Sueño roto

River vivió otra extraña tarde en la que se sintió campeón, se desilusionó, revivió y terminó llorando

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16 de diciembre de 2013 a las 08:32

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River vivió otra extraña tarde de sensaciones. Llegar con ilusión, padecer el martirio de las noticias que emitían las radios desde el Parque Central. El sufrimiento del gol de Defensor. Y ese empate de Fénix que los volvió a levantar a todos en la tribuna visitante. Otra vez la esperanza, otra vez empujar, otra vez soñar. El gol de Taborda y la adrenalina hasta el final. Ya se sabía que ganaba Danubio. El empate no alcanzaba. Fueron 90 minutos a un paso de la gloria. Pero no pudo ser.

River fue sus jugadores con la impotencia a cuestas sentados en la cancha, el llanto de Frascarelli, el rebelde aplauso de su gente para el equipo. Otro sueño roto.

River fue ese querer y no poder con un Defensor que dignificó al fútbol otorgando a su rival más acérrimo, Danubio, la posibilidad de ganar el campeonato.

River fue ese inicio a puro nervio jugando un partido contra su propia historia. Después de un dudoso desplazamiento de Malvino a Alaniz que Cunha desestimó, el darsenero generó la primera opción cuando Campaña tapó ante Santos. Pero la viola respondió con De Arrascaeta obligando a Frascarelli.

Sobre el final de la primera parte el equipo de Almada mereció el gol. Primero Malvino salvó en la línea un taco de Rosso y luego lo perdió Santos.

River fue esa apuesta al riesgo de Almada de sacar a Torrecillas para defender con tres desde los 10 del segundo tiempo. Fue el momento en que Defensor sacó provecho. Nico Olivera perdió un gol abajo del arco y Frascarelli salvó ante Gedoz. Hasta que De Arrascaeta habilitó a Olivera y el ídolo violeta marcó la apertura a los 23’.

River sintió el impacto. Quedó desorientado. Y la viola fue una y otra vez contra su arco marrando goles increíbles. Hasta que los hinchas darseneros trasladaron a la cancha la noticia del segundo gol de Fénix y el equipo despertó. Fue, empujó, y a cuatro del final Taborda empató con un cabezazo. Pero el tiempo no alcanzó para vulnerar la resistencia violeta. Otra vez River quedó en la puerta. Otra vez su sueño se rompió. l

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