el gobierno ha entregado la Enseñanza Secundaria al control comunista. Todos nos damos cuenta. Es la verdad”, profesaba un artículo de prensa de La Mañana en su edición del interior, según recopiló el investigador.

"La violencia que soportaban los militantes de la JUP era mucho más moral que física. Como el caso de (Mario) Soca que fue juzgado y desgremializado en la Universidad", relató Hugo Manini Ríos al ser consultado por Bucheli. "Mi hermano Bruno que fue desgremializado en Agronomía y no pudo seguir estudiando Agronomía, infinidad de casos…”, añadió el exmilitante.

Sanguinetti interpretó en su libro Agonía de una democracia que "la violencia derechista no estatal que desde 1971 sacudió al país, encontró en la JUP el depositario natural de todo señalamiento, por ser el movimiento social de derecha de mayor visibilidad en su época". "Así, la JUP ha quedado señalada por su complicidad en el anticipo de las prácticas del terrorismo de Estado", reflexionó el expresidente colorado en retrospectiva.

Para ilustrar el discurso de la JUP, Bucheli recurrió a un artículo publicado en La Mañana -medio que consideró "oficioso" de la organización- en mayo de 1971, escrito en primera persona: "Somos los que vamos al Liceo a hacer algo hasta que cumplamos 18 años y podamos trabajar. Somos hijos de familias que no nos usan de instrumentos de sus rencores políticos ni de sus situaciones económicas”.

Tras recabar en prensa de izquierda de la época -en periódicos como el socialista Oriental-, Buchelli halló que la JUP era “presentada como mero agente de acción represiva complementaria de la policía y al servicio del gobierno” -en épocas de medidas prontas de seguridad-, “cargada de adjetivaciones ideológicas (“fascista”) y connotaciones de clase (“nenes bien”)”.

Uno de los episodios más violentos tuvo lugar en abril de 1971 en el liceo Bauzá, aunque los relatos varían según quién los haya contado. Una crónica de El Oriental del 27 de abril, titulada “Los fascistas en acción”, responsabilizó a militantes de la JUP de haber ingresado “con los revólveres en la cintura o con garrotes” al liceo  en momentos en que se realizaba una asamblea estudiantil “donde se trataba, precisamente, los manoseos y provocaciones que por parte de esos mismos elementos eran objeto muchachas y muchachos”.

“Según esta crónica, los atacantes dispersaron a los asambleístas a balazos, no habiendo `heridos graves de casualidad`”, narró Bucheli en su investigación.

En cambio, una redacción alternativa y más afín a la JUP contó que “no se había tratado de una ocupación, sino que el Bauzá fue defendido, preservado por estudiantes que se adelantaron al vandalismo de los izquierdistas, evitando que éstos se adueñaran de la casa de estudios”. La pieza describía una “juventud sana y patriótica, los estudiantes que lo son porque quieren estudiar, los jóvenes que sienten la responsabilidad de su destino y la patria a la que pertenecen dieron un ejemplo de lucha”. 

En ese contexto hubo otras agrupaciones de derecha como El Movimiento Nueva Generación y el Comando Oriental Anticomunista.

“No existe una memoria pública de derecha sobre estas trayectorias. Ese silencio favoreció la construcción de una determinada memoria de las víctimas, ante una violencia que no mostró autorías orgánicas como un mero agente de acción represiva complementaria de la policía y al servicio del gobierno”, reflexionó en su investigación Bucheli.

Además de Hugo Manini Ríos, también militó en la JUP el hoy subcoordinador del Plan Juntos, Daniel García Pintos, exdiputado colorado y actual dirigente cabildante.
 

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