Un balance global del ciclo electoral 2019-2020

Alternancia “no trivial”. Cualquier balance electoral tiene que empezar por enfatizar que, en octubre y noviembre del año pasado, la ciudadanía ordenó un cambio radical en el elenco de gobierno y un viraje de relieve en políticas públicas relevantes. Luego de quince años de ejercer el gobierno el Frente Amplio pasó a la oposición. Su lugar fue ocupado por una coalición inédita, liderada por el Partido Nacional, con el apoyo constante del Partido Colorado, a la que se sumaron otros tres partidos: Cabildo Abierto, Partido Independiente, Partido de la Gente. La coalición recién se articuló formalmente cuando el 5 de noviembre, estos partidos firmaron el Compromiso por el País. De todos modos, la presencia de Cabildo Abierto generó intensos recelos en algunos socios, y terminó siendo el talón de Aquiles de Luis Lacalle Pou en el balotaje. Con más énfasis en octubre, con más temor en noviembre, la mayoría del electorado ordenó cambiar elenco de gobierno y paradigmas de políticas públicas: en esencia, mano dura contra el delito y liberalización de la economía.

Renovación. El proceso electoral se realizó bajo el signo de la renovación. Hace muchos años, en algunos de sus primeros textos sobre la “partidocracia uruguaya”, Gerardo Caetano, José Rilla y Romeo Pérez escribieron que la clave de la estabilidad de los partidos uruguayos radica, en última instancia, en su capacidad de adaptación (estabilidad mediante el cambio). Esta dinámica de continuidad y cambio, tan sencilla de escribir, tan difícil de construir, es lo que explica la persistencia del arraigo popular de nuestros partidos. El ciclo electoral que acaba de terminar es otra prueba de esto. El Partido Nacional ya había renovado su oferta en 2014, y lo confirmó en 2019. Pero en el Frente Amplio y el Partido Colorado se produjo una renovación notable de las candidaturas presidenciales. Daniel Martínez y Ernesto Talvi lograron abrirse camino ante rivales altamente competitivos. Además, irrumpieron con suerte diversa otras figuras como Edgardo Novick, Juan Sartori y Guido Manini Ríos.

Fortalecimiento del Partido Nacional. Los datos del domingo pasado confirman una conclusión que ya podía extraerse del resultado de la elección nacional. El Partido Nacional no sólo es el principal vencedor de las elecciones departamentales y municipales, sino el gran ganador de todo el ciclo electoral que acaba de terminar. El Partido Nacional lidera la Coalición Multicolor que ejerce el gobierno nacional, y obtuvo 15 gobiernos departamentales sobre 19 en disputa. Los nacionalistas debieron recorrer un largo camino desde la profunda crisis política y electoral de 1999, a la victoria de 2019. Hicieron un gran esfuerzo como partido: aprendieron de sus errores, modernizaron la estructura organizativa, alimentaron la mística, apelaron a los jóvenes, renovaron sus propuestas programáticas y procesaron sus diferencias sin fracturas expuestas. Además, durante la segunda presidencia de Tabaré Vázquez, fueron punzantes y efectivos en la crítica al gobierno.

Estancamiento del Partido Colorado. El panorama del Partido Colorado es muy diferente. Los colorados comenzaron el ciclo electoral renovando la ilusión de la recuperación electoral. La irrupción de Ernesto Talvi, su excepcional desempeño durante la elección primaria, invitaban a soñar con una gran elección. El resultado de octubre cayó como un balde de agua fría. Luego de un excelente desempeño como ministro, Talvi decidió abandonar el gabinete y la actividad política. El magro resultado en términos de votos y de cargos del domingo pasado, agrava la sensación de crisis y multiplica las preguntas sobre las perspectivas de esta colectividad. La historia reciente de los blancos les ofrece, sin embargo, un excelente ejemplo en el que inspirarse. La resurrección requiere líderes, pero de ningún modo puede limitarse a la búsqueda del candidato providencial. Ni el problema era el apellido de Pedro ni la solución era Talvi.

Señales de crisis en el FA. A pesar de haber perdido senadores, diputados e intendentes respecto a cinco años atrás sigue siendo un partido muy poderoso. Pero tiene un gran problema muy serio por delante. El FA está crispado y radicalizado. Tabaré Vázquez y Danilo Astori, que fueron el ancla que los amarró al centro durante más de una década, han perdido influencia. Mientras tanto, el MPP se mantuvo como el sector más poderoso. Además, se incrementó el peso del Partido Comunista, aliado a un Partido Socialista que, también él, se movió a la izquierda luego de la victoria interna de Gonzalo Civila. El triunfo de Carolina Cosse en Montevideo es una clara expresión de este clima interno. Están decididos a subrayar la frontera que los separa de la Coalición Multicolor. Pero, desde mi punto de vista, precisan combinar la imprescindible defensa de su identidad con una autocrítica realmente severa, si quieren recuperar la credibilidad perdida. 

Adolfo Garcé es doctor en Ciencia Política, docente e investigador en el Instituto de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República

adolfogarce@gmail.com