LIONEL BONAVENTURE / AFP

Un antes y un después en nuestro uso de WhatsApp

El usuario empezó a enojarse con que una sola empresa le maneje tanta información personal

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15 de enero de 2021 a las 13:02

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Saben cosas de nosotros que ni siquiera nos habíamos dado cuenta.

Las grandes empresas de tecnología recolectan tanta información que los usuarios se las regalamos sin reprocharnos lo que hagan con ella.

Es un ciclo silencioso entre ellos y nosotros: descargamos la red social, no leemos los términos y condiciones pero los aceptamos, y usamos sus funciones porque todos nuestros contactos están ahí.

A partir de ahí se genera una gigantesca estructura de información personal que llega a las computadoras de los empleados de esta empresa. Todo el proceso es silencioso. Ningún usuario de a pie lo puede percibir con claridad.

Pero ellos son capaces de conocer y perfilar nuestros deseos y gustos como ninguna otra compañía en el mundo. Así, las empresas le pagan a Facebook para que sus publicidades lleguen al público que pretenden. Es tan específico ese grupo de personas al que arriban que difícilmente el algoritmo se equivoque. Sus seguidores crecerán con bastante seguridad y con seguridad venderán más productos.

Como dijo la socióloga estadounidense Soshona Zuboff en la película The Social Dilemma: el principal negocio de Facebook es vender seguridad. Por primera vez en la historia del capitalismo se cumplió el sueño de cualquier compañía: tener la certeza de que que su anuncio  será exitoso.

Sin el dato, este nuevo capitalismo es inviable. Hasta ahora, su uso parecía indiscriminado. Los usuarios dan toda su información y usan un servicio sin reproches.

El uso de WhatsApp empezó a popularizarse de verdad hace poco más de 10 años. La inteligencia de Facebook fue adquirirla antes de que ese monstruo siguiera creciendo. Lo hizo en 2013, cuando tenía 200 millones de usuarios en el planeta y los smartphones ya tenían cierta madurez en el mundo. En 2020 eran 2.000 millones. Un visionario.

Creció tanto que alguno tal vez se comunica más por esta vía que de forma personal. Hace 15 años la novedad era la persona que tenía un celular moderno. Hoy lo novedoso sería encontrar a alguien que no tenga WhatsApp.

Pero el usuario reaccionó. La reciente medida de WhatsApp de empezar a cruzar información con Facebook encendió la alarma. Y lo ha hecho basado en el "consentimiento forzoso", tal como lo explicó la experta en derecho informático, Bárbara Muracciole a Cromo. No da opción: o le permitís a WhatsApp cruzar tu información con Facebook o no podés usar el servicio. Algo ilegítimo según la ley uruguaya.

¿Por qué quieren tanta información? ¿Qué tanto más van a saber sobre mí? ¿Por qué tengo que dar tantos datos a una sola empresa? Preguntas que han forjado nuevas decisiones de los usuarios.

Telegram y Signal crecieron esta semana, en Uruguay y el mundo, como nunca antes había sucedido. En tiendas de apps locales ocuparon el puesto uno y dos entre las más descargadas.

Si bien el cambio cultural tarda en concretarse, el usuario empezó a enojarse con que una sola empresa le maneje tanta información personal. Nunca había pasado antes. Lo que hasta ahora era un cantado "aceptar y continuar", se empezó a convertir en una acción pensada y decidida. Y millones dijeron que no. Así, no. Por eso, esta medida que ordenó Zuckerberg es un antes y un después en nuestro uso de WhatsApp y empezó a abrir el juego a otras herramientas de comunicación instantánea.

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