Opinión > TRIBUNA

Somos menos de 3,5 millones de uruguayos: ¿y qué?

En un mundo en el que naciones de menos habitantes tienen mejores niveles de vida, ser pocos ya no debería ser una excusa, sino un aliciente para hacerlo mejor
Tiempo de lectura: -'
03 de septiembre de 2023 a las 05:00

En estos días fui a un local de una cadena de farmacias y me atendió una farmacéutica que aparentaba 60 largos, casi 70 años. Hace tiempo que no recibía información tan precisa y útil con respecto al medicamento que necesitaba comprar. ¿Qué tiene que ver la edad y experiencia de la farmacéutica con la cantidad de personas que viven en este país? Bastante.

El director del Instituto de Estadística, Diego Aboal, dijo en estos días que en Uruguay es casi seguro que no viven 3,5 millones de personas, según los datos preliminares del Censo 2023, lo que deja atrás los pronósticos que se habían hecho en 2011, que auguraban cierto crecimiento de una población que desde hace tiempo está estancada. 

Uno podría decir “chocolate por la noticia”, pero las declaraciones de Aboal en entrevista con El País son importantes, porque van al centro de nuestra identidad, esa cuya narrativa relata que somos un país pequeño de 3,5 millones de habitantes, confundiendo tamaño territorial (que no es chico, aunque nos guste decirlo) con cantidad de personas y, ergo, con potencial para vivir mejor o salir al mundo o posicionarnos mejor.

Esta semana, también, escuché el análisis de Pablo Rosselli, economista y socio de Exante, en En Perspectiva. A diferencia de la mayoría de los debates que en estos días se dieron sobre cuántos somos y cómo afecta esto nuestra calidad de vida, Rosselli planteó algo que vengo pensando desde hace tiempo, aunque ciertamente sin su claridad de pensamiento a la que ahora acudo para plantear otra perspectiva de “los pocos que somos”. Si en este país se pensaran políticas acordes con esta realidad, esto podría ser hasta una potencial ventaja comparativa.

Aboal está convencido que esto de poblaciones que no crecen es una “tendencia mundial que obligará a hacer reformas y marcará la agenda del país en las próximas tres décadas”. Desde 2020 Uruguay no alcanza el reemplazo con la tasa de natalidad, lo que quiere decir que nacen menos personas de las que mueren. Los desafíos a los que hace referencia el director del INE son muchos, pero no siempre tenemos conciencia de que son una oportunidad para replantearnos en el mundo, pero también en nuestra propia conciencia de uruguayos “chicos y humildes y pocos”.

¿Qué cambiará con una población que cada vez vive más y cada vez se reproduce menos? Ciertamente deberá cambiar la seguridad social, ahora en medio del ojo de la tormenta con un intento de referéndum que apoya el Pit Cnt y que propone eliminar las AFAPs, entre otras medidas. Desde hace años este sistema se viene emparchando según el gobierno de turno, en general con la oposición de turno en contra. Se ha tirado tanto de la cuerda que ahora todas las cajas, estatales o paraestatales -excepto una- son deficitarias y el Estado debe salir al salvataje. 

Esta confirmación de que somos menos de 3,5 también plantea otros desafíos, que tienen que ver con el trabajo, con la salud y por supuesto, con la educación. “Seguramente vamos a discutir ya no qué escuelas se deben abrir, sino cuáles cerrar”, dijo Aboal. En un país donde el dinero para la educación nunca parece ser suficiente y en el que los problemas en la educación son innegables y repercuten en el presente y futuro de niños y jóvenes, esta nueva realidad podría ser hasta una buena noticia, aunque solo si logramos que los niños que nazcan sean los más educados para las demandas del mundo en el que vivimos. 

El hecho de que seamos “pocos” no solo puede ser potencialmente positivo, sino definitivamente positivo para algunas partes de la población: los más pobres (que son los que tienen más hijos), las adolescentes (cuyo tasa de embarazo se ha derrumbado, lo que les permite mirar al futuro de otra manera) y, eventualmente, para los propios niños, que es donde más se concentra la pobreza. Un 16,5 % de los menores de 6 años viven en condiciones de pobreza, así como un 17.3% de los que tienen de 6 a 12 años y un 15.3% de los de 13 a 1, según datos de 2022.

Si somos menos y vivimos más sería ya hora de que dejemos de llorar por tiempos pasados y empecemos a construir un presente en el que Uruguay pueda ser chico y productivo, chico y con buen nivel de vida, chico y con un PIB que permita a sus habitantes llevar vidas dignas. 

Para empezar, es imperativo que cambiemos nuestra mentalidad sobre el retiro, algo que de hecho está sucediendo pero suele generar rechazo en sindicatos, algunos trabajadores e incluso empresarios. Claro que sería hermoso retirarse a los 60, pero si vamos a vivir 30 años más no esa no es una opción realista. Los últimos cambios legislativos permiten jubilaciones parciales, por las cuales es posible recibir parte del dinero correspondiente al retiro y trabajar part time. El cambio de mentalidad también debe procesarse en quienes contratan, en un país que está corto de talentos y que los requiere en diversas áreas, como la farmacia en que me atendió la farmacéutica que seguramente podría estar jubilada. 

Si nuestra composición demográfica es la que es y nuestra cantidad de habitantes es la que es, ¿no sería hora de estudiar estos y otros temas en una comisión de expertos que de recomendaciones? Un GACH que piense este presente para un futuro más alentador, desde macro temas como la salud y la educación, hasta los de todos los días. Porque, ¿quién cuidará a los adultos mayores si cada vez tenemos menos hijos?, por mencionar solo una interrogante. El diputado colorado Conrado Rodríguez propuso crear una comisión especial que se encargue de estudiar estos temas.

“Es un problema o una oportunidad, porque al final depende de qué hagamos con ese dato”, dijo Rosselli sobre el hecho confirmado de que la población uruguaya no crece. El economista considera que es una oportunidad. La teoría y la realidad muestran que son muchos los países con mucha población en los que no se mejora la calidad de vida de sus ciudadanos, y el ejemplo más claro es India, uno de los países más populosos del planeta. 

Es cierto, como explica Rosselli, que una población chica genera problemas de escala, pero esos los hemos tenido siempre porque nunca fuimos más de 3,5. La pregunta entonces es si hace falta tener mucha población para ser un país rico, o para tener un PIB alto per cápita. Muchos ejemplos demuestran que la respuesta es no.

Uruguay tiene oportunidades para mejorar su productividad, hacerse atractivo en ciertas áreas que el mundo demanda (servicios, entre otras) y mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Es hora de planear el camino y olvidar la vieja cantarola de “pocos y chiquitos”.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...